PRD, los retos de Carlos Martínez
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) local se quedan quienes asumen este proyecto político como un híbrido, alejado de su origen de “izquierda”.
Se fueron de este partido los que por convicción buscaron, de manera legítima, otra opción partidista, pero también se unieron al éxodo quienes han hecho del arribismo político una manera de lucrar para su beneficio personal.
A ex dirigentes como la diputada local Socorro Quezada no se le puede criticar por seguir una opción partidista distinta, como ocurre con sus afectos por el partido Morena, pues se le cuestiona su deshonestidad, al ostentarse como dirigente del PRD y desviar recursos a favor de otro partido.
La resolución adoptada por la Comisión Jurisdiccional de suspender los derechos partidistas a la ahora ex dirigente estatal, abre una nueva etapa en el partido del sol azteca.
Al ser electo dirigente estatal por unanimidad de los consejeros, Carlos Martínez Amador enfrentará retos: el rescate de la estructura partidista, fortalecer los liderazgos y restituir la vida democrática de los órganos de gobierno partidista.
Si bien una de las tareas primordiales de Martínez Amador será construir la alianza electoral para los comicios locales de 2018, independientemente de cómo definan el método de la elección del candidato presidencial en el Frente Ciudadano por México (FCM), lo importante será unir al PRD.
Este partido debilitado por las defecciones de personajes como Luis Miguel Barbosa Huerta, debe reinventarse para convertirse en un instituto político relevante, en una amplia coalición electoral en el estado, porque de otra manera terminará como “cola de ratón”.
Carlos Martínez deberá lidiar en los debates internos con corrientes políticas como Alternativa Democrática Nacional (ADN), quien tiene como cabeza visible a Roxana Luna Porquillo, que lo obliga a mantener una pluralidad política y democrática.