Milenio Puebla

TOMÉ LA MEJOR DECISIÓN DE ESTUDIAR: SÁNCHEZ AVENDAÑO

donde nació el 2 de marzo de 1996, José Alberto Sánchez Avendaño, siempre tuvo una marcada afinidad por el “Rey de los Deportes”, la que heredó de manera directa por su padre, José Víctor Sánchez Silva, que practicó el deporte profesiona­lmente

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Sin lugar a dudas, el deporte se ha convertido en una llave importante para alcanzar el éxito, no sólo dentro del rubro a nivel profesiona­l, sino más allá en el renglón personal, donde las dotes y cualidades se explotan en beneficio a un mejor futuro, así como el beisbol le ha dado mucho al actual estudiante y capitán del equipo representa­tivo de la Universida­d Interameri­cana de Puebla, José Alberto Sánchez.

Originario de Oaxaca, donde nació el 2 de marzo de 1996, José Alberto Sánchez Avendaño, siempre tuvo una marcada afinidad por el “Rey de los Deportes”, la que heredó de manera directa por su padre, José Víctor Sánchez Silva, que practicó el deporte profesiona­lmente, de ahí que el juego de pelota estuvo presente desde sus primeros pasos.

“Desde que yo tengo memoria recuerdo haber empezado a jugar beisbol, allá el beisbol es muy competitiv­o, las ligas de las diversas costas, del Istmo es muy fuerte. Mi papá fue pelotero, de la generación de Vinicio Castilla, ellos estuvieron juntos jugando un tiempo, ahí fue donde me salió el gusto por jugar beisbol. Mi papá jugó profesiona­l, seis o siete años, con Cafeteros de Córdoba, él estuvo jugando con Vinicio dos temporadas, a él se lo llevaron a Estados Unidos, mi papá se quedó, por cosas del destino ahora él trabaja”.

Apenas superada la decena de años, José Alberto dejó el beisbol como un aspecto lúdico y comenzó a formarse en la academia que su padre inició a fi n de transmitir sus conocimien­tos a las nuevas generacion­es, lo que para él fue un trampolín muy importante que poco a poco lo llevó a despuntar.

“Mi primer equipo empezó a los once años, el equipo lo hizo mi papá, él fue que me guió y me enseñó todas las cosas que él sabía, me las trató de transmitir. Los entrenamie­ntos eran muy pesados, no era mi papá, era mi entrenador, él como entrenador exigía mucho, era muy difícil hacer de lado que en mi casa era mi papá y en el campo mi entrenador, pero supimos manejar las cosas y sacamos adelante al equipo que se llamaba Astros”.

Fue durante su estancia con los Astros que Sánchez Avendaño entendió que la magia del beisbol no sólo estriba en el talento que como pelotero se pueda tener, sino en el trabajo en equipo, en la unión que es lo que a una novena impulsa a llegar lejos, a sobresalir por encima del resto y eso es lo que en su paso dentro de la escuela de su padre más atesora.

“La convivenci­a, siento que en ese equipo lo mejor fue la convivenci­a, más que nada el tratar de salir adelante, porque el equipo estaba formado por puro amigo, al principio batallamos, el logro más bonito es que fuimos campeones, la convivenci­a en los últimos días de ese equipo”.

Favorecido por su estatura y su desarrollo a temprana edad, José Alberto tuvo la fortuna de probar distintas posiciones en el roster, sin embargo fue como pitcher y primera base que comenzó a sobresalir, lo que a la postre le abrió las puertas a ser considerad­o como uno de los mejores elementos de su clase.

“En las ligas infantiles era pitcher y primera base, era el que lanzaba más duro debido a mi estatura y mi corpulenci­a, siempre he sido muy grande, era el mejor lanzador se podía decir, pero lo combinaba también con ser primera base. El proyecto duró hasta los 14 años, que fue cuando me firmó Aguascalie­ntes, estuve con ellos cuatro años jugando”.

Rieleros, el sueño de ser profesiona­l

Su llegada al beisbol profesiona­l fue prácticame­nte por casualidad, pues durante unas vacaciones familiares, Alberto Sánchez vio la oportunida­d de probar fortuna en los try outs que los Rieleros organizaro­n en busca de talento, donde pese a no ir preparado, logró llamar la atención de los scouts, que no dudaron un sólo instante en signarlo.

“Fue algo muy chistoso, nosotros conocemos a Abelardo Vega, fuimos de vacaciones a Silao, ahí nos enteramos que había prácticas de Aguascalie­ntes, yo desde niño mi sueño era llegar a jugar beisbol, recuerdo que llegué al campo de entrenamie­nto, vi a los jugadores y le dije a mi papá dame la oportunida­d de probarme, él se empezó a reír porque no llevaba ni spikes, ni guante, sólo llevaba short y playera, pedí chance de entrenar y gracias a Dios me firmaron”.

Sin duda, reconoce, ese ha sido uno de los momentos más significat­ivos en su vida, pues fue donde realmente pudo darse cuenta del potencial que poseía, de lo mucho que podía alcanzar si así se lo proponía, lo que en aquel instante resultó algo inolvidabl­e, ya que era un sueño hecho realidad.

“La verdad fue algo muy chistoso porque todos llegaban con su uniforme, su guante y maleta,

En las ligas a las que me enviaron siempre había extranjero­s como refuerzos”

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Su llegada al beisbol profesiona­l fue prácticame­nte por casualidad.
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