Margarita, pero no La diosa de la cumbia
unca se había hablado tanto de Margarita Zavala como en las ultimas horas. Lástima, Margarita, que sea por haber dejado la carrera electoral. Nunca más se hablará sobre esta mujer que jamás logró demostrar que no representaba la continuidad del calderonato.
Es odioso decir “te lo dije”, pero se lo dije. Llevo meses, quizá años, diciéndole a Margarita Zavala que la única manera de ser una candidata competitiva es echando por la borda a su maridito con todas sus fracasadas políticas económicas y de seguridad, que fueron fundamentalmente un desastre. Una vez, en el camerino de MILENIO Tv, se lo sugerí y como estaba de buen humor, pensé ingenuamente que en algún momento lo haría. No quiso y se empecinó en defender el sexenio en que fue primera dama.
Digo, aunque las candidaturas independientes tienen muchas dificultades e inequidades, la suya ni fue propositiva ni imaginativa ni conectó con nadie; cada vez perdía más simpatías y a la hora buena de los debates se mostró como un costal de nervios. Así no se puede.
Y menos cuando Margarita llega a la candidatura por vías dudosas, trepada en fotocopias con la venia de un INE dividido.
Pero la señora Zavala ya había perdido cualquier oportunidad desde que se apuró en ser empática con las víctimas de la narcoguerra, pero sobre todo cuando prefirió defender a su prima en vez de apoyar a los padres de la Guardería ABC. Ahí comenzó a cuajarse su inviabilidad. Las traiciones de Mr. 400 mil varos al mes, Chicken Little Anaya, fueron solo una parte en la concatenación de la debacle de un proyecto que nunca funcionó. Ella esperaba que con su victimización, el ataque a López Obrador y los tuits de Calderón fuera suficiente para llevarla a Los Pinos.
Ya me imagino el pancho que ha de haber armado Jelipillo, legendario por sus arrebatos, al ver que la derrota de su esposa era contundente e inobjetable. Seguro se tropezó con varias cáscaras de Bacardí. Pobrecito, ya se veía de nuevo en Los Pinos con García Luna Productions.
Pero no todo está perdido. Sobre todo porque ahora Margarita ha pasado a convertirse en la diosa de la cumbia política y muchos quieren seducirla, como su acérrimo rival Ricky
Rincón Anaya y el dotor Mit, quienes la pusieron al nivel de Indira Gandhi, Hillary Clinton, Angela Merkel y a un paso de la Virgencita de Guadalupe.
Si hubiera sido así, seguiría en la contienda. El INE, en vez de hacer futurología barata, mejor hubiera dejado en la boleta a Marichuy.
Los únicos que se alegraron de la renuncia fueron el Güero Castañeda y El
Bronco, que no son lo mismo pero son iguales.
Sin embargo, Margarita, aunque no sea La diosa de la cumbia, puede vender caro su amor. Por traidor, no se iría con Anaya, y no se va subir al PRItánic de don Pepe. Por afinidades ideológico decimonónic as-conservadoras, seguro se aliará con Mikel.