¿Saben sumar los independientes?
Entre el 16 de octubre y el 12 de febrero próximos, aquellos que se han inscrito y han sido aprobados para aspirar a un lugar en la boleta de 2018 como candidatos independientes para la Presidencia de la República tendrán que conseguir sus firmas de apoyo.
Son muchos, qué bueno. Aunque sabemos que para los que tienen una posibilidad de juntar las 866 mil 593 firmas distribuidas en al menos 17 entidades donde se alcance 1 por ciento del padrón de esa entidad no será sencillo.
Un ejemplo: la app del INE con la que gestores autorizados por el aspirante podrán registrar la firma de manera electrónica es un proceso que, con base en los videos tutoriales, podría, en la realidad, tomar de dos a tres minutos cada firma de un convencido, con una buena conexión de internet y cuidando que la iluminación sea la correcta, el encuadre sea correcto y la fotografía no esté movida. (Estas son normas del INE). Digamos pues que hay que conseguir un millón de firmas —contemplada la merma de credenciales caducas, firmas mal puestas, etcétera—. Es decir, unas 33 mil horas hombre de chamba, sin incluir las horas para encontrar y convencer a los firmantes.
Eso, en la mayoría de los casos, sin estructura clientelar, sin mucho dinero —¿quién da dinero a un emprendimiento con pocas posibilidades de éxito?—. En fin, yo de esas cosas no sé nada, pero no me parece fácil.
Aumente usted que, si alguien firma por Margarita, ya no puede firmar por Pedro, ni por El Bronco, ni por Marichuy. Es decir, cuánto fervor hay por los independientes, porque cada uno necesita su millón de firmas.
Pensemos, por ejemplo, en Gabriel Quadri en 2012. Con la ayuda de Elba Esther y su sindicato que sabían de eso de movilizar, con alguna buena aparición en un debate, con miles de spots, logró poco más de un millón de votos. Por ejemplo, en la contienda interna del PAN de 2012, que estuvo muy disputada y pletórica en cobertura mediática, votó medio millón de panistas.
Los partidos cuidaron de poner la barrera de entrada muy alta.
Cuando escucho de una boleta llena de independientes, pues no sé, no me salen las cuentas. Es probable que yo no tenga idea de esto, pero apostaría que, si llegan dos, ya será para aplaudirles, o de averiguar cómo le hicieron. Y pensar mal. Porque según dicen, las firmas también se venden.