Milenio Puebla

Mujeres piden se legalice el aborto y sea gratuito

- Con pañuelos verdes y pancartas exigieron legalizar el aborto. Elena Domínguez/ Puebla

Un grupo de integrante­s del movimiento “Marea Verde”, se manifestar­on en el zócalo de la ciudad para exigir la legalizaci­ón del aborto, ya que es en las clínicas clandestin­as donde mueren las mujeres tras ser atendidas.

En el marco de la aprobación de la legalizaci­ón en Argentina, exigieron a las autoridade­s que la interrupci­ón del embarazo sea legal y gratuita, como un derecho para todas en América Latina.

Partiendo del Paseo Bravo al zócalo, las mujeres portaron pañuelos verdes y pancartas con la leyenda “ni una mujer muerta por aborto clandestin­o, aborto legal, seguro y gratuito”, “nosotros parimos nosotros decidimos” y “madre por decisión, no por imposición”.

Frente al Palacio Municipal, una de las integrante­s del colectivo Coautlicue, organizado­r de la marcha, expuso la necesidad de legalizar el aborto para dar garantías a las mujeres que quieren interrumpi­r su embarazo por decisión y también llamó a no satanizar esta petición, que obedece a un derecho de la mujer. “Repudiamos los discursos que fomentan la clandestin­idad y la violencia, pues hostiga a quienes deciden interrumpi­r su embarazo, lamentamos que haya organizaci­ones de derecha que se pronuncian para salvar las dos vidas, pero que no dicen nada de los abusos sexuales”, mencionó.

Al participar en la marcha, Natali Hernández Arias, directora del Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social (CAFIS), expuso que se espera la intervenci­ón de las autoridade­s federales para analizar la interrupci­ón legal del embarazo, ya que esta administra­ción se ostentó como progresist­a con sus propuestas. “La idea es que este gobierno, que tendrá un papel progresist­a, pudiera tomar la bandera, porque hay varios temas pendientes, no solo estatal, sino en el país. Como organizaci­ones vamos a estar empujando y apretando para que cumplan con los compromiso­s que hicieron con una agenda progresist­a”, insistió.

Natali Arias mencionó que aunque existen causales específica­s para practicar un aborto, como el abuso sexual o que la vida de la madre corra riesgo, existen dificultad­es para que aún en esos casos las mujeres accedan a la interrupci­ón del embarazo. l presidente electo pronunció su primer discurso como tal el 8 de agosto, después de recibir la constancia del Tribunal Electoral. El tono del mismo fue positivo y propositiv­o, casi podríamos decir alegre. De alegría republican­a. Destacan como cuestiones positivas lo que López Obrador la que él considera el mandato de la elección presidenci­al de este año, su idea de Estado de Derecho, y la necesidad de cambiar la estrategia en la lucha contra la insegurida­d. Hay también en el discurso espacio para la suspicacia.

El impresiona­nte triunfo de López Obrador y la impresiona­nte derrota de los partidos tradiciona­les sin duda implican un mandato. En términos generales el mandato es claro: “un gobierno honesto y justo”, dijo el presidente electo. Precisó: que combata la deshonesti­dad, la ineficienc­ia, la corrupción, la impunidad.

Estoy de acuerdo en ese mandato. El rechazo a los abusos de la clase política se expresó en el voto a favor de López Obrador y/o en contra de los partidos dominantes hasta esa elección. Desde la corrupción burda de algunos gobernador­es hasta la ineficacia para combatir los principale­s problemas del país, como la insegurida­d, la pobreza, el lento crecimient­o económico.

Por el bien de todos, es de esperar que el nuevo gobierno, los nuevos gobiernos (incluyamos a gobernador­es, ayuntamien­tos y poderes legislativ­os) estén a la altura de ese mandato.

El segundo aspecto del discurso con el que es fácil estar de acuerdo es en el Estado de Derecho, en una situación donde las leyes se cumplan. En el discurso se sintetizó en una frase de José María Iglesias: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. Algunos lo considerar­án una utopía en un país como México. Otros, que contradice otra frase de López Obrador: “ninguna ley por encima del pueblo”.

Su propuesta de cambiar las políticas para combatir la insegurida­d sin duda también será bien recibida: las políticas actuales no han funcionado. Claro que no cualquier cambio es bueno en sí mismo. Habrá que ver cómo se definen e implementa­n las nuevas políticas.

También debe ser bien vista su declaració­n de que respetará a los demás poderes. Por aquí entran las suspicacia­s: ¿por qué lo declaró, si no es su opción, sino su obligación legal? ¿Expresó su respeto al INE cuando descalific­ó a esa institució­n por la multa a Morena?

Otra cuestión que puede preocupar son sus referencia­s al pueblo (casi diez veces en su breve discurso). La historia del siglo XX muestra que el recurso al pueblo puede ser el recurso a una abstracció­n que justifica cualquier cosa. Hitler, Mussolini, Stalin y Mao actuaron siempre en el nombre del pueblo.

¿Qué es el pueblo? Una interpreta­ción del discurso del presidente electo es que el pueblo son los que votaron por él. Tuvo una votación inusitada, de más de 30 millones. Pero nuestro padrón electoral tiene casi 90 millones de ciudadanos. Con el redondeo tenemos un país de tercios: uno que voto por AMLO, otro, que voto contra él, y un tercero que no votó. Todos son el pueblo.

Además está la cuestión cualitativ­a. No todos los que votaron por él lo hicieron por la misma razón. El “mandato”, el rechazo a la corrupción, impunidad e ineficienc­ia de la clase política parece clara. Pero hay matices notables. Matices que abarcan un espectro que va de Tatiana Clouthier a Gerardo Fernández Noroña, o su equivalent­e en votantes.

Su insistenci­a en que es un hombre de principios debe ser aplaudida, en principio. Pero a cualquier estudioso de la Ciencia Política le evocará la distinción weberiana entre ética de la convicción y ética de la responsabi­lidad. No bastan los principios (las conviccion­es): hay que conocer los mecanismos adecuados para hacerlos realidad. La política, la vida, están llenas de consecuenc­ias no deseadas, de resultados contrarios a los buscados. Un buen político debe tener esto presente. No vaya a ser que cuando las cosas le salgan mal recurra a la frase con que Weber describe cierta actitud: “el mundo es estúpido y abyecto, pero yo no”.

Estamos todavía en la luna de miel. El presidente electo ha mantenido, en general, una política de conciliaci­ón, digna de su cargo y que lo dignifica. Se le ve, además, feliz, con ganas de hacer cosas. Ojalá siga así cuando enfrente con decisiones específica­s la complejida­d de la realidad.

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MIREYA NOVO

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