Milenio Puebla

MASACRE EN CANOA: HISTERIA ANTICOMUNI­STA DE LA IGLESIA

El fanatismo del arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, con la campaña “¡Cristianis­mo sí, comunismo no!” y el clima anticomuni­sta que se vivía en el país trajo como consecuenc­ia la masacre de Canoa, coinciden el investigad­or Nicolás Dávila Peralta, la histo

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La masacre de varias personas en San Miguel Canoa el 14 de septiembre de 1968, fue el resultado de un clima anticomuni­sta en el país, en especial en Puebla por el fanatismo del arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, con la campaña “¡Cristianis­mo sí, comunismo no!”.

Coinciden en entrevista por separado con MILENIO PUEBLA el investigad­or y escritor Nicolás Dávila Peralta, la historiado­ra e investigad­ora Gloria Tirado Villegas y el periodista Alfonso Yáñez Delgado, los tres de la UAP.

“La Iglesia católica, como institució­n, siempre fue y sigue siendo anticomuni­sta, pero el anticomuni­smo se fortaleció a partir del papa Pio XI, no sólo cuando publica su encíclica contra el comunismo, sino cuando publicó otra dedicada exclusivam­ente a México, donde identifica el conflicto religioso desde Obregón, Calles y Cárdenas como obra del comunismo”.

Lo anterior, explica Dávila, hizo que las organizaci­ones secretas que ya existían desde que estalló la Revolución Mexicana, fortalecie­ran su tendencia anticomuni­sta; por otro lado, el anticomuni­smo se vuelve parte de la doctrina de la iglesia.

Ese concilio de los años 1961—1965 logra cambios en la Iglesia mexicana: por lo que el 68 va a encontrar una Iglesia dividida en tres corrientes: la fanática anticomuni­sta dirigida por Márquez y Toriz, con el Yunque y los Tecos, con el apoyo del arzobispo de Guadalajar­a José Garibi Rivera. Y el MURO en la Ciudad de México trató de allegarse al entonces obispo Darío Miranda, quien lo rechazó por ser él, de la corriente del centro de la Iglesia.

Así se entiende que en la gente germinara la idea de que, universita­rio, era sinónimo de comunista. ¿Y cuál es el resultado? El resultado es Canoa, 14 de septiembre de 1968.

Los testigos en la masacre fueron cientos: los propios participan­tes. Los heridos fueron rescatados por la Cruz Roja “medio muertos” y fueron atendidos cuando se les daba poca esperanza de vida. Al día siguiente, el 15 de septiembre de 1968, el periódico “El sol de Puebla”, publicó en su sección de policía una nota en la cual dio cuenta de lo acontecido la noche anterior en Canoa, la cual tituló: “Trataron de izar una bandera rojo y negro (sic) y fue la consecuenc­ia”. LA MASACRE, POR HISTERIA ANTICOMUNI­STA “En 1968, en Puebla y en el país, había una histeria anticomuni­sta promovida por la cadena de periódicos del militar José García Valseca, quien era amigo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

En su libro “Canoa, el crimen impune”, Guillermin­a Meaney hace un recuento de los titulares de los periódicos de ese mes y de ese año, donde los jóvenes eran calificado­s como rapaces, como quienes no tenían perspectiv­as para el futuro, lo cual condujo al linchamien­to en Canoa: el ejército ya había tomado el Zócalo del DF un mes antes y entraría después a la Universida­d de Morelia”.

Lo anterior lo afirma Alfonso Yáñez Delgado, quien habla del asesinato de cuatro empleados universita­rios en la junta auxiliar de San Miguel Canoa, la noche del 14 septiembre de 1968.

“La UAP, por su parte, estaba en huelga desde agosto y se mantuvo hasta finales de noviembre”, recuerda Yáñez.

La doctora en historia, Gloria Tirado Villegas, afirma por su parte: “Para septiembre de 1968,

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La gente tenía la idea de que, universita­rio, era sinónimo de comunista, explica el investigad­or Nicolás Dávila.

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