Le costó al IMSS 3 mil mdp 1 minuto del sismo de S-19
Monserrat Ortiz, propietaria de la panadería Chri-Sand, ubicada en la colonia Villa San Alejandro ayudó a trasladar, a su negocio, a los bebés que se localizaban en los cuneros del extinto hospital San Alejandro, así como a varios de los enfermos
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MSu expendio se localiza enfrente de lo que era el hospital San Alejandro, lleva 39 años ahí Como los comerciantes, apunta que los residentes también dejaron la colonia.
onserrat Ortiz, propietaria de la panadería Chri-Sand, ubicada en la Diagonal 10 Poniente 2706, en la colonia Villa San Alejandro, recuerda como si fuera ayer las labores que realizó minutos después de que se registró el terremoto del 19 de septiembre de 2017: Ayudó a trasladar a los bebés que se localizaban en los cuneros del extinto hospital San Alejandro, así como a varios de los enfermos que se encontraban entonces internados.
“Afortunadamente estábamos en el negocio y pudimos ayudar a la gente y a los niños que estaban en los cuneros. Aquí tuvimos a los bebés que estaban en los cuneros. Ayudamos a la gente de urgencias, sacamos sillas. Estuvimos aquí con mucha gente ayudando, porque sí la gente (personal del Instituto Mexicano del Seguro Social) no se daba abasto y estaba aquí la gente (pacientes e internos) aquí en la calle”.
Detalla que su expendio se localiza “enfrente de lo que era el hospital San Alejandro. Tenemos ya aquí 39 años trabajando”.
Destaca que ella en ningún momento perdió la calma, pues para ese entonces ya había recibido capacitación por parte del personal de Protección Civil, esto porque el nosocomio ya registraba afectaciones por el terremoto de 1999.
Vale recordar que el 15 de junio de 1999, a las 15:41 horas, un sismo de 7.0 grados con epicentro a 20 kilómetros al sur- suroeste de Tehuacán, sacudió a varios estados del centro del país, entre ellos Morelos, Estado de México, Tlaxcala y Puebla.
Las consecuencias de ese siniestro son consideradas las más relevantes en la historia de Puebla, pues sufrieron daños más de 800 edificios históricos, principalmente iglesias, el edifi cio Carolino, el templo de la Compañía, el Palacio de Justicia, el edificio de Correos, la Biblioteca Palafoxiana, el Palacio Municipal, 841 escuelas y 88 hospitales, entre ellos el Centro Médico Nacional Manuel Ávila Camacho, también conocido como San Alejandro.
Agrega que además de apoyar en su traslado y atención, “pudimos ayudarlos, pudimos asesorarlos de qué es lo que tenían que hacer para que no entraran en pánico porque sí se puso horrible la situación allá afuera por el gas, la gente que salía corriendo y demás”.
Tras un año del sismo de 7.1 grados, Monserrat lamenta que los cambios que registra la zona es que “se ha disparado mucho el robo a los negocios, los poquitos que quedan porque la mayoría ya se fue, como la gente rentaba pues se fue porque la gente ya no está aquí. Está todo muy solo, muy oscuro y el gobierno no hace nada, nada más vienen, van al hospital, sacan cosas, pero no se ve que quieran hacer nada con el edifi cio, ni lo restauran ni lo demuelen. Bueno, nada”.
Cuenta que esa misma situación atraviesa su comercio, pero aclara que a pesar de que disminuyeron las ventas ve difícil cambiar la sede de su negocio.
Aunque acepta que ya fueron a conocer el sitio donde se contempla quede ubicado el Centro Médico Nacional Manuel Ávila Camacho.
“Hemos ido a visitar la nueva zona donde va a quedar el hospital y es una zona un poco difícil para poder instalar un negocio, porque son zonas residenciales. Es un conjunto de puros fraccionamientos, entonces no hay como mucha disponibilidad para reubicarse. Cambiarse la verdad es que no, ya tenemos 39 años trabajando aquí, llegamos y ya estaban ellos, entonces no creo que nos podamos cambiar ya”.
Como los comerciantes, apunta que los residentes también dejaron la colonia. “Muchos ya se fueron, estudiantes, vecinos, gente que tenía aquí su fuente de ingresos ya no están. Afectó mucho, mucho la zona”.
Otro factor que expresa se ha omitido por parte de las autoridades correspondientes, como Protección Civil, es la ausencia de supervisiones a los inmuebles afectados en el fraccionamiento.
“Que los hayamos visto no. La verdad es que desde que fue el evento de septiembre no han vuelto a venir”.
Cabe destacar que frente a su negocio se localiza lo que fue un estacionamiento, cuyo edifi cio se encuentra apuntalado en dos costados con vigas de soporte.
Otro factor que en su caso se registró, fue la disminución de su planta laboral.
“Disminuimos casi a la mitad el personal. Eso sí afectó a la gente que laboraba aquí. Quitamos personal porque no tenía ya para los sueldos. Sí afectó mucho”.
Estima que sus ventas se desplomaron en los últimos doce meses aproximadamente un 70 por ciento, comparado con el año anterior.
Informa que para paliar sus pérdidas económicas han buscado otras opciones de ingreso.
Por lo que respecta a su tradición panadera, da a conocer que viene desde sus bisabuelos.
Expresa que manejan el pan tradicional y con la característica que omiten emplear harinas refinadas o saborizantes artificiales, “todo es con leche, pan, huevo, es lo original, lo tradicional todavía”.
Finalmente, presume que el artículo que más expende son los cuernitos croissant y las conchas, “aunque más de vainilla”.