Milenio Puebla

AFILADOR CON 30 AÑOS DE LABOR

Por las manos de Andrés Mora pasan diversas herramient­as

- POR RAFAEL GONZÁLEZ/ PUEBLA o FOTOGRAFÍA­S SERGIO CERVANTES

Con más de 30 años en el oficio de afilador, Andrés Mora, propietari­o de la Afiladuría Industrial Puebla - que se localiza en la colonia Resurgimie­nto”, aseguró tajante que es mentira que la fabricació­n de herramient­as con revestimie­nto de Nitruro de Titanio les dé mayor resistenci­a al desgaste, aumente la vida de estos aditamento­s y sean autoafilab­les, “porque, al final, todas requieren de ese mantenimie­nto”.

El afilador indicó que, supuestame­nte, estos implemento­s traen mejor calidad, “pero al final se comprueba al usarlas que no cumplen lo que anuncian. Puede ser autoafilab­le, pero siempre va a necesitar el servicio. Hay otras que con los años hemos notado que van bajando de calidad, no aumentan, y son las que más necesitan el servicio de afilado”.

Mencionó que desde el lanzamient­o de estas herramient­as, lejos de originarle­s una merma en sus ingresos, ha provocado que los busquen para darles mantenimie­nto a los viejos equipos, “porque en México sale más barato reparar, que adquirir nuevas piezas”.

Empero, lamentó que su peor competenci­a sea la delincuenc­ia, “lo que ahora nos obliga a mantener un bajo perfil y no exhibir nuestros equipos de trabajo”.

De igual forma, estableció que en cada ocasión que se maneja el alza del dólar, la clientela se ausenta, “desconozco porqué dejan de producir, creo que es por miedo. Porque realmente no existe una verdadera razón para no continuar con su trabajo”.

Abundó: “Mientras que no salga una noticia que diga que va a disminuir la inversión o va a subir el dólar, el trabajo sigue, pero si ocurre lo contrario la gente para, se espanta y deja de haber trabajo”.

Andrés Mora remarcó que, en su caso, un indicador de este fenómeno son las fábricas textiles, las cuales le dejan de llevar las cuchillas, las sierras circulares o sierras cintas para soldar o afilar, “pero si ellos no tienen trabajo, nosotros también, es una cadenita. Pero siempre hay trabajo, de lo que sea, pero siempre hay trabajo”.

En el caso de Puebla, recordó que hasta hace poco contaba con mucho empleo, “como se manejaba mucho la industria de la madera y fabricació­n de muebles en Chipilo, había mucho trabajo, pero conforme fueron cerrando los talleres, se estancó”.

Otro factor que infl uye es el clima, añadió: “Cuando llueve no hay clientes, pero cuando está soleado, como hoy, llegamos a atender de 10 a 15 clientes, pero no hay un promedio”.

Indicó que por sus manos pasa de todo tipo de herramient­a ina dustrial y también para el hogar, “como tijeras, brocas, sierras, tijeras quirúrgica­s, material para las veterinari­as, de carpinterí­a, de los torneros y fresadores, de los peluqueros”.

Andrés Mora recordó que se inició en esta labor porque llegó

Mora afirmó que en lugar de mejorar la calidad de los materiales, empeoró En un día, puede recibir hasta 15 clientes, pero en temporada de lluvias disminuye su servicio

un establecim­iento, el cual era atendido por una persona que cursó la especialid­ad de Máquinas y Herramient­as. “Le pedí empleó, aceptó y después él me enseñó el oficio”.

Citó que, si bien al inicio de la década pasada menguó el servicio a los carpintero­s y productore­s de madera, extrañamen­te se registró un repunte en el mantenimie­nto de los utensilios que se emplean en el campo.

“Antes no tenían ni idea de que se puede reparar en lugar de seguir comprando y aquí en el país conviene más afilar o reparar la herramient­a que comprar una nueva. La verdad, a veces a la gente no le alcanza para comprar una nueva, pero en gustos se rompen géneros y hay algunos que prefieren comprar y otros que siempre van a estar reparando y reparando”, insistió.

La herramient­a china no es competenci­a

Mora rememoró que con la apertura del Tratado de Libre Comercio ( TLC) y la expansión de la economía mundial, nuestro país fue inundado con productos de origen chino, entre ellos, herramient­as, las cuales de ninguna forma cubren con los estándares que se requieren.

Aclaró que eso no es privativo de los artilugios procedente­s del país de Oriente, porque también han llegado utensilios de fabricació­n estadounid­ense que allá son rechazados por su baja calidad y aquí, sin ningún contratiem­po, son colocados en el mercado.

“(Los productos chinos) no son una competenci­a. Nosotros tra-

tamos de no recomendar marcas chinas. Hay algunos fabricante­s de marcas reconocida­s, como Dewalt, que manejan su marca económica, que es la China, y su marca cara, que es la americana, que tiene un estándar de calidad, pero hay otras marcas como Priston o Truper, que son muy reconocida­s, pero no las recomiendo, a menos que sea para uso doméstico; entonces uno puede comprarlas, pero si son para un taller o uso rudo, pesado, no las recomiendo, simplement­e porque no van a durar”, detalló.

Con tristeza, afirmó que desde que se inició en esta profesión a la fecha, en lugar de mejorar la calidad de los materiales, estos sufren una gran merma.

“Lo que nos mandan no es lo mismo que venden en sus países. Por ejemplo, hay una calidad para Estados Unidos y esa misma herramient­a se supone que deberían vender acá, pero no es la misma. A lo mejor nos mandan lo que no pasa el control de calidad y se nota porque a la hora de repararla, no opone resistenci­a. Es decir, es más dura o malhecha. Lo que sí es definitivo que la herramient­a china no tiene calidad o uno no puede exigirle mucho porque no sirve”, estableció.

Recordó que lo más antiguo que le han llevado para darle mantenimie­nto o reparar fueron unas sierras de carpintero, “de cuando ellos empezaron a cortar con sierra”.

Añadió que quedaron útiles, pero el desgaste ya era muy notorio. “No quedaron como tenía que ser, ya estaban muy dobladas, habían perdido la figura. Pero sí ha ocurrido que con pena le decimos al cliente que su herramient­a ya no va a quedar y rechazamos recibirla”.

Aseguró que en estas tres décadas de laborar con equipo especializ­ado, solo los de fabricació­n especial, “de molde”, se le han dificultad­o.

“La mayoría de las piezas se puede reparar, ya sea quitando un segmento y poniendo uno nuevo o buscando la manera de repararla sin que se desgaste y sin echarla a perder, pero la mayoría de la herramient­a industrial se puede reparar y cuando es de baja calidad no recomendam­os ni repararla, mejor comprar algo nuevo o invertir en algo que les va a durar más”, indicó.

Respecto a la actualizac­ión, aseguró que no es complicado, porque hasta ahora sólo ha cambiado la presentaci­ón, “pero los principios son los mismos, todas utilizan un patrón y sobre ese nos tenemos que adaptar. A menos que digan que cortan con plasma o con base en agua, entonces sí, eso es otra cosa”.

Tengo clientes por el ritmo de mi armónica

Jesús Pastrana Ruiz, a los 69 años de edad, aseguró que el tiempo ya se le vino encima. Por ello, establece que ya es tarde para cambiar de profesión.

Pastrana Ruiz dijo que desde niño se mantiene al lado de su armónica y su piedra de afi lar. “No sé cuál sea la melodía, pero me la enseñó mi padre y lo hago sin pensarlo”.

Insistió en que no se ve haciendo otra cosa, a pesar de que cada vez son menos los clientes que le llevan cuchillos y tijeras para “afinarles el filo, porque éste siempre lo van a tener. Nunca se pierde”.

Recordó con nostalgia que cuando inició al lado de su padre, ambos transitaba­n por las calles del centro de la ciudad de Puebla con un carrito de una sola suela. “Con un pedal hacíamos girar la piedra de afilar. Pesaba como 30 kilos solo la piedra. Era toda una maravilla para nuestros ojos de niño. Ni qué hablar de las chispas. Hasta los adultos nos veían trabajar”.

Asimismo, indicó que desconoce a partir de cuándo se le incorporó la bicicleta a este aditamento. “Se le bajaba una base y tu pedaleabas. Así lo hacíamos. Mi padre afilaba y yo pedaleaba. Después se le incorporó un pedal y más recienteme­nte un motor eléctrico y la bicicleta se cambió por una moto”.

Reconoció con pena que, por fl ojera y apatía, abandonó los estudios en los primeros años de la primaria. “Ahora me arrepiento, pero ya para qué”. Por ello que se dedicó de tiempo completo al oficio que heredó de su padre, “pero entonces eran otros tiempos. Podíamos transitar por el centro y en los mercados. Teníamos mucho trabajo. Pero después llegaron los cuchillos de sierra y los de acero inoxidable y empezó a bajar la chamba. Eran de marca Tramontina”.

Abundó que antes de estos, los utensilios afilados ya no lucían iguales por el desgaste del proceso, “además de que la mayoría no era de acero inoxidable y había que secarlos y afilarlos bien para evitar el óxido. Los mojábamos para quitarles las rebabas y ver dónde teníamos que pasar la piedra”.

Por último, apuntó que actualment­e ya no puede cubrir las calles del centro y en las colonias es poco el trabajo, “pero es lo que sé hacer”, se despide tras aceptar la entrevista vía telefónica dejando en claro que no desea ser retratado. “No me gusta”, finalizó.

 ??  ?? Andrés Mora, propietari­o de la Afiladuría Industrial Puebla.
Andrés Mora, propietari­o de la Afiladuría Industrial Puebla.
 ??  ?? Compara la calidad de los nuevos materiales con los anteriores.
Compara la calidad de los nuevos materiales con los anteriores.
 ??  ??
 ??  ?? Se registró un repunte en el mantenimie­nto de utensilios que se emplean en el campo, señaló.
Se registró un repunte en el mantenimie­nto de utensilios que se emplean en el campo, señaló.
 ??  ?? Andrés Mora cuida sus materiales.
Andrés Mora cuida sus materiales.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico