El día después
Si el 19 de septiembre quedó grabado en la historia nacional como una fecha trágica, el día después merece también su lugar en la memoria colectiva, aunque por razones muy distintas. El 20 de septiembre es una fecha en la que todos los mexicanos podemos encontrar inspiración. Encontrar la mejor versión de lo que podemos ser como país cuando somos solidarios y unimos fuerzas. Suena cursi, alejado de la violenta y la corrupta realidad del día a día, pero en un país urgido de buenos ejemplos, pocos tan poderosos como el de otro 20 de septiembre.
Casi por instinto, quienes estaban cerca de las estructuras colapsadas corrieron a quitar los escombros con las manos formando interminables cadenas humanas con las que trataban de acercarse a la gente atrapada. La ayuda tapizaba las calles llenas de botellas de agua, de palas, picos, cubetas y carretillas. En un país en el que hacen falta muchas cosas, ese día sobraron las ganas de ayudar.
Para los que removían los escombros, llegaban tortas, café tamales y refrescos. Los centros de acopio formales y también los improvisados, recibían la ayuda apenas unas horas después del temblor. Cantos, porras, puños en alto, silencio, lágrimas y sonrisas. Con o sin megáfonos, todos escucharon cómo el 20 de septiembre se desbordaban nuestras emociones alrededor de la esperanza de encontrar a una persona más.
Quienes encontraron sus edificios agrietados hallaron también las casas de extraños abiertas para recibir a quienes necesitaban un techo para pasar la noche o descansar por algunas horas. El 20 de septiembre nos abrazamos.
La ayuda llegó de extraños en las calles y de extraños en los medios sociales, donde el espacio virtual incubó la respuesta en el mundo real; 140 caracteres para entender qué y dónde se necesita, para encontrar a familiares perdidos o coordinar una coperacha entre los miembros del chat.
El día después México comenzó a levantarse y aunque el paso del tiempo y los saldos pendientes de la reconstrucción provocan olvidarlo, el 20 de septiembre debería significar tanto o más que el día anterior.