Imperialismos malos e imperialismos buenos
Aver: ¿cuál es el país de nuestro subcontinente que más intervenciones militares ha tenido en otras regiones del planeta? Cuba, señoras y señores. Los soldados del régimen castrista estuvieron en Argelia, en 1963; en la República del Congo, en 1964; en Siria, en 1973; en Angola, de 1975 a 1991; en Etiopía, en 1977; y, vamos, en Nicaragua, durante la Revolución sandinista, hasta 1990. Ah, y los cubanos implementaron también estrategias de desestabilización en diversas naciones latinoamericanas como Bolivia, El Salvador y, ahora mismo, Venezuela. ¿Podemos, entonces, hablar de un imperialismo cubano o, por lo menos, de un nefario intervencionismo dirigido a socavar el edificio de las democracias e instaurar la mentada “dictadura del proletariado” en nuestros países? Pues, ustedes dirán.
Naturalmente, los Estados Unidos también han invadido naciones latinoamericanas y han apoyado el asentamiento de odiosos regímenes represores en Chile, Guatemala y Brasil, entre otros territorios. El pretexto era el combate al comunismo y uno se pregunta, vista la catastrófica actual situación económica y social de Venezuela, si el tema de que se inmiscuyeran directamente en terceros países no era, después de todo, un mal menor. Digo, Pinochet ya se fue; en la República de Cuba, mientras tanto, sigue reinando la dinastía de los Castro. Y, vistas las cosas, el inefable señor Maduro a lo mejor gobernará durante otros 40 años.
En, fin, lo que debiera importarnos no es la imposición de un sistema o del otro sino, en términos mucho más prácticos e inmediatos, la suerte de los ciudadanos que habitan los países de esta región que compartimos, desde Tierra de Fuego hasta Tijuana. El sufrimiento y el malestar de quienes conllevan las durezas de regímenes como el de Maduro debiera importarnos y preocuparnos grandemente, señoras y señores. El dictador venezolano se ha arrogado abusivamente el derecho de hablar en nombre del “pueblo” y de proclamar los inmarcesibles principios de la “justicia social”. Pero, no es cierto. Reina, como un sátrapa, para preservar los intereses personalísimos de una minoría corrupta y depredadora. Ah, pero si lo intentaran derrocar los Estados Unidos no sería una “guerra de liberación” como las emprendidas por los cubanos. Sería otra manifestación del aborrecible “imperialismo yanqui”. Uf…