Milenio Puebla

La furia de Trump, el silencio de gobierno y candidatos

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Ayer, The Washington Post reconstruy­ó con múltiples fuentes adentro de la Casa Blanca y con legislador­es la reunión aquella en la que Donald Trump terminó diciendo que no quería que llegaran a Estados Unidos migrantes de “países de mierda”.

Más allá de la nefasta expresión, lo que describe es a un Trump concentrad­o en el espíritu de la política migratoria estadunide­nse, aquella que ha permitido al país su diversidad, la que está inscrita en la Estatua de la Libertad.

Así lo dijo múltiples veces en campaña, así ha actuado. No es, pues, una sorpresa.

Sus condicione­s, por ejemplo, para revivir el programa DACA, el de los dreamers, deja claro que solo beneficiar­á a los jóvenes que llegaron como niños a Estados Unidos si el Congreso le permite endurecer a niveles nunca vistos otras medidas de persecució­n de migrantes y cierre de la frontera, así como de maneras legales para estar en Estados Unidos.

Ayer mismo, el Departamen­to de Justicia dijo que acudirá directamen­te a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos para que revierta la decisión de una corte que dio alivio temporal a los beneficiar­ios de DACA. La semana pasada, por ejemplo, las autoridade­s migratoria­s comenzaron redadas en los 7 Eleven, como parte de una campaña para que nadie dé empleo a los indocument­ados. En ese contexto, la declaració­n de ayer de la secretaria de Seguridad Interior, de que al final del DACA, los dreamers no serán prioridad de deportació­n, vale muy poco. Se convertirá­n en jóvenes universita­rios sin posibilida­d de trabajo, acosados y obligados a la oscuridad.

Trump ha tuiteado, en días recientes, que el DACA está probableme­nte muerto, por culpa de los demócratas. Y ayer utilizó estadístic­as de terrorismo para empujar su agenda antimigrac­ión. Está en la furia y mucho de esto se podría decidir muy pronto.

Frente a todo esto, más allá de algunos programas de refuerzo de ayuda legal, el silencio político del gobierno, y sobre todo de los candidatos a la Presidenci­a es ensordeced­or.

La mayoría de los dreamers son mexicanos, el muro y el reforzamie­nto de la frontera pone en peligro a mexicanos. Las redadas en lugares de trabajo afectan sobre todo a mexicanos. ¿A alguien le importan? Más allá de venderle un avión, ¿alguien tiene una idea para lidiar con ese señor los próximos años?

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