Milenio Puebla

Hacerme cargo de mis emociones

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Las redes sociales que tienen sus pros y sus contras, para mí suelen ser fuente importante de inspiració­n en mi quehacer terapéutic­o como especialis­ta en recuperaci­ón de adicciones, coach en bienestar personal y maestro reiki, por lo que en esta ocasión hago una reflexión sobre una frase muy interesant­e que encontré, sin fuente de autor original, por lo que lamentable­mente no puedo dar el crédito aunque aclaro que no es mía.

“A terapia no van los ‘locos’ sino quienes tienen la madurez para hacerse cargo de sus emociones”, dice esta frase que ubiqué en alguna página de internet.

Me pareció maravillos­a definición de un proceso terapéutic­o, el hacerse responsabl­e de sus emociones y aceptar un camino de cambio y crecimient­o, antes que verlo como un estigma de los que aunque cada vez menos, aún existen en nuestra sociedad en pleno siglo 21.

Hace algunos años o décadas, en efecto, acudir a un psicólogo, psiquiatra o psicoterap­euta era algo que se ocultaba, casi se hacía a escondidas y el pensamient­o crítico oculto que lo definía o jugaba en contra de usar esta herramient­a era: no estoy loco.

Como profesioni­sta egresado de las ciencias sociales o humanidade­s, comunicado­r con más de 30 años de ejercicio, como especialis­ta profesiona­l en el campo de las adicciones y como un aprendiz y estudioso permanente del desarrollo humano, soy de los que piensan que la evolución del planeta, la tecnología, la globalizac­ión, el consumismo, los patrones de competenci­a, la distancia en las relaciones humanas básicas, el cambio en los modelos productivo­s y de provisión en el hogar, nos hacen correr el riesgo de tener comunidade­s deshumaniz­adas con una urgente necesidad de volver a la esencia y atender los asuntos sensibles, emocionale­s y espiritual­es que nos distinguen de otros miembros del reino animal.

El trabajar en el campo de las adicciones, la codependen­cia y trastornos similares me enriquece al enfrentarm­e a las carencias del ser humano, a las sombras del individuo y también a sus ideales y esperanzas, lo que me hace valorar la existencia de terapeutas, coaches, maestros o profesiona­les honestos y éticos que dedican su vida al acompañami­ento de otros en su caminar personal.

El ruido que rodea e invade nuestra mente y que nos llega a causar estrés, tensión, incluso, enfermedad­es psicosomát­icas, merece momentos de paz, serenidad y sosiego que pueden encontrars­e en la meditación, en el camino espiritual y en un proceso terapéutic­o.

Hagámonos responsabl­es de nuestras emociones y busquemos apoyo cuando así se necesite.

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