La maravillosa y siempre compleja memoria
Recordar, tener en mente, acceder y registrar información, son solo algunas de las funciones de la memoria, proceso que nos hace la vida fácil al momento de interactuar con el ambiente. Se piensa que el proceso de memoria surgió en las especies, cuando éstas comenzaron a moverse. Cuando el movimiento se volvió más sofisticado para buscar comida o espacios donde dormir, surgió la necesidad recordar dónde se encontraban, donde había más predadores o bien, qué alimentos eran más aptos. De ahí que la memoria está tan ligada al ejercicio y al sueño.
Los humanos obtuvimos ese regalo evolutivo y lo perfeccionamos diversificando las cosas que podemos recordar. Surgieron la memoria visual, la auditiva, la táctil, la olfativa, gustativa, semántica, fonológica y del dolor, cada una con sus reglas y procesos a nivel fisiológico y genético, que permite a su vez los distintos momentos en que se puede almacenar información, que son la memoria a corto, mediano a largo plazo. A todo ello, se agrega la capacidad no solo de almacenar información, sino de recuperarla, que es lo que muchos admiran de este proceso, que se explica muchas veces como el poner en pantalla aquello que se dejó grabado.
Si bien se valora la memoria, y se le da gran valor a quien puede recordarlo todo, lo cierto es que recordar demasiado es considerado una patología clínica. Tal es el caso del estrés postraumático, síndrome en el cual una memoria queda atrapada en el sistema, y las personas reviven un evento. La demencia es considerada el ladrón de la memoria. Los pacientes con esta condición van perdiendo los recuerdos, como en el caso del Alzheimer, en la cual se pierden las memorias más antiguas, mientras que en la demencia fronto-temporal, se pierde la memoria a corto plazo, lo cual convierte a los pacientes en dependientes de sus cuidadores, pues cuando inician una acción, olvidan o no registran dicha actividad.
A nivel educativo, se da por sentado que la memoria es capaz de reflejar el aprendizaje. Es complicado explicar qué es primero, si se aprende y entonces se recuerda, o si se recuerda y entonces se aprende, ambos procesos se retroalimentan; el problema es que no siempre las memorias son transferibles.
Aquellos que logran darse cuenta que lo importante es la memoria semántica, se dedicarán de tiempo completo a estudiar del libro, por ello sacan buenas calificaciones. Si es así, ¿vale la pena preparar clases y hacer tareas? La memoria tiene otra cualidad, no se puede almacenar todo lo que ocurre en el ambiente, tiene filtros específicos y, durante el sueño, se llevan a cabo procesos de limpieza de todo aquello que no tiene sentido, manifestó todo lo anterior en exclusiva, Alma Dzib Goodin, doctora en neurociencias de la Universidad Estatal de Moscú.
*Premio Nacional de Periodismo 2008 y 2016. Premio México de Periodismo 2013. Premio Nacional de Locución 2017. Director de la revista “Medicina Científica”.