Buenasvibras o el regreso de los talkshows
El problema de Buenas vibras, el nuevo programa vespertino de GalaTV, es que rompe la tregua de los talk
shows que se había impuesto en la industria de la televisión mexicana.
Yo no sé si esto se hizo por órdenes de alguna autoridad, por un pacto de caballeros entre empresarios o por un acuerdo entre anunciantes y asociaciones que se merecen todo nuestro respeto como A Favor de lo Mejor.
El caso es que, como a usted le consta, hace tiempo, como resultado de eso, se fueron dos de los programas más exitosos de toda la televisión abierta nacional:
Laura y Cosas de la vida. Mucho dinero dejó de entrar a Las Estrellas y a Azteca 13. Mucha gente se quedó sin trabajo. ¿Y todo por qué? Por culpa de esta decisión. Televisa, al estrenar Buenas
vibras, le está dando pie a Tv Azteca y a Imagen Televisión a que contesten sacando algo igual o peor.
¿Ésa es la idea? ¿Distraer a las multitudes justo ahora que están por iniciar las campañas electorales?
No es que uno quiera pensar mal pero, honestamente, estos señores se ponen de pechito.
Buenas vibras no es una revista familiar para ver por las tardes, es una mutación de algunos de los talk shows más escandalosos de todos los tiempos.
Tenemos a un conductor abordando temas que van desde “mi jefe no me quiere en la oficina porque no uso zapatos de tacón” hasta “mis papás odian a mi novio porque tiene tatuajes”.
Mientras esto sucede, personajes caracterizados como en carnaval “aconsejan” a las audiencias mientras que a la gente se le van los ojos en dinámicas sexistas o jugando a que van a violar la intimidad de personalidades como Lorena Herrera.
Y tenemos actores disfrazados de los siete pecados capitales, y tenemos a otros caracterizados como los signos del zodiaco, y lo de las buenas vibras se resume a la promoción de la ignorancia y a ver cómo estos personajes mueven las nalgas.
Evidentemente, este programa es una falta de respeto para el buen recuerdo que dejó El Coque
Va, el programa nocturno de variedades de GalaTv que tuvo que sacar del aire para que se pudiera pagar Buenas vibras.
Pero la que debe estar verdaderamente furiosa es Laura Bozzo. ¿Valió la pena que le cancelaran su programa? ¿Para acabar en esto fue que la trataron como la trataron?
La señorita Laura es millones de veces mejor que Paul Stanley, el titular de este proyecto, y que cualquiera de sus compañeros para jugar con esta clase de situaciones. ¿Por qué no la regresaron a la tele? ¿Sabe por qué? Porque Buenas
vibras, desde su título, navega con una bandera que no le corresponde. Es un ejercicio de doble moral.
Como su conductor es Paul Stanley, hijo de Paco Stanley, y el vestuario de éste (más uno que otro colaborador) evoca Acábatelo, el programa vespertino de Mario Bezares en Multimedios Televisión de Monterrey, todo aparenta ir por otro lado.
¿Cuál? El de los shows vespertinos de corte populachero, el de los programas precisamente como los que hacía Paco Stanley en los años 90. ¡Pero nada qué ver! Buenas
vibras es perverso. Aquí la idea es llamar la atención a la mala pero minimizando los ataques utilizando a Paul Stanley como si fuera un escudo humano.
¿Quién se atrevería a echársele encima al pobre Paul cuando el recuerdo de su papá sigue tan presente entre nosotros y cuando es obvio que algo se debe estar moviendo dentro de él por el tamaño de oportunidad que esta recibiendo? El chisme es que Buenas
vibras nace para hacerle sombra a Enamorándonos.
¡Pues peor tantito! Debe ser muy triste sacar un programa de televisión no porque exista algo que se quiera decir sino para meterle el pie a otro.
Eso no es competencia, es retroceso. ¿O qué, acaso usted no se sintió en Hasta en las mejores
familias mirando a aquellas criaturas pintadas de un manera tan decadente haciendo como que se peleaban por un perro para jalar rating fácil?
¿Hacia allá es adónde tenemos que volver? ¿A los peores programas de la historia reciente de la televisión mexicana?
No tengo nada contra la televisión popular ni de los talk shows ni de ningún conductor pero esto no está bien. Buenas vibras no es un acto de amor, es un acto de odio.
La gente que está ahí sabe que está haciendo algo malo, que le está tomando el pelo a la gente. ¿Qué diferencia hay entre producir esta clase de programas y salir a la calle a vender drogas?
A mí lo que me preocupa, insisto, es la reacción de Tv Azteca, de Imagen Televisión y, ¿por qué no?, de otras oficinas de producción de Televisa.
¿Qué pensarán los señores del gobierno después de haber visto esto? ¿Qué pensarán los anunciantes? ¿Y los de las asociaciones como A Favor de lo Mejor?
¿No habíamos quedado en que ya no se iban a hacer talk shows? ¿Cuál va a ser su respuesta? Televisa les acaba de dar permiso de regresar por la puerta grande. ¿O usted qué opina?