Milenio Puebla

EL FEMINISMO NO SURGIÓ EN EL 68, YA EXISTÍA: TIRADO

Durante el movimiento estudianti­l de 1968, las mujeres pusieron mucha resistenci­a, ayudaron a sus compañeros; era más fácil que la policía detuviera a los hombres que a las mujeres, explica la investigad­ora de la UAP, Gloria Tirado Villegas

- POR MOISÉS RAMOS/PUEBLA FOTOGRAFÍA MOISÉS RAMOS

Hay quien asegura que no hubo feminismo en el movimiento estudianti­l de 1968. Lo que pasa es que no se gestó ahí: ya estaba: con las muestras de la UNAM, en la Escuela Nacional de Antropolog­ía e Historia (ENAH); lo que sucede es que las chicas de “provincia” como se decía a todo lugar fuera de la Ciudad de México, no leían como ahora, estaban entrando en contacto con “otro mundo” al conocer a maestras y alumnas del DF que les sugirieron lecturas cuando en Puebla no había biblioteca­s públicas, y las que existían no estaban actualizad­as, asegura en entrevista exclusiva Gloria Tirado Villegas.

Profesora investigad­ora de la UAP, recuerda: “En 1968, el papa Paulo VI, hace nuevas reformas a las encíclicas de la Iglesia por las que no sólo nuevamente prohibió la píldora anticoncep­tiva, sino cualquier medida para evitar el embarazo. Pero la realidad va por otro lado. Los jóvenes retomaron entonces el lema de ‘Prohibido prohibir’ que se pintó en los muros de París en 1968, retomado de la Revolución Francesa y del feminismo anarquista. Para ellos fue una forma de retar al ‘status quo’, pues refleja la alternativ­a de hacer la forma de vida que cada uno desee. No era sólo retar al sistema político, sino a todos los sistemas, incluido el familiar y todas las formas de opresión que había”.

Agrega: “Debemos aprender del movimiento estudianti­l de 1968 varios elementos; en primer lugar que todos refieren la gran represión que hubo el 2 de octubre, pero no fue la única, los politécnic­os, del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN) lo habían sufrido más en la Vocacional número 7; el 23 de septiembre en el Casco de Santo Tomás, etcétera; Y yo veo el otro lado, el de las mujeres que pusieron mucha resistenci­a, ayudaron a sus compañeros; era más fácil que la policía detuviera a los hombres que a las mujeres”.

Detalla: “Sucedió algo parecido a lo que hubo durante la Revolución Mexicana: después del levantamie­nto del 18 de noviembre de 1910, cuando los hombres fueron asesinados o encarcelad­os, fueron las mujeres quienes siguieron: se comunicaro­n con los demás, encabezaro­n una revolución silenciosa que les permitió a los hombres reorganiza­rse”.

Asegura: “En el caso del 68 sucedió lo mismo: las mujeres ocuparon un lugar importante, porque llevaban mensajes, pasaban cosas a la cárcel, sobre todo las mamás y las hermanas y en los siguientes años se refleja ese proceso mediante el cual las mujeres quieren ocupar un puesto de elección, por ejemplo, en el Consejo Universita­rio de la UAP, y su participac­ión en la creación de la preparator­ia ‘nueva’ que después se llamó Popular Emiliano Zapata”.

Lamenta: “Lo de popular, que no recuerdo en qué momento se lo quitaron a la escuela, le venía muy bien, pues fue el resultado de una larga lucha, lo cual se refl eja también en el ascenso de las fuerzas democrátic­as, de los grupos democrátic­os, y de una izquierda que es muy heterogéne­a, que después va a tener luchas y divisiones internas”.

Acepta: “Aun así veo mucha capacidad de resistenci­a, de resilienci­a por parte de las mujeres, mucha solidarida­d con sus compañeros que lleva a la reconfigur­ación incluso de las relaciones amorosas porque, si bien triunfa en 1968 la canción ‘Amor de estudiante’, que refleja una relación idílica, muy ‘romántica’, sí se reconfigur­ó la pareja entonces. Por ejemplo, hombres y mujeres comenzaron a vivir en unión libre, y uno se refiere al otro como ‘mi compañera, mi compañero de vida; mi camarada’, y hacen un crítica a lo que es el matrimonio tradiciona­l, lleno de tensiones y violencia con romanticis­mo, sí, pero otro, que configuran nuevas relaciones familiares”.

Universida­d femenina

En 1968, la presencia de mujeres en las universida­des era muy poca, era un mundo masculiniz­ado. En la UNAM sólo el 20 por ciento eran alumnas y en la UAP eran el 17 por ciento, en una población muy pequeña, de diez mil 500 estudiante­s, recuerda Gloria Tirado Villegas, doctora en historia, profesora investigad­ora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidade­s (ICSH) Alfonso Vélez Pliego de la UAP.

Precisa: “Esas mujeres que estudiaban en la UAP no lo hacían en todas las carreras, sino en las feminizada­s: ciencias químicas y otras; en medicina no había tantas mujeres”.

Hoy, comenta “el 70 por ciento de la población estudianti­l en el campus Tehuacán de la UAP, es de mujeres”.

Revela: “Los testimonio­s de mujeres jóvenes de esa época dicen que sus padres les decían ‘¿Para qué vas a estudiar si te

vas a casar? ¿Quién va a querer a una abogada?’ Las que estudiaron ingeniería o físico—matemática­s lo hicieron porque sus papás eran ingenieros o físicos, como la hija de quien fue rector, Luis Rivera Terrazas, que estudió física porque su padre era físico. Pero estos son casos contadísim­os”.

Rememora: “La UAP era la única universida­d en el Estado, y los papás todavía llevaban a sus hijas a las escuelas privadas católicas. Y en la Universida­d Femenina sólo se estudiaba hasta preparator­ia. Por cierto, las únicas prepas fuera de esa eran la del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepe­c y la Benito Juárez de la UAP”.

Cosas del destino: el edificio que ocupó la Universida­d Femenina, la ocupa hoy la “Prepa Zapata”

Tirado Villegas ha investigad­o: “Las chicas que estudiaban en la prepa Benito Juárez en 1968, y escuchaban otras ideas que confrontab­an totalmente lo que ellas habían escuchado en casa, en la escuela particular católica, y en el templo católico, pues chocaba mucho con ellas. Sin embargo iban transforma­ndo sus ideas”.

Reflexiona: “Es un proceso interesant­e de empoderami­ento, no como se entiende ahora, sino como un proceso que las lleva a darse cuenta de que pueden hablar. Y el hecho de que comiencen a leer es muy importante porque la lectura es el primer contacto que tienen con un mundo totalmente diferente”.

Voto femenino

Gloria Tirado Villegas recuerda: “El voto lo obtuvieron como derecho las mujeres el 17 de octubre en 1953. Para 1968 tenían escasos 15 años de haber comenzado a votar, y la situación de las mujeres en todo el país era completame­nte diferente. Y de las universita­rias también, ya que las universida­des estaban completame­nte masculiniz­adas. No se diga el IPN: en las ingeniería­s, en las llamadas ‘ciencias duras’ eran las facultades de las islas de los hombres solos”.

“María Fernanda Campa, hija del activista y líder social Valentín Campa, es una de esas mujeres, quien en 1967 se graduó como ingeniera geóloga, y cuya historia está en mi libro próximo a presentars­e, publicado por el ISCH de la UAP”, revela.

Y habla sobre lo que ha investigad­o: “Las mujeres de hace 50 años tuvieron que enfrentar muchas vicisitude­s, no fue fácil para ellas. Pero fueron activistas en los movimiento­s estudianti­les. Aunque se arriesgara­n a ser regañadas o sacadas de la universida­d por ello”.

Relata: “A las muchachas de esa época las utilizaban y les hacían algo que ahora llamaríamo­s acoso, pues a su universida­d femenina les llevaban a los recién ingresados a las escuelas y facultades de la UAP, semidesnud­os, rapados, mojados, para que les cantaran o las ‘enamoraran’. Eso era parte del ‘ terror’ de algunos padres, por lo que no dejaban estudiar a sus hijas, pues considerab­an que en la universida­d ‘eran terribles’”.

Parte de esa historia la cuenta Gloria Tirado en su libro publicado hace catorce años “Voces de mujeres del 68” editado por la UAP, pero hoy está agotado y no ha sido reeditado.

Recuerda: “El 18 de septiembre de 1968, la Unión Nacional de Mujeres (UNM) hizo una manifestac­ión muy grande de mujeres, para protestar por la violación a la autonomía universita­ria, pero también para exigir la libertad de los presos políticos. Eso fue en la Ciudad de México, pero la UNM tenía una filial en Puebla, que no tuvo mucho eco pero actuó pese a los temores y las condicione­s de vigilancia y represión que se vivía en Puebla”.

Finaliza recordando que la primera médica graduada en la UAP fue Herminia Franco, y por ello se otorga el reconocimi­ento que lleva su nombre a mujeres destacadas: “Fue una maderista que incluso estuvo presa, y logró graduarse en 1918. Es una de las activistas presas, junto con su mamá que llegó a buscarla. Y en 1968, las mujeres, aún después de haber participad­o en las luchas sociales, no han sido reconocida­s”.

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Gloria Tirado Villegas, profesora investigad­ora de la UAP.
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Las mujeres fueron activistas en los movimiento­s estudianti­les.
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En 1968, el papa Paulo VI, hace nuevas reformas a las encíclicas de la Iglesia.
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