La corrupcion no existe, son los papas
Aunque se tardó un poco en tomar la decisión de dejar la PGR debido a la serie de presiones que lo colocan, según ha dicho, en la búsqueda de supuestas chambas que seguramente ni siquiera había contemplado, y en aras de dejar el paso libre a la constitución de instituciones verdaderamente justicieras —no como la que heredó de dos grandes del humorismo pando: Murillo Karam, Mr. Historic &Naked
Truth, y doña Arely Gómez— finalmente Raúl Cervantes es libre para elegir de qué vivir. Trepado en su poderoso bólido italiano puede recorrer la patria mientras decide su próspero destino, incluso por carreteras que, como bien ha dicho el licenciado Peña, podrán tener socavones —“pasa en cualquier lugar del mundo”— que no necesariamente fueron provocados por ese algo sin nombre que obsesiona al hombre y se llama corrupción.
En efecto, es una tristeza que mediatizados por encuestas internacionales pagadas seguramente por los enemigos de la patria, que siempre ponen a México en los primeros lugares del concepto “unas señoritas me lo regalaron”, y por la incesante repetición de la malsana idea de que la corrupción somos todos, pero sobre todo los priistas y sus góbers preciosos, se nos ha hecho creer que el principio de todos los males es la corrupción; como bien dice el señor Presidente, en resumidas cuentas hay socavones que triunfan y ese triunfó. Pero por más que aleguen no está relacionado con cochupos, transas ni compadrazgos, ideas cimentadas en delirios y temores fantásticos sobre una bestia monstruosa, la corrupción (a la que imaginamos con un rostro que combina al de Javidú con el payaso de It de fauces abiertas engullendo los recursos de la nación), cuando en realidad no existe.
Igual que el tema de los periodistas que se supone que son asesinados, cuando es claro que todos ellos pertenecían a una secta satánica de suicidas involuntarios.
Como quiera que sea, es bueno que el señor Cervantes, cuyo legado de #FiscalCarnal solo es comparable en materia justiciera con el del juez Garzón, haya partido sin dolor de la Procuraduría, sobre todo porque así se quita de encima toda la monserga legalista con la que lo han criticado (más aún cuando de falsos conflictos de intereses se habla) y, como dice el admirable Gamboa Patrón, que sabe de estas cosas, podrán al fin aspirar a la Fiscalía General por la puerta grande y no la del amiguismo. Una institución a través de la cual, no hay la menor duda, se llegará a niveles inconmensurables para combatir la lógica Odebrecht (de la que tampoco hay certeza jurídica que verifique su materialización en el mundo realmente existente) y la corrupción que, como la inseguridad en México, son mitos tan geniales como la pobreza extrema.
Por más que chillen, la corrupción, como el rock, no tiene la culpa de todo lo que pasa aquí, son las rentas de la neurosis de su civilización.