Milenio Puebla

LA VIDALOCA DEL JOVEN KAVANAUGH

Un anuario escolar de secundaria, de 1983, revela que en Georgetown Preparator­y School, el centro educativo privado al que asistía el candidato de Trump a la Corte, abundaba el alcohol

- POR CAROLYN THOMPSON-AP/WASHINGTON

El revuelo en torno a la conducta de Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump a la Corte Suprema, durante la adolescenc­ia en la década de los ochentas es un recordator­io del costo que pueden tener los deslices juveniles en la era de las redes sociales, en la que todo se sabe: lo que digas y hagas de joven puede pasarte factura de adulto.

Algunos adolescent­es de hoy afirman que se cuidan de lo que dicen y lo que hacen porque crecieron con la era de internet y lo que ponen en las redes sociales es analizado en los procesos de admisión a la universida­d y cuando buscan trabajo.

La evidencia usada en el caso de Kavanaugh, en cambio, incluye viejos anuarios escolares y calendario­s.

Maya Carpenter, estudiante de secundaria de 17 años de California, dice que en la escuela ha asistido a varias clases en las que se enseña a tomar recaudos en la internet y que su escuela ofrece una clase digital sobre civismo.

“Ponen mucho énfasis en el hecho de que lo que dices no desaparece”, explica. “Lo que está pasando con Kavanaugh es un gran ejemplo”.

Al menos diez potenciale­s alumnos de la Universida­d de Harvard aprendiero­n de primera mano lo costoso que puede ser la conducta juvenil cuando la casa de estudios dio marcha atrás con sus admisiones el año pasado por cosas que habían publicado en Facebook de contenido sexual o burlándose de los mexicanos, el Holocausto, las violacione­s y el abuso de menores.

Las universida­des no ocultan el hecho de que revisan las semblanzas de los potenciale­s estudiante­s en las redes sociales. Un estudio de Kaplan Test Prep de abril indicó que 68 por ciento de las universida­des consideran legítimo analizar los

postings en Facebook e Instagram a la hora de decidir a quién admiten y a quién no.

Una gran diferencia hoy es que difícilmen­te pasen 300 años antes de que los deslices juveniles causen problemas.

“Sin duda la gente está consciente de eso”, expresa Georgia VanDerwate­r, de 18 años, del pueblo de Holland, estado de Nueva York.

La estudiante asegura que se cuida de lo que pone online y que su madre está pendiente de sus entradas y se lo hace notar cuando ve algo que podría ser problemáti­co en el futuro.

“Puede ser una broma, un in-

“Los directores siempre recomienda­n a los alumnos no escribir cosas inapropiad­as

sulto en un tuit. Le digo que yo lo interpreté así y que otras personas pueden también interpreta­rlo así”, cuenta la madre de Georgia, Amy VanDerwate­r.

Kavanaugh niega tajantemen­te las acusacione­s de conducta sexual inapropiad­a y de tomar demasiados tragos a principios de los ochentas, en su esfuerzo por convencer a los senadores de que merece ser juez de la Corte Suprema.

Un anuario escolar de la secundaria de 1983 dice que abundaba la bebida cuando Kavanaugh asistía a la Georgetown Preparator­y School, un centro educativo privado para varones en Maryland.

Bob Farrace, portavoz de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Secundaria­s, dice que los centros educativos inculcan desde hace años a sus estudiante­s que escriban cosas positivas en los anuarios.

“Los directores y los empleados que asesoran sobre el anuario siempre recomienda­n a los estudiante­s que no escriban cosas inapropiad­as porque pueden hacer quedar mal tanto a la escuela como al estudiante”, manifiesta.

No solo las conductas reprobable­s pueden causar problemas.

VanDerwate­r sabe que si un potencial empleador busca su nombre en Google, verá que ella ayudó a organizar una protesta estudianti­l el año pasado para pedir un mayor control a la venta de armas y que llamó a un legislador republican­o para quejarse porque no había participad­o en un foro sobre ese tema.

A medida que se involucrab­a en el movimiento contra las armas, tuvo que decidir si ese activismo podría perjudicar­la en el futuro, por ejemplo al tratar de conseguir empleo en una empresa que tiene otros puntos de vista. Al final, decidió continuar con su activismo ya que una empresa como esa no sería un sitio indicado para ella.

“Pero sé que mi activismo puede tener consecuenc­ias, porque si

gugleas mi nombre, verás esas cosas”, comentó. “Estoy consciente de eso”.

 ?? TOM WILLIAMS/REUTERS ?? El aspirante compareció ayer ante un comité del Senado estadunide­nse por las acusacione­s en su contra por conducta sexual inapropiad­a.
TOM WILLIAMS/REUTERS El aspirante compareció ayer ante un comité del Senado estadunide­nse por las acusacione­s en su contra por conducta sexual inapropiad­a.

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