“Rosario, no te preocupes, hay que aguantar”
La frase que da título a esta entrega la dijo el presidente Enrique Peña Nieto en abril de 2013, cuando su sexenio aún iba viento en popa y la casa blanca y la desaparición de los 43 estudiantes eran impensables. Entonces Peña Nieto comandaba las reformas estructurales y parecía intocable.
Sin embargo, la frase era la primera señal de que algo estaba podrido en Dinamarca: las críticas a Rosario Robles se daban respecto a un posible desvío de recursos a través de programas sociales para las elecciones estatales en el Veracruz de Javier Duarte. Años más tarde se supo que las críticas eran fundadas. De hecho, se quedaron cortas ante uno de los grandes desvíos históricos del erario mexicano.
Uno de los primeros en documentar las múltiples tramas fue Salvador Camarena, en 2015, ya que la corrupción se comenzaba a filtrar por diversas grietas de la administración de Peña Nieto: la Sedesol despilfarró casi 80 millones de pesos en paliacates ( https://
bit.ly/2MuJsN3). Sí, paliacates. Animal Político y más medios jalaron de otros hilos: el desvío se dio de todas las maneras posibles, no solo a través de la Sedesol, sino de la Sedatu. Desde sobreprecios en compras hasta empresas fantasmas y triangulaciones a través de universidades estatales.
El caso más reciente sale a la luz esta semana y lo publica Reforma ( https://bit.
ly/2Mu9ijW): la desaparición de 700 millones de pesos en efectivo con ese esquema tan productivo, por llamarlo de alguna manera.
En todas las investigaciones hay dos denominadores comunes: el primero, el uso de las instituciones del Estado encargadas de ayudar a reducir la pobreza en un país que vaya que sufre de ella. Mientras estos fraudes millonarios se llevan a cabo, el Coneval afirma que en los últimos ocho años el número de pobres ha aumentado casi 8 por ciento ( https://bit.ly/2r9FxME).
El segundo es que ambas dependencias las comandó la secretaria que no tenía que preocuparse, solo aguantar. Cosa que hay que decir, ha logrado hasta hoy.
Los que ya no aguantamos somos nosotros.