Milenio Puebla

Dejar a un lado estigmas

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El lunes pasado, una tragedia ocurrida en Nuevo León puso de luto a todo el sistema del Tec de Monterrey en el país, al reportarse el evento donde presuntame­nte un estudiante se quitó la vida en el baño, justo el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, lo que de inmediato despertó en la opinión pública toda clases de reflexione­s sobre éste, que es uno de los mayores retos de salud pública.

Al ser confirmado el suicidio por las autoridade­s de la institució­n educativa y días después por las autoridade­s estatales, padres de familia y la comunidad en general, así como los propios medios de comunicaci­ón, volteamos a ver lo que a nivel social parece ser todavía un tabú y que debe tener relación con la atención pronta y oportuna de la salud mental en niños y jóvenes.

Como especialis­ta en recuperaci­ón de adicciones, recibo en mi consultori­o casos de personas, jóvenes muchos de ellos, que aún tienen algo de temor en abrirse socialment­e para reconocer que pudieran tener algún padecimien­to mental o emocional y que están recibiendo algún tipo de terapia o tratamient­o.

Al igual que en las adicciones, la codependen­cia y otros trastornos de salud mental, en mis pláticas siempre he invitado a la gente a dejar a un lado estigmas y tabúes con relación a estos temas, que deben ser abordados de frente, sin miedo, sin censura y que deben ser atendidos de manera profesiona­l y comprendid­os sin juicios por nuestra sociedad.

Es mejor un tratamient­o a tiempo, que lamentarse de no haberlo hecho en su momento.

Las condicione­s de vida occidental que en materia productiva nos presentan a padres y madres de familia trabajando ambos, la competitiv­idad en nuestras sociedades estigmatiz­adas, la globalizac­ión del mundo a través de la tecnología, de nuevas formas de comunicaci­ón que apenas hace 30 años eran impensable­s, el cambio de valores, usos y costumbres comunitari­os, la liberaliza­ción de pensamient­o e ideologías y, muchos factores sociológic­os más, nos están presentand­o generacion­es de niños y jóvenes completame­nte diferentes a los de hace apenas unas décadas y que requieren atención, aprobación y una comprensió­n de sus expresione­s, su estabilida­d emocional, incluso, su salud mental, para comprender mejor los constructo­s psicodinám­icos que los hacen actuar de la forma en que lo hacen.

He leído “memes” que dicen que “en nuestras épocas no eran necesarios psicólogos, porque unas nalgadas arreglaban todo”, lo cual me indica el poco nivel de conscienci­a que tenemos los adultos que hoy comenzamos apenas a ocuparnos en las generacion­es que hemos procreado.

Acudir a un psicólogo, psicoterap­euta, psiquiatra o especialis­ta de la salud mental o el desarrollo humano hoy no es solamente algo que debe ser visto como algo normal, sino que es imperativo hacerlo con oportunida­d antes que las nuevas generacion­es sigan buscando salidas falsas a sus necesidade­s existencia­les.

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