Finísimas personas
A Gil no le espanta el contenido del chat, peores conversaciones se han leído en celulares prestigiosos, pero hay que tener dos dedos de frente y ser un “camaján”, oh, sí, para perder el tiempo buscando sexoservidoras en horas de trabajo
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil siguió la ruta hacia el abismo del senador panista Ismael García Cabeza de Vaca, sorprendido en plena sesión en un chat en el que aparecía una mujer, su interlocutor le pidió el teléfono de su “padrote” porque se la quiere “zumbar”. “Ya somos dos”, le contestó. El mundo del senador se caía a pedazos en las redes y las rudas. De inmediato, el senador escribió una disculpa por la “broma inapropiada” de “esa ofensa claramente misógina”.
A Gil no le espanta el contenido del chat, peores conversaciones se han leído en celulares prestigiosos, lo que le asombra es que un senador no se dé cuenta de que se ha convertido en un representante popular al que seguirán amigos y enemigos. Hay que tener dos dedos de frente y ser un “camaján”, oh, sí, para perder el tiempo buscando sexoservidoras en horas de trabajo.
El senador de marras ( gran palabra) pudo esperar a que serenara la tarde-noche para iniciar su búsqueda. Ahora mal sin bien, no nos persignemos demasiado, muchos hombres, y también mujeres, recurren a las caricias de seda compradas en la red. Y si le da la gana al senador, allá él y su dinero, que la austeridad republicana por cierto convertirá en casi nada. Y el lenguaje de ese mundo no es una poesía de Gustavo Adolfo Becquer: hermosa dama de la noche, ¿aceptaría usted una cita con este humilde servidor para un encuentro cercano de miradas? La verdadera y única falta de este senador ha sido desatender su trabajo para buscar sexoservidoras.
Libertad e intimidad
Y luego, para colmo de males, una chica joven aparece en un video de la red y dice que ella no es escort y que no sabe cómo llegó su fotografía al celular del senador. La muchacha cariacontecida afirma que se siente ultrajada. Malo, malo. Gil suele ser cuidadoso con las condenas morales, la libertad es la sede de la intimidad, pero el senador es público, como la primera plana de un periódico, ¡camajanes! Preguntas: ¿Es pecado buscar compañía en el tínder? ¿Es un criminal aquel o aquella que contrata un servicio sexual? ¿Merece un castigo ejemplar quien busca sexo a cambio de dinero? A Gil le parece que no, nunca, jamás, pero si eres un senador y estás en el pleno ( ¿se llama pleno?) y te importa una almendra (quedamos que es un poco más que un cacahuate) lo que se dice en el Senado, entonces eres simple y sencillamente un tonto y un perezoso. La estupidez y la haraganería deberían ser sancionadas con pequeños castigos. Al senador se le retira el celular dos años y se le obliga a regresar a la preparatoria, lugar del que nunca debió salir sin aprobar todas las asignaturas. El senador, aterrado, grita: ¿cálculo integral otra vez? ¡Nooo por piedad!
Así las casas (muletilla patrocinada por el no tan olvidable Grupo Higa), a este senador no se le debe criticar por el contenido lingüístico de su celular, sino por la forma en que fue sorprendido. Y si le permiten a Gil la poesía: por wey.
Más del populismo más
“Quienes entienden la democracia como una serie de instituciones que garantizan el pluralismo, la alternancia en el poder a través de elecciones limpias, la división de poderes y la defensa de los derechos civiles ven el populismo como una amenaza y un peligro. Por ejemplo, Nadia Urbinati sostiene que ‘el populismo es hostil al liberalismo y a los principios de la democracia constitucional, en particular a los derechos de las minorías, la división de poderes y el pluralismo partidista’. Los críticos señalan que el populismo simplifica la diversidad de propuestas, intereses y proyectos de una población en una sociedad compleja en una lucha maniquea entre el pueblo y sus enemigos. La política pluralista en la que se debaten alternativas reconociendo el derecho del otro a disentir deviene en una lucha entre amigo y enemigo. Es por eso que Jan-Werner Müller señala que el populismo es profundamente iliberal y es una manera antidemocrática de entender la política representativa”. Todo esto lo dice Carlos de la Torre en el ensayo “El populismo y la promesa de una democracia inclusiva”, en el libro Geografía del
populismo (Tecnos, 2018). m