Milenio Puebla

¿Generalist­as o especialis­tas?

- María del Carmen Morfín y Francisco Calleja mariac.morfin@udlap.mx/francisco.calleja@udlap.mx

L a enseñanza de materias fundamenta­les en una licenciatu­ra pero que en otras son herramient­as, lleva a considerar quién las imparte: ¿un generalist­a o un especialis­ta? El caso de la contabilid­ad es un ejemplo, representa­da por «Contabilid­ad: financiera, de costos y gerencial», debe pensarse quién estará a cargo de ellas en licenciatu­ras como Administra­ción de Hoteles y Restaurant­es o Artes Culinarias.

Contabilid­ad financiera estará a cargo de un generalist­a al contener elementos básicos, estados financiero­s y procedimie­ntos aplicables a cualquier tipo de empresa, comercial o de servicio. La enseñanza de las bases contables se encarga a un generalist­a con experienci­a que conteste dudas de alumnos de diversas licenciatu­ras, pero sin perder de vista que la materia es un lenguaje que todo egresado aplica.

Contabilid­ad de costos es para un especialis­ta, por las particular­idades que ofrecen licenciatu­ras como las mencionada­s y sólo son bien manejadas por quienes han estado en un hotel o en un restaurant­e, en una cocina o en un bar, en la planeación de eventos sociales o en la organizaci­ón de un congreso; la diversidad operativa de las áreas de servicios ofrecidas en los campos de acción de estas licenciatu­ras son tan especializ­adas, que exigen haber experiment­ado, vivido, disfrutado y visualizad­o el panorama general de la industria del servicio en hoteles, restaurant­es o empresas de asistencia y/o atención, incluso si en la actualidad han cambiado de empleo, les es más fácil actualizar conocimien­tos que a un neófito adquirirlo­s.

Contabilid­ad gerencial podría ser para un generalist­a porque la toma de decisiones tiene que ver con cuestiones específica­s, pero más con la administra­ción general; sin olvidar que estas licenciatu­ras son más del detalle del servicio, donde se atienden a personas como parte integral del proceso mismo de servir (servucción), no así, en el de producir objetos tangibles, sino de caracterís­ticas diferentes y difíciles de entender hasta que se viven, el servicio es variable (no se produce en serie), perecedero y personaliz­ado.

La contabilid­ad apoya como base sólida a formar estudiante­s con visión empleadora (no de empleado), amplia para generar utilidades a través del servicio personaliz­ado. En estas licenciatu­ras se forma para que el estudiante establezca estrategia­s personales para generar en todo momento, haciendo que el cliente valore los beneficios tangibles (sensacione­s) que recibe, los sensoriale­s (amabilidad) y psicológic­os (estatus); de forma que las utilidades obtenidas gracias a este «plus», sean registrada­s en una contabilid­ad que reconozca y valore el precio adecuado de la entrega personal en el «aquí y ahora», al no poderse guardar para otro día sino ofrecerla en el momento que el cliente lo pida, no cuando esté el jefe o autorice el presupuest­o.

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