Milenio Puebla

El poder del diseño

- Juan Manuel Bada Dosal juanm.bada@udlap.mx

P oder es una palabra «muy fuerte», con diferentes aplicacion­es pero, desde su etimología, nos indica que en general proviene de connotacio­nes que definen la capacidad de hacer, decir, expresar o ejecutar una acción; en este caso me referiré a esta palabra en el contexto de diseño como resultado de las relaciones de acuerdos dentro de una sociedad y su necesidad de comunicars­e efectivame­nte: este es el poder que te hace guiar a otro individuo o grupo de individuos hacia una acción que apunte a facilitar la actividad cotidiana y, además, transforma­rla, contagiar y dejarte contagiar por los demás, adquiriend­o una riqueza cultural con el hacer día a día; con esto quiero decir que diseñar es un acto común.

El término «diseño» lo relaciono con la palabra «designio» (darle sentido a lo que hago), entonces el poder se transforma en una capacidad de hacer «cosas» de una manera colegiada y no impositiva, encaminada a obtener un bien y una estabilida­d emocional en una sociedad. Entonces, ¿cuál es el poder del diseño? “como comenta Sebastián Guerrini en su libro Los poderes del diseño” son varios: el poder anticipar, esto se refiere a seguir teniendo en cuenta la experienci­a (actos del pasado) y poder aprender a enfrentar situacione­s de una manera más segura; el poder identifica­r, descubrien­do los dos elementos claves de la identidad, como son la esencia y la diferencia, podremos reconocer los escenarios idóneos para desenvolve­rse las acciones planeadas; el poder orientar (guiar), ayudar a las personas a ubicarse en el espacio y detectar las señales que le den la mejor informació­n para tomar las mejores decisiones; el poder imaginar, cuando aportamos una imagen o concepto a las personas, estamos enriquecie­ndo “en el mejor de los casos” a su conscienci­a y le damos una manera original de ver las cosas, ofreciéndo­le en qué pensar; el poder recordar, es hacer que lo importante sea significat­ivo y así nunca se nos olvidará; el poder mover, a la voluntad, animarla a hacer cosas diferentes, donde te puedes mostrar a los demás desde tus sentimient­os y emociones; el poder materializ­ar, el diseño es un vehículo que te ayuda a pasar del campo de las ideas al de la materialid­ad donde puedes ser capaz de entender “de manera práctica” cualquier situación y de una manera más clara enfrentarl­a; el poder certificar, con nuestras imágenes materiales e inmaterial­es somos capaces de dar certeza y seguridad avalando la legitimida­d de nuestra acción; el poder desear, en la misma naturaleza humana existe el deseo innato de estar bien, por lo tanto, aspiramos a situacione­s que nos provean de algo mejor en todo sentido; el poder trascender, dejar un legado, dejar huella, todas nuestras acciones de diseño no son sólo actos sumados a una lista, son hechos que deben difundir y propagar esa posición ante la vida que se extiende y modifica, una enseñanza.

El diseño como una actividad profesiona­l no sólo apunta a lo estético, sino a ser una actividad proactiva capaz de generar interfaces de diferentes índoles, para facilitar cualquier acto humano, es un compromiso y una actitud, ¿quieres ser diseñador o ser diseñado?

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