Ayotzinapa y Alejandro Encinas
E l miércoles será el cuarto aniversario de la triste noche de Iguala en la que desaparecieron 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa. Las movilizaciones, declaraciones y demandas de la semana estarán marcadas por la promesa del próximo gobierno de crear una Comisión de la Verdad sobre el caso.
Alejandro Encinas, próximo subsecretario de Gobernación y encargado del asunto, ha dicho en las últimas semanas una y otra vez que ese será el primer caso que atenderá y después analizará otros.
La semana pasada, además, el Primer Tribunal Colegiado del Decimonoveno circuito publicó una nueva resolución en la que desestima los resuelto por otro tribunal e insiste en que la creación de una Comisión de la Verdad es legal y debe ser atendida por el Estado mexicano.
Varios miembros del GIEI están en Ciudad de México en estos días. En fin: la mesa está puesta. He leído las varias declaraciones y entrevistas de Encinas en relación con Ayotzinapa y no me queda claro, tal vez él aún no lo tiene, a dónde y de qué se tratará el nuevo esfuerzo.
Por un lado, parece haber una voluntad de borrar todo lo hecho por los Ministerios Públicos estatal y federal —en el espíritu de su correligionario, que dice que no quedará “ni una coma” de la reforma educativa—. Por otro, a veces parece más interesado en investigar a los investigadores que en atar los muchísimos cabos sueltos.
Ha dicho también que primero hay que atender lo resuelto por el Tribunal Colegiado, pero los múltiples recursos puestos contra esa resolución podrían alargar la conformación de esa Comisión que, por cierto, en su esquema tal y como lo propone el Tribunal en el documento emitido la semana pasada no contempla a la Secretaría de Gobernación ni, como dijo en una entrevista, permite que la Comisión dependa de la fiscalía, como Encinas lo ha dicho en algunas entrevistas.
Para colmo, los procesos contra los hasta hoy imputados siguen avanzando y en varias instancias el gobierno parece ir perdiendo frente a los jueces. No será extraño que algunos de ellos pudieran quedar libres en los próximos meses.
Pero por supuesto que el mayor reto para Encinas será cumplir con la promesa de, en sus palabras, “conocer los hechos y dónde están los muchachos”.
Más vale que tenga muy claro cómo le va a hacer, porque los familiares de las víctimas y sus representantes le han recordado en estos días que después de cuatro años, no les sobra la paciencia.