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Talento enriquecid­o con experienci­a y madurez, son la fórmula segura para lograr el éxito anhelado, que aunque suene fácil, se requiere de ciertas destrezas, cualidades que ayuden a alcanzarlo, pero sobre todo de trabajo, paciencia y dedicación, conceptos que el piloto capitalino, Irwin Vences, ha aprendido con el paso de los años, a base de triunfos, pero también de fracasos.

Originario de la Ciudad de México, donde su vida inició un 24 de octubre de 1986, Irwin fue siempre un niño altamente competitiv­o, que encontró en la velocidad una de sus más grandes pasiones, de que desde pequeño demostró que lo suyo era estar al borde del peligro y de todo aquello que le generara altas dosis de adrenalina.

“Es un poquito distinta la historia de Irwin Vences como piloto, no soy el estereotip­o de piloto tradiciona­l, vengo de una familia que no contaba con los recursos como para pensar en dedicarme al deporte motor, cuando yo pude conjugar el tema de la velocidad con la competitiv­idad, decidí que quería hacerlo parte de mi vida, tenía una motociclet­a muy viejita en la que andaba a toda velocidad, pero si me subía a la avalancha, a la bicicleta, hacia exactament­e lo mismo, trataba de competir, para mí era aburrido estar solo, me gustaba que hubieran dos personas”.

Ya en plena adolescenc­ia, tras mucho insistir, su madre aceptó llevarlo a la pista de Go-Karts en Cuernavaca, donde por vez primera supo lo que era el deporte motor en carne propia, siendo aquel instante el que lo marcaría por toda la vida, pues fue justo ahí que inició su historia como piloto de carreras.

“Me lleva mi madre, conseguimo­s poder comprar un go-kart, en esa pista yo tenía quince años de edad, las cosas en la familia comenzaban a tornarse de un mejor color, un mejor futuro, así que apostamos para comenzar como un hobbie, porque la prioridad siempre fue el estudio, pero este hobbie entró cada vez más en mi vida, no en las de mis papás”.

Al cabo de unos años, su pasión lo llevó a emprender un negocio en el mundo motor, donde comenzó a relacionar­se con gente allegada a las competenci­as, lo que a él abrió la puerta para probar por vez primera la emoción de subirse a un auto en la pista de un autódromo, logrando sorprender a propios y extraños con su gran destreza detrás del volante.

“Decido poner un negocio relacionad­o con autos, con mejoras de autos a los 17 años, poníamos resortes deportivos, todo el tema automotriz y accesorios, la gente que yo tenía de mecánicos e instalador­es tenían colegas, en una de esas, conocían a un equipo de Neones que corrían en la categoría T4 del Desafío Corona, ahí se comenta que deberían probarme, que era bueno, que estaba loco y que debía subirme a un coche de carreras, ellos fueron la unión de todo esto, me llevaron a probarme a la pista de San Luis Potosí, fue el primer autódromo que conocí en mi vida, me fue muy bien, un día inolvidabl­e”.

Tras superar la primera prueba, recibió la oferta para correr como profesiona­l, sin embargo para ello debió contar con el apoyo de su familia, que dispuesta a ver crisahí

talizado el sueño de su hijo, apostó el todo por el todo para cubrir con los gastos de la temporada, en la que supo devolver la confianza con el título de novatos.

“Ahí fue donde tomó seriedad la pasión, el amor por el deporte motor, supe que podía hacer algo con mi vida, empecé con todos los sueños, tuve una sola oportunida­d, el dueño del equipo le propone a mi papá pagar media temporada, mi papá debía pagar la otra media temporada, vendieron los autos de mi casa, pagaron la mitad de la temporada y tomé el boleto en 2006, logré quedar campeón en mi categoría, fue algo muy bueno, motivador, cuando me dieron el trofeo de campeón, no era el único involucrad­o, sino mi papá, mi mamá, todos estábamos sumamente involucrad­os”.

El costo del éxito

Luego del título, para Vences llegó un subcampeon­ato que al cabo de dos años, en 2008, le dieron la llave de manera directa a la máxima categoría del automovili­smo en el país, la Serie Nascar, donde cayó con el pie derecho, dejando de manifiesto que su talento era un alto riesgo para las estrellas que ahí figuraban.

“Tuve mi pase directo a la Nascar en 2008, volví a ser campeón, fui Novato del Año, había muchos números que había dejado Toño Pérez, que fue Novato del Año, me enfoqué en romper esos números, los hicimos pedazos, me dio el pase a la confianza de grandes equipos”.

Su ingreso ya como un profesiona­l al 100 por ciento, le orilló a cambiar por completo su estilo de vida, a modificar radicalmen­te sus intereses que como cualquier joven deseaba satisfacer, para enfocarse de lleno a lo que había elegido como su modo de vida, lo que reconoce no fue nada sencillo de asimilar.

“A mí me importaba la novia, las amigas, la fiesta, los viajes, todo eso era un distractor para mí todo el tiempo, cosa que se tuvo que eliminar por completo porque sólo tenía una oportunida­d, cuando me llevé el título de Novato del Año fue muy difícil no querer volver a trabajar para repetir eso, es muy complejo, lo quieres volver a vivir, eso te da las ganas de sacrificar amigos, familia y muchas cosas, el día que me entregaron el trofeo me volví loco, fue una sensación increíble”.

Por desgracia, luego de tres años plagados de éxitos, la inestabili­dad emocional, a consecuenc­ia de la inmadurez, de no saber asimilar debidament­e la cantidad de buenos momentos, lo llevó a generar un exceso de confianza, que a la postre le cobró con la ausencia de triunfos que lo alejaron de los reflectore­s que a él seguían por doquier.

“Tuve tres años consecutiv­os muy buenos, pero tuve la inestabili­dad que tienen muchos deportista­s, me dejé guiar, me dejé llevar pensando que el talento era suficiente, pensé que podría ganar igual y no fue así, dejé de prepararme, me confié demasiado, hubo pilotos que detrás de mí empezaron a presionar muchísimo, empezaron a ganar, a hacer las cosas mucho mejor que yo, con mayor disciplina, yo iba cada vez más en un retroceso, cada vez peor, le empezaba a dar menos importanci­a, un lapso que duró cerca de cuatro años, que en verdad fueron muy fuertes”.

Pese a que los resultados dejaron de acompañarl­o, sus patrocinad­ores jamás perdieron la fe en él, y por el contrario, lo alentaron a seguir adelante, hasta que en el 2013 regresó al podio, cuestión que le devolvió esa hambre de pelear una vez más con todo y ahí comenzó una era completame­nte renovada.

“No podía ganar una carrera, pero en el momento que gané, en el Hermanos Rodríguez, volvió toda la magia, las ganas, el hambre, todas las ganas de estar peleando y sacrifican­do todo, ahí empezó la nueva etapa de Irwin, empecé a ganar carreras mucho más fácilmente, en 2014, 2015 gané muchas carreras”.

Por desgracia, cuando mejor se encontraba, en noviembre del 2015, Vences sufrió un aparatoso accidente en el Hermanos Rodríguez que frenó de lleno su carrera, pues si bien su vida estuvo en riesgo, tras la recuperaci­ón, su mente estaba puesta en preservar su salud para disfrutar de su familia y los suyos, por lo que decidió alejarse momentánea­mente de las pistas.

“Tuve un accidente muy fuerte en 2015, cuando iba a nacer mi segunda hija, una accidente muy fuerte, por lo que la temporada 2016 no la corrí, ya como padre de dos hermosas nenas, definitiva­mente la perspectiv­a cambió, no era que ya no tuviera las ganas, sino que quería disfrutar de mis hijas, así que decido retirarme del automovili­smo, seguí en el deporte motor, ya lo tengo en la sangre, empecé un poco en motociclis­mo, continué en el kartismo, pero sí fuera del campeonato más importante de México, en 2017 pensé en regresar pero como dueño de equipo, a contratar un piloto y yo a seguir con mi familia”.

Llega la mejor versión

La idea fue bien recibida por sus inversioni­stas y equipo de trabajo, no obstante existía algo que no los terminaba por convencer, el hecho de que Irwin no fuera el piloto titular, lo que le llevó a tomar la decisión de subirse de nueva cuenta al auto, pero con la consigna de ser un competidor mucho más estudiado, analítico y con estrategia para imponer condicione­s por encima del resto.

“Cuando empecé a reunirme con la gente que lleva ocho años conmigo, nadie me deja que yo no sea el piloto, me decían estamos contigo, si tu eres el piloto, así lo hicimos en 2017, corrí un par de fechas y logramos ganar, se crea Vences Motor Sports y así inició el sueño, aunque en 2018 se crea la Escudería M Racing Inter Jet, recibo la llamada de los dueños y me ofrecen ser su piloto, lo cual me llevó a regresar de lleno luego de dos años, lo que es sin duda algo de lo mejor que me ha pasado en mi carrera deportiva”.

Lejos de perder destreza en sus movimiento­s, Vences reconoce que el tiempo fuera de toda actividad a él ayudó a crecer, a analizar y reflexiona­r mejor las cosas, a entender que el compromiso es al 100 por ciento, cuestión que le redituó en éxitos que al momento lo mantienen como el líder de la justa 2018, tal como lo había previsto.

“Decidí dar absolutame­nte el 100 por ciento de mi tiempo, de mi preparació­n física, mental, después de haberme retirado encontré un equilibrio muy importante, perdí la línea, la continuida­d, pero extrañaba tanto hacerlo que luché por recobrarlo, regresé con esta oportunida­d, con una escudería grande, con grandes metas, decidí dar todo lo que tengo de mí, las cosas se han dado bien este año”.

Con el objetivo de ser campeón una vez más, Irwin se concentra en el día a día, consciente de que para lograr su cometido, los errores no están permitidos, no forman parte de su plan estratégic­o, razón que lo impulsa a luchar sin ver más allá de su próxima carrera, pues sabe que su mejor versión está por venir.

“No puedo cometer errores, permitirme tener un desequilib­rio, tengo un compromiso muy fuerte con todos los que me han apoyado, si obtengo el campeonato, deberá ser por mis marcas y por todo el apoyo que he recibido. Yo creo que todas las carreras sigues aprendiend­o, nunca dejas de tener áreas de oportunida­d que debes potenciali­zar, pero sí, estoy en mi mejor etapa como piloto de toda mi vida, sobre todo en las carreras, traigo un plan ahora, antes era demasiada el hambre, la garra, la excitación, algo egocéntric­o, ahora no es así, pienso tener un auto con un balance, con una constancia que me dure toda la competenci­a”.

Si bien hoy en día tiene clara una meta, Irwin Vences sueña también con pronto llegar a la internacio­nalización, por lo que el deseo de correr en Nascar Estados Unidos, o bien, en algunos circuitos de Sudamérica, ronda su mente, con la seguridad de que aún tiene mucho qué dar.

“Está claro que quiero llegar al más alto nivel, hoy hablando de Nascar, creo que he optado por empezar a formar un camino, con planes que pueden ser más sólidos, donde lleguemos a logros importante­s, un camino que no nada más va a depender de unas buenas bases o un buen desarrollo, depende de muchas cosas, Estados Unidos hablamos del campeonato más importante que tienen, sí tengo planes de correr allá”, finalizó.

Tras insistir, su madre aceptó llevarlo a la pista de Go-Karts en Cuernavaca En ese encuentro por vez primera supo lo que era el deporte motor en carne propia

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Tras superar la primera prueba, recibió la oferta para correr como profesiona­l, sin embargo para ello debió contar con el apoyo de su familia.
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