La crisis de las becas de Conacyt
Este sexenio, diversos estudiantes mexicanos en el extranjero han alzado la voz: las becas que les otorga el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para pagos de colegiatura de posgrado y manutención han sido depositadas con mucho retraso o se siguen debiendo.
Mexicanos que estudian en las universidades más prestigiosas del mundo reclaman que no pueden graduarse porque Conacyt no cumple con sus obligaciones.
En el caso de Oxford, a mediados de 2017 había estudiantes cuyos títulos no se expedían porque Conacyt no había pagado colegiaturas desde 2015. A uno en particular, Oxford le notificó que si no cumplía con el pago y lo hacía pronto, se le echaría del dormitorio en el que vivía y se le cancelaría la visa de estudiante.
En Stanford, el cónsul mexicano en San José incluso tuvo que enviar una carta a Conacyt en la que se quejó de que la mala organización institucional, así como la deficiencia de comunicación en inglés de los funcionarios —quienes como requisito deben dominarlo—, afectaba la relación con la universidad. El problema creció tanto que el cónsul pidió un remedio “urgente”, “a fin de evitar un daño en la imagen de nuestro país”.
En Australia, una universidad notificó a Conacyt que si no pagaba, le cobraría la deuda directamente al estudiante.
Reportes como éstos hay decenas, y en cada uno el reclamo es el mismo: Conacyt nunca atiende llamadas telefónicas de los afectados, así sean casos de emergencia. Cuando se les escribe, la respuesta tarda meses, si es que acaso llega.
Todo esto está asentado en diversas comunicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores obtenidas vía transparencia para esta columna.
Mientras tanto, los estudiantes, muchos de los cuales dependen en su totalidad de la beca de Conacyt, quedan indefensos, en riesgo de abandonar sus estudios, y en algunos casos, incluso en riesgo de ser deportados. El país y los jóvenes que aspiran a poner su nombre en alto terminan humillados por la desatención de las instituciones mexicanas.