La crisis de un gobierno mudo
Hay quien cree, todavía hoy, que el principal problema de este gobierno es uno de comunicación. No soy de esos. Los problemas de este gobierno, que se reflejan en su bajísima aprobación y popularidad, son de acciones y omisiones.
Pero es cierto que todo es peor por un desastre en la comunicación.
El caso del espionaje es solo el más reciente y sirve como una muestra perfecta.
Hace unas semanas, The NewYork Times tuvo acceso al informe revelado el lunes, junto con el reportaje que ocupó la primera plana. Haciendo periodismo, The New
York Times buscó la reacción del gobierno federal y envió cuestionarios con preguntas precisas a varias dependencias, incluidas aquellas que han comprado el software Pegasus. Repito, esto fue hace semanas.
El gobierno optó por esperar a que reventara el asunto en el diario y esa tarde distribuyó una carta de un funcionario menor donde invitaba a que los presuntos espiados acudieran a la PGR… adonde habían ido esa misma mañana. Un desastre pues.
Es decir, tuvieron semanas para planear una reacción, para imaginar una estrategia de comunicación frente al escándalo. Nada. Una cartita equívoca y equivocada y una declaración apresurada del secretario de Gobernación. El procurador, responsable de investigar los presuntos delitos, escondido. Lo más: una declaración banquetera de un fiscal, ni siquiera la subprocuradora.
¿Qué pensaron en estas semanas? ¿Que nadie lo iba a notar? ¿Que los nombres involucrados no importaban? ¿En qué andaban distraídos?
Desde el lunes, otros periodistas, otros activistas y, según nos enteramos ayer, algunos políticos, han identificado esos extraños mensajes en sus teléfonos y los están mandando a revisar.
El asunto, por cierto, no solo toca a México, sino que es un asunto global, con otros gobiernos utilizándolos para espiar a sus ciudadanos.
¿Alguien en el gobierno piensa que el asunto se desvanecerá?
Hace unas semanas escribió Jesús SilvaHerzog Márquez, hablando del silencio del gobierno frente a la corrupción o la violencia:
“Eso es lo que más sorprende de la comunicación oficial: el desinterés por exponer su idea. Su abdicación de la palabra. Desde hace ya muchos meses, se presenta como una administración derrotada ante la opinión pública, un gobierno que no hace siquiera el esfuerzo por presentar su argumento”.
Pues ahora, eso mismo.