La naturaleza suele pasar la factura…
El paso de Harvey por Texas con sus lluvias torrenciales, uno de los huracanes más feroces en la historia de Estados Unidos, dejó desaparecidos, más de 50 fallecidos y casi 2 millones de damnificados, entre ellos mujeres y hombres de origen hispano, lo cual me causa hondo pesar…
Los científicos formulan hipótesis sobre los orígenes del desastre y unos apuntan al calentamiento global y cambio climático, fenómenos en parte antropogénicos y despreciados por el presidente, que retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París.
Las narraciones de los afectados transmiten dolor, frustración y desesperación por lo sucedido durante la tormenta y las pérdidas patrimoniales: más de 100 mil viviendas dañadas, infraestructura pública y productiva devastada y un cálculo general de daños hasta por 100 mil millones de dólares; y, aunado a ello, el horror, el pánico y la impotencia que generan las fuerzas de la naturaleza que no son factibles de controlar.
Pero no obstante el nivel de la tragedia, hemos atestiguado la infinita, conmovedora y esperanzadora solidaridad y unidad que, en momentos decisivos, surge entre los seres humanos, pues todo un ejército de voluntarios se volcó para proteger, alojar y cobijar a niños, mujeres y hombres afectados, además de las distintas autoridades que han intervenido en la crisis.
Luego, individuos de todo estrato social hacen lo que está a su alcance para aliviar la desventura; por ejemplo, cuatro hombres de origen mexicano desafortunadamente perdieron la vida cuando la lancha en que recorrían un barrio de Houston para rescatar a víctimas de la inundación chocó con un poste de electricidad, cayeron al agua y fueron arrastrados por la corriente…
En este preciso escenario resulta incoherente y hasta cruel que, azuzada por un grupo de gobiernos estatales vergonzosamente republicanos —incluido el de Texas—, la Casa Blanca haya deslizado la probable cancelación del DACA, programa que protege de la deportación a 800 mil niños y jóvenes inmigrantes indocumentados; situación que cubre de angustia, pavor e incertidumbre a miles de
dreamers que aportan a EU su esfuerzo para crecer como buenos estudiantes, ciudadanos y trabajadores, como lo han avalado varias empresas importantes.
Y visto así que la naturaleza pasa factura por los daños que sufre, bien haría el aprendiz en considerar estos hechos y rectificar sus decisiones ambientales y migratorias o, en caso contrario, el gobierno estadunidense se seguirá inundando de sus sinrazones, mezquindades y odios que, al final de cuentas, el pueblo y la vida misma le cobrarán...