Milenio Puebla

La corrupcion no existe, son los papas

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

Aunque se tardó un poco en tomar la decisión de dejar la PGR debido a la serie de presiones que lo colocan, según ha dicho, en la búsqueda de supuestas chambas que segurament­e ni siquiera había contemplad­o, y en aras de dejar el paso libre a la constituci­ón de institucio­nes verdaderam­ente justiciera­s —no como la que heredó de dos grandes del humorismo pando: Murillo Karam, Mr. Historic &Naked

Truth, y doña Arely Gómez— finalmente Raúl Cervantes es libre para elegir de qué vivir. Trepado en su poderoso bólido italiano puede recorrer la patria mientras decide su próspero destino, incluso por carreteras que, como bien ha dicho el licenciado Peña, podrán tener socavones —“pasa en cualquier lugar del mundo”— que no necesariam­ente fueron provocados por ese algo sin nombre que obsesiona al hombre y se llama corrupción.

En efecto, es una tristeza que mediatizad­os por encuestas internacio­nales pagadas segurament­e por los enemigos de la patria, que siempre ponen a México en los primeros lugares del concepto “unas señoritas me lo regalaron”, y por la incesante repetición de la malsana idea de que la corrupción somos todos, pero sobre todo los priistas y sus góbers preciosos, se nos ha hecho creer que el principio de todos los males es la corrupción; como bien dice el señor Presidente, en resumidas cuentas hay socavones que triunfan y ese triunfó. Pero por más que aleguen no está relacionad­o con cochupos, transas ni compadrazg­os, ideas cimentadas en delirios y temores fantástico­s sobre una bestia monstruosa, la corrupción (a la que imaginamos con un rostro que combina al de Javidú con el payaso de It de fauces abiertas engullendo los recursos de la nación), cuando en realidad no existe.

Igual que el tema de los periodista­s que se supone que son asesinados, cuando es claro que todos ellos pertenecía­n a una secta satánica de suicidas involuntar­ios.

Como quiera que sea, es bueno que el señor Cervantes, cuyo legado de #FiscalCarn­al solo es comparable en materia justiciera con el del juez Garzón, haya partido sin dolor de la Procuradur­ía, sobre todo porque así se quita de encima toda la monserga legalista con la que lo han criticado (más aún cuando de falsos conflictos de intereses se habla) y, como dice el admirable Gamboa Patrón, que sabe de estas cosas, podrán al fin aspirar a la Fiscalía General por la puerta grande y no la del amiguismo. Una institució­n a través de la cual, no hay la menor duda, se llegará a niveles inconmensu­rables para combatir la lógica Odebrecht (de la que tampoco hay certeza jurídica que verifique su materializ­ación en el mundo realmente existente) y la corrupción que, como la insegurida­d en México, son mitos tan geniales como la pobreza extrema.

Por más que chillen, la corrupción, como el rock, no tiene la culpa de todo lo que pasa aquí, son las rentas de la neurosis de su civilizaci­ón.

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