1968/ 2018
Antes de levantar mi copa de sidra para brindar por el Año Nuevo y colmarlos de buenos deseos, me permitiré servirme una copita de tequila mientras les expongo mis tres razones básicas para oponerme a la Ley de Seguridad Interior.
La primera: el Ejército patrullando las calles es ineficaz si no tiene órdenes concretas para detener a determinados maleantes. Su sola presencia no resuelve( es como el acto demagógico de algunos gobernantes de inspeccionar zonas afectadas por desastres, como si su
solapresencia reconstruyera las zonas afectadas; al menos fueran como Moisés, que abría mares con su bastón).
La sola presencia del Ejército no ayuda en nada si los políticos, los narcos, los mandos policiacos y militares ya tienen armado su negocio de “tú me pagas y yo me hago de la vista gorda”.
Tampoco se necesita una ley para capacitar a los uniformados, basta con darles los diez mandamientos de la Iglesia católica (o su equivalente de otras religiones), para que no actúen como en San Salvador Atenco, pues parece que nomás esperan la orden de atacar para abusar sexualmente de las damas.
En segundo lugar, la presencia del Ejército en las calles no solo no ayuda en nada, sino que espanta a la población. El Partido Revolucionario Institucional nos subestima en sobremanera, o descaradamente se burla de nosotros, cuando mañosamente olvida las traumáticas actuaciones del Ejército en una época muy semejante a la actual, con una legislación parecida a la de la Ley de Seguridad Interior, 1968, cuando existía el delito de “asociación delictiva”, que prohibía reuniones de jóvenes por considerarse “subversivas”, ¿según el criterio de quién?
La Ley de Seguridad Interior, a la que se oponen asociaciones civiles, Derechos Humanos y la ONU, le da facultades a los uniformados de reprimir, censurar y espiar “si eso atenta contra la seguridad interior”, ¿según el criterio de quien?
El 18 de septiembre de 1968, por órdenes del presidente priista Gustavo Díaz Ordaz, el Ejército invadió Ciudad Universitaria, rompiendo récord mundial de desapariciones forzadas (por no hablar del 2 de octubre, cuando los soldados hicieron una cosa horrorosa que no se olvida).
Los millennials dirán: “¿Cómo crees que los soldados le van a disparar a jóvenes que se rebelan de forma pacífica?” Tampoco lo creían los millennials de los sesenta, y allí están las fotos de sus cadáveres. Yo le pregunto a Meade: ¿Cuál fue el delito de esos jóvenes, mandados a asesinar por el partido político del que usted es candidato? ( y no me conteste con un “es que me parece que caemos de nuevo en el esquema personal” ni con un “el artículo primero de la Constitución es un artículo que centra, obliga y que hace que todo gire en torno a los derechos humanos”, por favor. No soy tontito).
En fin, que los mexicanos no queremos ver soldados en las calles. Punto.
La tercera razón por la que me opongo a dicha ley tipo Porfirio Díaz, es que, retrocediendo cien años atrás, de paso implantan una “ley mordaza”, prohibiendo la libre expresión de las ideas (incluso en redes sociales), si el señalado acusa de que se “está vulnerando su honor y buen nombre”. ¿Acaso esas ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas no se han puesto a pensar que lo que daña su “honor y buen nombre” son sus actos abominables, inmorales y corruptos? (¡ y los cínicos que me están leyendo todavía se ríen! ¡qué poca, me cae! ¡ojalá se les atragante la langosta!)
Bueno, pues le tengo una mala noticia a todas esas ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas de la República mexicana: ¡no puedo dejar de decirles que son unas ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas!, aunque me hipnoticen, porque, ¿saben? A eso me dedico (me pagan por burlarme de las ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas) aparte de que mi naturaleza es socarrona, y por lo tato, me resultará ligeramente difícil no poder señalar a las ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas como lo que son: unas ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas.
Tampoco me da buena espina la urgencia por aprobar la Ley de Seguridad Interior poco antes de las elecciones. No lo tomen a mal, pero parece que tiene que ver con un fraude electoral.
Soy un paranoico, ¿saben? No me dan buena espina la renuncia del procurador Raúl Cervantes (a quien el PRI intentó imponer como Fiscal General, cargo mañosamente vacío) ni la remoción de Santiago Nieto de la Fepade (ni cómo éste se dejó remover, sin meter las manos). Movimientos drásticos preelectorales que a mí personalmente me inquietan. Si fuera un juego de ajedrez pensaría que están removiendo a los peones para dejarle el paso libre a los caballos.
Hace casi seis años, Marcelo Ebrard y Manuel Mondragón Kalb ordenaron la represión contra las personas que se manifestaban contra la toma de posesión de Peña Nieto, deteniendo incluso a personas que ni tenía nada qué ver, ¿qué se espera ahora que la gente está desprotegida, porley?
En 1988, veinte años después del movimiento estudiantil, con Salinas hubo una oportunidad valiosa para desterrar al PRI, la gente había salido a las calles por el sismo, el Mundial de futbol, la huelga de la UNAM, había una efervescencia que se perdió. A cincuenta años del movimiento vivimos un momento parecido, por las movilizaciones por el sismo y el surgimiento de un nuevo feminismo. Mientras el PRI sigue estancado en su mentalidad momificada del 68, nosotros aprendimos y evolucionamos con los tiempos. ¡Tenemos todo para sacar a Porfirio Díaz Ordaz de la barranca!
Ahora sí levanto mi copa de sidra y brindo por el año Nuevo. ¡Salud!
Mayita Mazariegos, bebétiburón, el 31 de diciembre fue tu cumpleaños, ¡te deseo salud, dinero y amor! Cómo
momager espero que este 2018 hagamos nuestro show de cabaret, para que podamos reírnos y burlarnos de las ratas hediondas, imbéciles, trácalas, insalubres, corruptas, decrépitas, vomitivas, imprescindibles y putrefactas. ¡Salud!