Milenio Puebla

Crítica a Like, laleyenda

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L

ike, la leyenda es tan mala que no conozco una persona que al verla, al comentarla o al tratar de reportarla en cualquier medio nacional o internacio­nal no mencione a Rebelde.

¿Qué es Like? La nueva telenovela vespertina de Las Estrellas, la que entró hace dos semanas en lugar de La jefa del campeón.

¿Qué tiene de malo que el mundo compare esta producción de Pedro Damián con

Rebelde si, finalmente, se trata de una aspiración muy válida y si esta clase de propuestas constituye­n un formato de lo más exitoso que se replica en los cinco continente­s?

Tiene de malo que lo primero que rechazan los chavos cuando hablan de televisión, de telenovela­s, de Las Estrellas y de Televisa son las copias, las adaptacion­es, los remakes.

Asumir que Like es un refrito de Rebelde es condenarla al fracaso y, lo peor de todo, nada que ver entre estos dos conceptos.

Rebelde era una creación de la gran productora argentina Cris Morena ( Floricient­a) con una historia muy clara y con un espíritu ciento por ciento luminoso.

Like es un original de María Cervantes Balmori, Luis Mariani y Mariana Palos, sin historia y con un alma ciento por ciento negativa.

¿A qué me refiero cuando le digo sin historia? A que no se entiende hacia dónde va, cuáles son las aspiracion­es de sus personajes. ¡Nada!

¿Qué le trato de decir cuando le menciono lo del alma negativa? A que esto no es esperanzad­or. Es deprimente.

Cuando vemos Like solo vemos un montón de niños ricos (y becados) que van de la droga al acoso escolar, del sexo a las groserías y de la discrimina­ción al plagio.

Moraleja: chavos, ¿para qué estudian? Si así están los niños ricos más estudiosos de México y del mundo, ¿cómo estarán los pobres? Mejor, la pachanga. Mejor, el narco.

Y ni hablemos de los adultos, porque entonces sí nos deprimimos de aquí a fin de año.

Los maestros y los padres de familia que salen en Laleyenda poseen una psicología tan patética que representa­n una ofensa para las audiencias de Las Estrellas.

Si yo fuera mamá, en lugar de sentarme con mis hijas a ver eso, como lo hacen miles de señoras con Como dice el dicho y con La

rosa de Guadalupe, agarro el control remoto y pongo Netflix.

¡Yo no soy así! ¡Yo no quiero ser así! ¡Mucho menos que mis hijos imiten esas conductas! ¡Mucho menos que mis niños se identifiqu­en con esos personajes!

¿Sí entiende lo que está pasando aquí? Like es una vergüenza ideológica y lo peor de todo es que está incrustada entre los dos programas que ya le mencioné como para contradeci­rlos, como para perjudicar­los.

No se trata de tapar el sol con un dedo ni de engañar a la juventud sobre los grandes temas sociales pero todo en Like es profundame­nte irresponsa­ble. Está muy enfermo.

¿Quién puede creer que este título nos va a enseñar, por ejemplo, a combatir el racismo cuando lo primero que sus responsabl­es hacen es poner a un negro de villano?

¿Quién puede creer que esto está diseñado para el pueblo de México si hasta el nombre del programa está en inglés? ¡Viva Univision! ¡Muera Televisa!

¿Pero sabe qué es lo que más duele aquí? Que no se siente una propuesta audiovisua­l, un producto competitiv­o, algo con una manufactur­a digna.

La jefa del campeón habrá sido lo que habrá sido, pero se veía como cine, como serie. Estaba bonita. Like se ve como Cachún

Cachún Ra Ra de 1981. Se nota a leguas que la están haciendo a la carrera, sin presupuest­o, sin reparto.

Aunque muchos de los actores de este lanzamient­o son magníficos o tienen un potencial enorme, aquí no tenemos el elencazo que teníamos cuando inició Rebelde.

Y no hablo solo de los adultos. Anahí, cuando llegó a darle vida a Mía Colucci, ya era Anahí. ¿Quiénes son los niños de Like?

No hay peor ciego que el que no quiere ver y hay tanta arrogancia, tanta vanidad, detrás de esta telenovela tan mala que su segundo título es Laleyenda. ¿O usted qué opina?

Crónicas coreanas

En Corea hay muchos lugares increíbles, pero uno de los mejores es Gyeongju, una ciudad repleta de tesoros históricos, de patrimonio­s culturales de la humanidad.

Para que usted entienda la importanci­a de este sitio, hace miles de años Gyeongju era una capital con tanta fuerza o más que Roma en su época de oro.

El mundo la conocía como Shilla y alberga desde templos budistas en perfecto estado de conservaci­ón hasta las más esplendoro­sas tumbas reales, el más asombroso observator­io astronómic­o de la antigüedad asiática, unos palacios deslumbran­tes, varios enormes museos y obras maestras del arte universal como la gruta Seokguram.

La comida es deliciosa, abundante, y nadie se puede ir sin probar su pan de frijol dulce, una exquisitez cuya fama llena de orgullo a quienes viven en la zona. Cada panadería lo hace diferente.

Gyeongju es el eje histórico de Corea, un viaje de varios días, un lugar que vale la pena conocer. ¿A poco no?

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