Intensidad emocional
Los tres políticos y sus partidos han sido objeto de fuertes críticas. Toda crítica implica una emoción. La diferencia está en la intensidad.
Un aspecto importante de la política, pocas veces observado y analizado, es el de la intensidad emocional. Hay opciones y situaciones políticas notablemente intensas, que llegan a hacer estallar las emociones de políticos y ciudadanos. Hay otras de baja intensidad. En el caso de los tres precandidatos a la presidencia de la República para este proceso, el que más moviliza las emociones, es sin duda López Obrador. Tanto a su favor como en su contra. Meade y Anaya son opciones de baja intensidad, por ahora.
Los tres políticos y sus partidos han sido objeto de fuertes críticas. Toda crítica implica una emoción. La diferencia está en la intensidad. Quienes están a favor del candidato de Morena, quizá la mayoría de ellos, piensan que de triunfar transformaría el país. Ya en el poder este partido y su líder resolverían, tal como han prometido, los problemas básicos del país. Y a bajo costo, sin aumentar impuestos.
Quienes lo rechazan ven en estas propuestas demagogia: ofrecimientos que no podrán cumplir. Ven también en ellas el regreso a las políticas de los años setenta del siglo pasado, que resultaron muy dañinas para el país, y que ahora serían todavía más costosas.
No se ve en el posible triunfo de López Obrador un cambio gradual o una continuidad, sino un cambio brusco. Sus simpatizantes creen que este cambio radical sería positivo para el país. Sus críticos creen que sería negativo, posiblemente desastroso. Por eso las emociones en torno a esta candidatura son intensas. En los casos de Meade y Anaya, el escenario más probable es el de continuidad con cambios graduales. En general se tiene la impresión, cierta o no, de que dejarían después de un sexenio un país un poco mejor o un poco peor. Pero no se espera de ellos ni la salvación de México ni el desastre. De ahí la baja intensidad emocional en torno a sus candidaturas. No hay nada seguro, pero lo más probable es que de los tres candidatos queden dos con posibilidades de triunfo. Las encuestas en una elección de tres, se dice, son una especie de primera vuelta electoral: eliminan al candidato que aparece en el tercer sitio al concentrar los votos en los dos que tienen posibilidades de ganar. Es probable que para finales de marzo ya se haya dado este proceso. Y es probable que la final sea entre Morena y alguno de sus dos rivales. De ser así, tendremos una elección intensa, emocionalmente hablando. Las emociones fuertes tienen ventajas: movilizan a las personas. Ante una posibilidad de cambio radical positivo o ante el riesgo de un desastre, las personas tienden a movilizarse. Pero la alta intensidad emocional puede nublar la razón. Puede crear esperanzas y temores ficticios. Enfrentamientos basados en falsas percepciones. Ahí hay un riesgo para la próxima elección. Al pensar, con razón o sin ella, que lo que está en juego al elegir al próximo presidente es mucho, la salvación o el desastre, puede haber acciones insensatas de diverso tipo.