Las pre campañas de las campañas
Las pre campañas que son campañas por la Presidencia de la República, lejos de alentar el interés ciudadano, francamente, empiezan a generar hartazgo, y lo bonito de lo feo de la contienda todavía falta por ocurrir.
Ante el regocijo de la clase política que vive y come de la lucha por el poder político, los ciudadanos tienen que sorteársela para evadir el bombardeo de promocionales publicitarios en medios electrónicos, portales digitales y en redes sociales.
De no ser por los memes, la tragedia sería mayor, porque las campañas presidenciales simuladas como pre campañas de José Antonio Meade Kuribreña, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya Cortés, simplemente, no aportan absolutamente nada al interés de los mexicanos.
El eterno aspirante presidencial, López Obrador, se la pasó meses y meses con spot en radio y televisión promoviéndose, con la fachada de dirigente nacional de Morena, una maniobra consentida por la autoridad electoral.
Ahora con “campaña” como pre candidato -promociones que solo deberían realizar los partidos políticos de manera interna si hay más de un aspirante-, se presenta como “candidato presidencial” y en el cinismo del abuso, hasta da a conocer a quienes serán integrantes del gabinete.
AMLO, como es costumbre, se pasea en las plazas públicas del país vendiendo el avión presidencial, en dimes y diretes como la “mafia del poder”, ofreciendo amnistía a criminales y aventando puños de dinero para comprar votos, con promesas a pensiones a ninis y abuelitos; y el colmo, en la etapa de la trivialidad, divulga su corte de pelo y festeja el cumple de su esposa Beatriz.
Lo mismo ocurre con el ciudadano precandidato único del PRI a la Presidencia, José Antonio Meade, quien deja mucho a deber porque como excelente economista y financiero es un mal candidato, habla y parece que está comiendo bombones.
Con sus discursos, Meade no encendió ni los arbolitos de navidad, ni prende los ánimos de un priismo que sigue cargando su cruz por la mala imagen de la marca.
El colmo de la inutilidad de las campañas en pre campaña presidencial es la muestra de habilidades musicales de Ricardo Anaya, echándose palomazos rockeros y de son jarocho, hasta a su niño llevó a la escuela. Vaya asesores creativos del joven panista. Pero tampoco ofrece nada.