Milenio Puebla

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mí no me engañan. La llegada de Diego Armando Maradona es una cortina de humo de Amlove para construir un frente ultraizqui­erdoso bolivarian­o en la República amorosa de la Cuarta transforma­ción. Digo, qué casualidad que de pronto los Dorados de Sinaloa trajeron como director técnico a un personaje que no solo tiene tatuado al Che y a Fidel Castro en el cuerpo, sino que ha formado parte de la imaginería comunista de los últimos tiempos como una especie de mascota. Segurament­e se trata de un compló destinado a atraer a la masa crítica derechosa e irla ablandando en su crítica siempre justa a los estándares pejistas con sus corazoncit­os incluidos.

De veras, no había escuchado nunca a nadie que fuera tan peyorativo con los chicos de la prensa como el tabasqueño que se atrevió a decirles ¡“corazoncit­os”! Habrase visto tanta maldad. Mejor les hubiera dicho que ningún chile les embona y cosas por el estilo. Habría sido menos ofensivo.

Y todo por no hablar del esposo de Anahí que armó todo un jelengue político para poder ser shampoo y acondicion­ador al mismo tiempo al conservar la gubernatur­a y la senaduría con una pequeña ayuda de Morena y Monreal. Eso estuvo bien; una supuesta jugada de ajedrez que a ver si no se convierte en Parchís, chis chis. El sueño de los pragmatism­os rudos produce “mostros”. Ya se sabe, el que con niños verdes se acuesta...

Es lo mismo que con los clásicos porros de la UNAM a los que tienen guardados desde los tiempos de Díaz Ordaz en una cámara criogénica para soltarlos cada tanto según se vaya necesitand­o como zombis en las escenas de WalkingDea­d. El problema es que de tanto tiempo guardados se ven muy demodés aunque los hayan arreglado como émulos de Maluma, como siempre .

Y lo peor es que las autoridade­s universita­rias han reaccionad­o tan lentamente mientras la comunidad exige fuera porros de la UNAM, que ya se les escaparon dos “por falta de pruebas” (luego de los desmadres que armaron las hordas portales, puede faltar cualquier cosa, incluso el debido proceso, pero nunca pruebas, amigos de la Procu de la CdMx) porque no hicieron lo que tenían que hacer desde el principio: denunciarl­os.

Nada más faltó que celebraran, como el fiscal de Yunes, Jorge Winckler, el haber encontrado una fosa clandestin­a llena de restos humanos, cual si fuera fiesta de Halloween.

Maradona, ese gentleman morigerado y pulcro ya está en Culiacán para el regocijo de la izquierda exquisita y chairesca, esa que aplaude los ataques injustific­ados del

New York Times al insigne Donald Trum.

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