¿Ustedes se ríen de los sismos?
L a próxima persona que me diga que a los mexicanos nos encanta reírnos de nuestras tragedias lo voy a invitar a visitar cómo le va a cualquiera que decida hacer un chiste remotamente inapropiado en Twitter. Sí, entiendo que el 19 de septiembre fue un día negro y, por supuesto, que ningún medio masivo (y eso incluye las redes sociales) debería haber estado haciendo chistes al respecto.
Existe la eterna pregunta entre comediantes que dice: “¿Demasiado pronto?” y muchas veces lo es. Como lo era para ese restaurante tan extraordinariamente exitoso de pizzas frente a los derrumbes de Álvaro Obregón que ya vendía cerveza y fiesta cuando todavía se estaban rescatando cuerpos. ¡Sí, demasiado pronto! Pero considerando que los sismos no parecen querer dejarnos en paz, por ahora, hay que tener una proporción de qué sí y qué no, al menos, para ver cómo lidiamos con la angustia de escuchar esa alerta, esta vez a la 1 am del lunes.
Yo sí me reí de mí misma al darme cuenta de que como mi camisón era transparente encima de mi cama estaba mi chamarra de invierno ( jamás se va a repetir el capítulo de salir con shorts y tanktop de Hello Kitty a pasear en las avenidas ondulantes). Pero eso sí, cometí la pifia de haber empacado mis
chanclitas sísmicas, que viven al lado de mi cama y con las que podría correr un maratón, pero ponérmelas en menos de un segundo, así que salí tropezando con las agujetas de otros tenis, imposibles de ponerse rápido, que vi cerca.
Mejor que yo corriendo por el centro tratando de salir de un edificio el viernes pasado con faldita y tacones, ya de por sí peligrosos ante cualquier circunstancia. Sea como sea, la risa tiene que llegar si queremos superar el horror. No necesariamente la del humor negro, que a tantos se nos da tan bien, y que nos mete en tanto problema. Pero cosas sencillas.
Como un meme de AMLO prometiendo que si lo eligen ya no habrá temblores. Ese no lo compartí, aunque me hizo reír mucho, porque no quiero tres días de torpedos tuiteros. Honestamente no creí que la gente fuera incapaz de reír, ya viendo que estábamos bien después de esta más reciente réplica con alerta, cuando una cuenta que le hace homenaje a Los
Simpson en México, burlándose de los vecinos de la colonia Condesa con la escena en la que todo el pueblo de Springfield se vuelve una turba iracunda que va contra el enemigo imaginario. Este decía: “Vamos a quemar Pinotepa Nacional para que esto no vuelva a pasar”, junto con el video de la bola de idiotas caminando con antorchas hacia allá. (Hubo versiones de varias colonias).
Obviamente, el chiste no era contra los habitantes del epicentro que, sin duda, la han pasado mal. Tampoco, como residente de una de las colonias en cuestión, me sentí aludida. Me dio tanta risa como cuando Miguelito le pregunta a Mafalda si el clima es culpa del gobierno o de Dios (claro, en ese entonces aún era chistoso y nadie imaginaría que sí sería culpa de ciertos gobiernos). Pero en este caso era un chiste contra la estupidez humana. Esa inevitable reacción de algunos que prefieren enojarse y sufrir, que encontrar otros modos de lidiar con la angustia. Muchos reían horas después, pero la cantidad de personas enfurecidas me detuvieron en seco. Ya tuve con el susto. No me iba a pelear con nadie. Pero bueno. Lo padre es que “los mexicanos nos reímos de nuestras tragedias”. A menos que realmente sean nuestras. O estemos como la policía de la dignidad en las redes sociales.
¿En serio?
¿Ahora LaGüereja a la política? Todos con el pretexto de que son ciudadanos preocupados. Todos lo estamos, pero (y asumiendo que sus intenciones son puras), ¿nadie les dijo que son trabajos donde la experiencia y saber hacer las cosas debería de contar de algo? ¡Venga tu plataforma política para Morelos, María Elena Saldaña! Está superfácil lidiar con todo ahí en estos días.