Banxico, primera estampida
En una segunda tanda, 200 empleados claves en el organigrama de este banco salieron pitando; estos técnicos re contra especializados buscarán oportunidades en la empresa privada y el extranjero para no verse afectados por los bajos salarios
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se solidarizaba con el plan de austeridad republicana sirviéndose una flauta de champaña. Oh, sí. No ha sido el único que ha reaccionado, muchos empleados del Banco de México adelantaron su jubilación y otros tantos dicen adiós a esa institución fundamental para la estabilidad financiera del país. Trabajadores de los altos mandos del banco buscan su jubilación para evitar que su pensión se vea afectada con los bajos salarios que flotarán como restos de un naufragio después de los ajustes salvajes a los sueldos a los que se refirió Gilga en esta página del fondo.
En una segunda tanda, 200 empleados claves en el organigrama del Banxico salieron pitando. Estos técnicos re contra especializados buscarán oportunidades en la empresa privada y el extranjero. Gamés puede imaginar los comentarios en las escaleras del edificio y en los elevadores: si creen que voy a destrozar mis nervios por 40 mil pesos a la quincena, usar mi celular, comprarme un coche y pagar mi seguro de gastos médicos están como trepanados del cerebro. Ahí se ven. La lectora y el lector lo saben: el Banco de México se encarga, entre muchas otras cosas, de emitir la moneda nacional, su cantidad y denominación; también esa institución se encarga de proteger el poder adquisitivo de esa moneda; y luego, regular el sistema financiero, nada más. ¿Cómo la ven? Dicho esto sin la menor intención de un albur monetario. Desde luego alguien tomará esos puestos mal pagados y estaremos frente a los peligros de lo que Gilga llama la ineptocracia, esa forma del trabajo mal pagado que requiere poco conocimiento. Cambiar de opinión Gamés sabe que es de sabios cambiar de opinión, pero al mismo tiempo es de opinión cambiar de sabios. El diputado Mario Delgado dijo que “de la reforma educativa aprobada por Peña Nieto no quedará ni una coma, una vez que sea abordada por el Congreso”. Las frases le sugirieron a Gilga la destrucción total. No quedará coma sobre coma, ni piedra sobre piedra. Ahora mal sin bien. Cuando la reforma educativa fue aprobada durante el gobierno de Peña Nieto, Mario Delgado dijo: “se deberá crear el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, que estará a cargo de un organismo con autonomía técnica y de gestión, personalidad jurídica y patrimonio propios con las facultades necesarias para recopilar, sistematizar, administrar, interpretar y difundir información y conocimientos que contribuyan a evaluar los diferentes componentes del Sistema Educativo Nacional”. Así pasa: a veces como se dice una cosa se dice otra, y luego otra, en fon. Oigan al diputado Delgado. “el sistema establecerá los criterios de ingreso, permanencia, promoción, evaluación, estímulos y retiro de la carrera magisterial. Las plazas docentes, directores y supervisores del sistema educativo serán ocupadas por concurso de selección en los términos que establezca la ley”. Estas declaraciones pueden encontrarse en la Gaceta
Parlamentaria. Oigan esto otro y otra: “el SNTE fue dotado de privilegios excesivos y se articuló al Sistema Educativo deformando los mecanismos de gestión de éste y vulnerando la autonomía del proceso educativo”. El diputado Delgado ha cambiado de sabios.
En la UNAM
A Gil se le pusieron los pelos de punto y punta cuando se enteró de que una de las asambleas universitarias en las cuales se discute el pliego petitorio de los estudiantes de diversas escuelas ocurriría en el Auditorio Justo Sierra o Che Guevara. Se frotó los ojos y vio lo inaudito. ¿Una asamblea en el auditorio que asaltó en 1999 un grupo de porros? Porros: grupos de choque, brigadas violentas e ilegales, ultras pagados e impagados, narcomenudistas, anarcos, en fon. ¿Estamos locos? Sí estamos. Decidir sobre el futuro de importantes asuntos universitarios en un auditorio secuestrado por asaltantes, un trozo universitario robado a la vida de la UNAM desde hace más de 18 años. Mecachis en veinte.
Todo es muy raro, caracho, como diría Thomas Hobbes: Los que aprueban una opinión, le llaman opinión; pero los que la desaprueban le llaman herejía.