Nosotros los guapos y Entre sapos
E l viernes de la semana pasada se estrenó la nueva temporada de
Nosotros los guapos en Las Estrellas y no sé usted pero yo todavía no puedo parar de reír.
¡Qué buenísima está! Como que los responsables de este proyecto agarraron confianza después de ver la aceptación de la gente, se deschongaron y el resultado es magnífico.
¿En qué me baso para decirle esto? En que se nota un crecimiento en los personajes, en que la dirección alcanzó niveles mucho muy superiores y en que se siente una evolución de lo más favorable en la producción.
Aquello no solo está chistoso, se ve de alta calidad y conseguir eso sin dejar de atender a las numerosísimas audiencias de la televisión abierta privada nacional no es cualquier cosa.
Ojo, Nosotros los guapos siempre estuvo bien pero ahora está mejor.
Los libretos plantean situaciones más elaboradas, el reparto original ha sido enriquecido con más y mejores figuras y aquello no deja de ser
televisión como la de antes, pero con perspectivas como las de ahora.
Yo lo único que lamento es que esta comedia, que es una suerte de crossover de La hora pico con María de todos los
Ángeles y que podría ser un cañonazo como en su momento lo fueron títulos del calibre de Doctor Cándido Pérez, La carabina de Ambrosio y Mi secretaria, esté en el peor horario del peor día de la semana.
Obviamente hay público para todo pero dudo que los autores de lo nuevo de Nosotros
los guapos se hayan sentado a estudiar a las audiencias que miran Las Estrellas los viernes, después de las 23: 00, para atenderlas como se merecen.
¿Quién mira televisión abierta privada nacional los viernes después de las 23: 00?
¿Quién se queda en casa para hacerlo? ¿Quién, frente a la poderosísima oferta de las otras ventanas, decide que lo que va a ver es Nosotros los guapos, que no tiene nada, absolutamente nada, como para que lo consideremos “programa de medianoche”?
Sí, existe la opción de observar esto en internet, en Blim y en muchas otras plataformas, pero quiero ver la cara de los señores de Las Estrellas cuando les pidan los resultados específicos de su ventana ante esta decisión tan extraña en términos de programación.
Por favor, a pesar de la barra Noche de buenas, luche por ver hoy lo nuevo de Nosotros los guapos.
Se va a reír como energúmeno y terminará de adorar a personalidades como Adrián Uribe (El Vítor), Ariel Miramontes (Albertano) y Carmen Salinas. Se lo garantizo.
Teatro para todos
Acabo de estar en el Teatro Legaria de Ciudad de México para apadrinar, una vez más, Entre sapos.
A ver, a ver. ¿Cómo que otra vez? ¿A poco las obras de teatro se apadrinan varias veces?
Es que Entre sapos es un fenómeno muy especial que comenzó hace muchos años como espectáculo de bar y que fue creciendo hasta convertirse en un referente con muchas temporadas en muchos teatros de muchos puntos geográficos de la capital del país.
Me encanta que ahora esté en el Teatro Legaria porque en este espacio, ubicado en una zona fundamental por su densidad geográfica y particularmente necesitada de opciones de entretenimiento, hará felices a miles de familias.
Mis respetos para Alejandro Medina y Antonio Escobar que rescataron ese espacio hasta transformarlo en una plataforma donde se presentan más de 12 obras diferentes a la semana.
Entre sapos es un espectáculo que yo quiero mucho porque no es una franquicia internacional, un show de cabaret, un atascadero de albures o un ejercicio experimental.
Es teatro mexicano bonito para ir a ver con la familia, los amigos o la pareja, para contar todas esas canciones en español que millones de personas nos sabemos de memoria ( incluyendo Arjona) y para reír sin complicaciones.
Esto, que suena tan básico, es lo que casi no existe en cartelera y lo que Alejandra Morán y Javier de la Vega nos ofrecen de una manera preciosa, honesta, luminosa.
Como seguramente usted se imagina por el título, Entre
sapos es una comedia sobre las relaciones de pareja en la actualidad, sobre este asunto de que hay que besar muchos sapos antes de llegar al supuesto príncipe azul.
Pero, además, es un juego que a los asistentes les encanta, en donde se habla de los diferentes tipos de “sapos” y de “ranas” con los que hay que lidiar en nuestra vida cotidiana.
Su puesta en escena es muy sencilla pero en esa sencillez radica la fascinación que puede llegar a conseguir con los espectadores que inmediatamente se identifican con los personajes, con las situaciones y que no dudan en reír y cantar a la menor provocación. Entre sapos es como El show
de terror de Rocky, pero en romántico. Estar ahí es un asunto de culto, de terapia, de vengo a echar relajo. Por algo ha durado tantos años en cartelera.
Por favor anímese a verla y a gozar con todos esos chistes y con todas esas canciones. La información está en internet.