Errores de la política mexicana
Los errores políticos siempre producen noticias. No es casualidad que los políticos que más acaparan los medios, sean aquellos con más y peores errores en su trayectoria. Incluso, hechos derivados del crimen organizado son tomados por desaciertos políticos, como los terribles acontecimientos de Ayotzinapa que, finalmente, terminaron manchando la imagen del gobierno.
Todos cometemos errores y, según se ha estudiado, tienen carácter pedagógico al ser primordial para el aprendizaje. ¿Entonces, qué diferencia un error de Duarte o de Yarrington del resto de los mortales? En un revelador ensayo titulado “¿Por qué hay sociedades que toman decisiones desastrosas?”, Jared Diamond estudia el carácter de los errores que podemos cometer y los divide en tres tipos: apriori, imperceptibles y aposteriori.
Los errores a priori se cometen por la inexperiencia o falta de previsión de quien lo comete (el matrimonio y el emprendimiento, son ejemplos de ello). En los errores imperceptibles, el individuo no es consciente de que su acción sea nociva (tal sucede con problemas graduales como el alcoholismo u obesidad). Por último, los aposteriori son aquellos que se cometen con plena consciencia y hasta con perjuicio moral (como un robo o un asalto).
El caso de Javier Duarte resulta paradigmático, porque la teoría del error aposteriori le queda como anillo al dedo. Sería lógico suponer que, dado su alto salario en altos puestos públicos y gran preparación académica, prescindiera de errores como los que cometió; no obstante, a sabiendas de que estaba en terrenos de ilegalidad, maquinó una cuidadosa estrategia para desfalcar el erario público.
Si bien es cierto que hoy pisa la cárcel -aún sin sentencia–, en su momento, el ex gobernador supo muy bien aprovechar las ventajas (en realidad, debilidades) del statu
quo de nuestro sistema político; sistema que le permitió tener pleno control de los poderes de su estado, así como de los recursos que ingresaban vía la federación. Por su parte, el gobierno federal nunca fue capaz de -o no quiso- hacer uso de sus facultades para, al menos, dificultar las operaciones ilegales de Duarte.
Duarte pudo permanecer en el poder por, prácticamente, seis años gracias a un sistema que lejos de castigar los errores opta por pasarlos desapercibidos o hasta premiarlos. Si Javier Duarte cayó tiempo después de ser gobernador, se debió, en gran medida, a los poderes fácticos y al uso propagandístico en su contra durante las elecciones estatales (y hasta la fecha).
Ante tal panorama cabe preguntar: ¿Cómo podemos evitar este tipo de errores? La respuesta no es en absoluto sencilla. El cambio que requiere nuestro sistema depende de sí mismo. El problema es que hay pocos incentivos para hacerlo.
El otro obstáculo para evitar los errores políticos es la propia sociedad civil quien funge como un arma de doble filo. Así como el sistema puede premiar o castigar un error político, la sociedad puede hacer algo equivalente mediante el ejercicio del voto.
*Premio Nacional de Periodismo 2008 y 2016. Premio México de Periodismo 2013. director de la revista Medicina Científica.