Las alianzas
La necesidad de hacer alianzas es inherente a la política.
La transformación de México en las actuales condiciones solo es posible mediante las alianzas.
En toda alianza, las fuerzas que la realizan necesitan ceder en sus aspiraciones máximas para lograr acuerdos.
En México, el viejo cascarón del partido de Estado ha tenido que recurrir a la división para irse y regresar al poder.
El viejo régimen ha creado sus satélites para poder gobernar. Incapaz de unir por sí mismo, ha optado por impedir que otros gobiernen.
Para la oligarquía mexicana que vivió y se alimentó del viejo régimen centralista y autoritario, la sustitución perfecta fue un sistema político de minorías para neutralizar al Poder Ejecutivo desde el Legislativo y, a su vez, pulverizar al Congreso para facilitar la discrecionalidad y la política de hechos consumados.
La oposición al viejo régimen avanzó gracias a las alianzas, pero al mismo tiempo para sustituir al viejo régimen ha sido incapaz de hacer alianzas no solo electorales, sino legislativas, para lograrlo.
El caso de 2006 en el que la coalición de izquierda y el PAN, históricamente opositores del viejo régimen priista, teniendo 70 por ciento de la representación nacional, fueron incapaces de realizar la reforma del Estado, fueron responsables directos del regreso del viejo régimen en 2012.
Hoy, la demanda de alianzas y declinaciones se ha convertido en una manera de dividir y fraccionar.
Las siglas que heredaron la aspiración democrática mediante esfuerzos por la unidad hoy han hecho un cambio inverso: dividirse.
Frente a la gran oportunidad de cambio, el régimen priista ha logrado mantener las alianzas con sus satélites y, al mismo tiempo, dispersar a toda la oposición mediante alianzas secretas a cambio de migajas con el viejo régimen.
En medio del gran circo y los dispendios de demagogia, la oposición ha centrado su fuerza en insultarse entre ella: todos hablan del PRI y sus candidatos como el mal, pero en el fondo todos le obedecen.
Los abanderados de la pureza hacen alianzas con lo más corrupto del sindicalismo y son usados. Van camino de la derrota no solo electoral, sino ética.
No solo eso: cuando hay expectativa de alianzas, se anuncia de manera anticlimática “una alianza” entre el PRD y el PAN en 2018, para confundir las batallas en los frentes electorales sin tener fondo programático y conceptual.
Si el tema era 2018, equivocaron el tiempo. Si pensaron en 2017… la intención dividió aún más a la pedacería.