¡Más mochos y menos tuppers!
El Tupperweare es una forma de navegar por esta vida que está en republicana austeridad. Bien hacen aquellos que se movilizan con heroico espíritu porril contra este espíritu cuebtanchilista de la Cuarta Transformación y que exigen, desde su lozanía apostasía legislativa, a tirar por la borda el glamour eterno de San Lázaro para proveerse de los sagrados alimentos no en los comederos políticos donde de manera tradicional se tejen concertacesiones y conciliábulos, sino en portaviandas desprovistos de dignidad, como unos Godínez cualquiera. No puede ser. La vida de diputeibols y senadores, de por sí ardua y cansada, hecha de sacrificios inimaginables con camionetones, comilonas pantagruélicas y vacaciones sin fin, todo a costillas del erario como dictan los cánones de la mexicana alegría de la realpolitik, no debería pasar por estos tormentos.
En vez de pensar en ofrecerles a estos hombres y mujeres la dicha inicua de una existencia como la de Karime Macías, que mientras lee el New Yorker en el metro de Londres (todo mientras Javidú se pelea con Yunes para ver quién amasó más narcofosas) sigue mereciendo abundancia, se les quiere someter a un régimen injusto y frugal como el de cualquier mexicano promedio. ¡Abrase visto tanta infamia!
Lo de Duarte es un poema que el poeta nunca escribió.
¿De veras queremos que nuestro cuerpo legislativo y los altísimos funcionarios tengan que pagar de sus bolsillos los seguros de gastos médicos mayores, lo gasolinazos, la inflación y demás maravillas que nos heredan las reformas estructureichons de mi licenciado Peña, en vez de tratarlos a cuerpo de rey hasta que se les haga vicio la vida de pachás?
Están peor que los eternos linchadores de la mil veces H Chayito Robles, que ya no solo la acusan de ser autora intelectual de La estafa maestra —lo cual es imposible tomando en cuenta sus antecedentes ahumadescos—, sino que a través de una información proporcionada por la Auditoría Superior de la Federación también la señalan por 700 mdp en efectivo extraviados en la Sedatu. Mentiras, no iba a perder su tiempo por esa morralla.
Lo mejor es que la muy sensata damisela explicó que si la atacan es porque su nombre vende (y porque la PGR no ha tenido tiempo de armar un caso en su contra por las vías de indebido proceso, como acostumbra), cosa que debe ser cierto porque dicen que de los frascos de Gerber van a quitar el rostro del bebé y van a poner el suyo.
¡Más moches y menos tuppers!, tendría que ser la consigna.