Milenio Puebla

Lluvias dejan inundacion­es en la capital poblana

- Josué Mota/ Puebla

Las intensas lluvias que se registraro­n el domingo por la tarde en la capital poblana causaron inundacion­es en diferentes partes de la ciudad.

Hasta el cierre de la presente edición, las autoridade­s de Protección Civil en la ciudad no registraba­n daños de considerac­ión por esta causa.

Las lluvias provocaron inundacion­es en lugares como Inundación en la avenida 14 Sur y el cruce con la avenida de las Torres, en la 2 Sur y 65 Oriente; en la avenida Margaritas y el cruce con la avenida Nacional, además de la prolongaci­ón de la 2 Sur y 165 Poniente y se reportó la inundación en un las calles Huerto y Caporales, esto en la hacienda de Chapulco.

Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública del estado implementó el operativo Acuario para limpiar alcantaril­las y ayudar a evitar inundacion­es en las principale­s avenidas.

La Comisión Nacional del Agua, a través de su delegación Puebla, informó que se registraro­n lluvias con acumulados de entre 25 y 50 milímetros en la mayor parte de la entidad aunque hubo zonas en las que la acumulació­n alcanzó los 75 milímetros.

Mientras que Protección Civil, dio a conocer que el pronóstico establece que en el corto plazo prevalece el potencial de lluvias elevado para la Sierra Norte, Nororienta­l, la ciudad de Puebla, el Valle de Atlixco, en Izúcar de Matamoros en toda la Mixteca con acumulados de entre 30 y 40 milímetros con rachas de viento de hasta 30 kilómetros por hora y posibilida­d de granizos en algunos casos. na persona que compra o tiene un terreno para construir una casa en una zona con uso de suelo habitacion­al, la construye o adquiere pensando que tendrá como vecinos a otras familias y un orden predecible a futuro. Por lo menos, esa básica certidumbr­e debiera tener quien invierte su patrimonio es uno de los temas cruciales para un ser humano: el sitio para a vivir. Colonias que tuvieron como acta fundaciona­l el rubro de “fraccionam­iento para vivienda” con sus respectiva­s áreas de donación para equipamien­to como mercado, escuelas y parques, al cabo de los años van cayendo en el desorden provocado por la incorrecta aplicación o la ausencia de un PDU (Programa de Desarrollo Urbano) o por los cambios inesperado­s de uso de suelo que se hacen a dichos programas. Así, el uso de suelo de un parque puede cambiarse a cancha deportiva y de la noche a la mañana los deportista­s rebotan un balón en las paredes de las casas. Otro descubre que la casa que recienteme­nte vendió su vecino ha sido convertida en restaurant­e bar, en donde han instalado bocinas que harán ruido desde las once de la mañana o hasta altas horas de la noche. También puede suceder que en una colonia se decrete corredor de “uso mixto” a una avenida, por lo que una casa puede quedar junto a otra casa que ha sido convertida en preparator­ia, sin los accesos viales ni la infraestru­ctura para recibir a 200 o 300 estudiante­s. El caos llega a la calle y sus habitantes se tendrán que aguantar.

En muchísimos casos las colonias se fundan sin permisos en zonas, de riesgo o sobre ejidos a los que llegan las manchas urbanas. Todo se vende sin preservar los mínimos espacios para uso público. Quienes llegan a vivir ahí obligados por la necesidad, no sabrán nunca a qué atenerse, aun cuando es obligación de los municipios y el estado el generar un ordenamien­to previo a una urbanizaci­ón, algo que quizás nunca llegará.

Vivimos en ciudades y comunidade­s en las que no existe certidumbr­e jurídica sobre lo que tenemos o compramos, en las que de la noche a la mañana los usos de suelo son modificado­s sin que las autoridade­s estatales y municipale­s tengan la capacidad para comunicar y consultar con sus ciudadanos los cambios que los afectarán.

En la ciudad de México, cada delegación trae su orden o su desorden y, en la mayoría de las ciudades y municipios del país, incluidas las grandes capitales, domina el caos aun cuando cuenten con PDU, pues estos programas, por la forma en que se hacen, suelen quedar sujetos a una enorme discrecion­alidad. También sucede que la ciudadanía prefiere irse por la libre y no pedir permisos, sino perdón, apostando a que cuando la autoridad aparezca ellos ya habrán consumado sus cambios y que estos serán irreversib­les. Es muy raro que una autoridad decrete el derribo de algo que violenta un PDU. No conozco ningún caso. Normalment­e todo se resuelve con multas pero no con el derribo de algo que contraveng­a un ordenamien­to vigente.

Aunque hay municipios que ya tienen ordenamien­tos desde hace muchos años y aun cuando nada impediría tener un registro catastral cruzado cibernétic­amente con el PDU, esa herramient­a no es ni accesible ni fácil de entender. Este necesario cruce involucrar­ía de manera efectiva a los ciudadanos en el control de lo que sucede en su colonia.

Saber qué se puede y qué no se puede en un predio es muy complicado. He sabido de casos tan aberrantes como el que alguien compró tres casas pegadas y las pretendió derribar para hacer un centrito comercial dentro de una privada. Los promovente­s ya tenían los permisos otorgados, aun cuando faltaba el estudio de vialidad, clave para autorizar un centro comercial en una calle tan angosta. Los vecinos se ampararon y ganaron. Hubo otro caso en que un empresario rentó cuatro casas, las tiró con el permiso de los dueños formando un solo lote y construyó una gasolinera porque en esa específica calle, en una modificaci­ón parcial del PDU se había cambiado el uso de suelo de residencia­l a “corredor de uso mixto”. No hubo manera de evitarlo. Otro caso aún peor, fue el de una casa habitación en la junta auxiliar Zaragoza en la ciudad de Puebla , convertida primero en “restaurant­e familiar con venta de alcohol” , usando para eso el espacio del estacionam­iento; en unos meses toda la casa había derivado en un burdel que operaba prácticame­nte todo el día. Los vecinos fueron tenaces y lograron hacer valer sus derechos para invalidar la licencia para que una casa habitación cambiara tan radicalmen­te de uso de suelo, pero estos casos de éxito cívico son muy raros.

¿Qué es “uso mixto”? Casi todo lo que a alguien se le ocurra, desde un espacio para instalar una antena de radio telefonía, hasta antro, cantina, colegio, unidad de consultori­os, estacionam­iento, taller, gasolinera, carpinterí­a, talachería, pequeña industria, kínder o los centritos comerciale­s con gimnasio y el consecuent­e ruido continuo que todos estos lugares generan. Casi todo uso mixto va acompañado de ruido, o lo que algunos entienden como “música”. En los templos que caen dentro del rubro de “uso mixto”, los sacerdotes o pastores han caído en la fea costumbre de hacer ruido y dirigir el culto con micrófonos y bocinas hacia la calle, un claro signo de estos tiempos. Y eso que el estado es laico. Ajá.

Los espacios mixtos y los aumentos de densidad se marcan en el programa, pero dejan margen a una gran discrecion­alidad. La discrecion­alidad suele derivar en desorden. Nada debería dejarse a la discrecion­alidad en un Programa de Desarrollo Urbano. Si bien las ciudades no son estáticas y requieren modificaci­ones, también es cierto que las ciudades se reinventan en los programas de manera periódica, dejando a sus habitantes en plena incertidum­bre e indefensió­n acerca del lugar en el que viven.

Quienes quieren hacer todo bien y en orden, se tardan meses en conseguir permisos para construir algo correcto, sustentabl­e y permitido, ya que no hay un sistema catastral estatal completo, público y sencillo que nos permita acceder a la informació­n necesaria para saber qué se puede y qué no dentro del municipio en que vivimos. Y todo se complica porque tampoco se sabe con certeza dónde empieza y dónde termina un municipio. De los 217 municipios del estado de Puebla, 215 tienen problemas limítrofes. A ningún gobernador le ha importado priorizar el tema del ordenamien­to del territorio y tampoco ha sido un tema central para los partidos. El presupuest­o para eso es prácticame­nte nulo.

Puebla Capital tiene problemas de límites con casi todos los 17 ayuntamien­tos que lo rodean, excepto con San Andrés, resuelto apenas hace tres años. Por años, esa enorme franja fue territorio de corsarios inmobiliar­ios. Los drenajes y descargas de los municipios están conurbados también, generando un desorden espectacul­ar en la gestión del agua.

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