Día de la servidumbre terapéutica
E l 20 de mayo se celebró el “Día del Psicólogo” en México. En 1896, Ezequiel Chávez, quién fundo el primer curso de psicología en la Escuela Nacional Preparatoria jamás hubiera imaginado el porvenir de la disciplina. Pavón Cuellar (2014), afirma que dicha celebración representa un festejo presuntuoso e inmerecido y yo, concuerdo con sus planteamientos. De hecho, suelo decirles a mis estudiantes que, la Psicología como saben, en algún momento fue hija putativa de la filosofía. Hoy, solo le acomoda lo putativa. Los griegos comprendieron con asombrosa lucidez la condición humana. Y ellos, tampoco imaginaron que transitaríamos de la “cura” por medio de la palabra, hacia una verdadera servidumbre terapéutica que proporciona sesiones de risoterapia -ya encarrerados por la misma “razón”- podríamos ofertar servicios de estornudoterapia, ronquidoterapia y hasta pedoterapia. Si el espíritu del primer coach -Pobre de Sócrates- viviera de alguna forma, exigiría una doble dosis de cicuta, pues los actuales sicofantes disfrutan el predominio de aberrantes orientaciones pseudocientíficas.
¿Qué celebramos?, ¿La imposibilidad que muestran los futuros psicólogos al pronunciar “epistemología”?, ¿La nula preocupación de los perfiles de ingreso en las licenciaturas de psicología?, ¿A los alumnos manipuladores y malagradecidos que demandan un conocimiento fácil y que, para variar increíblemente se perciben “encerrados” en sus jaulas para discutir y practicar cosas que no les interesan en absoluto?, ¿El desdén hacia una enseñanza seria, rigurosa pero ante todo didáctica y formadora en las universidades?, ¿Celebrar la formación de un “psicólogia” que se vende como un mero producto de prestigio social sin contar con las competencias básicas de un perfil digno de egreso?, ¿Celebrar a las universidades que imitan el principio de todo espectáculo proporcionando a ultranza al cliente lo que pida “título y cédula incluidas-?
¡Ya sé! ¿Y si celebramos que la enseñanza de la Psicología es pletórica, frustrante y desunida? Millán (1982) ya acotaba serios conflictos, tales como la pobreza en la investigación, el mercado de trabajo saturado y el bajo nivel académico en las universidades. El estudio de la dimensión psicológica no ha de dar recomendaciones certeras para la solución de problemas relativos a la conducta, como el estudio de la mecánica genera recomendaciones especiales para el diseño estructural de edificios. Siempre habrá un notable grado de incertidumbre acerca de la efectividad de nuestros conceptos y sus resultados en la práctica. Tenerlo claro y no rendirse, es quizás el inicio de una verdadera celebración.