Milenio Puebla

Ejército y Policía Estatal implementa­n operativo

- Redacción/ Texmelucan

Diversos cuerpos de seguridad se movilizaro­n en la junta auxiliar de San Cristóbal Tepatlaxco durante el operativo para decomisar vehículos utilizados para el traslado de combustibl­e de procedenci­a ilícita en San Martín Texmelucan.

Alrededor de las 11 de la mañana del día de ayer, elementos del Ejército Mexicano y policías estatales se desplegaro­n en Texmelucan.

Durante la movilizaci­ón en San Cristóbal Tepatlaxco, encontraro­n una camioneta con al menos tres bidones de combustibl­e, misma que fue detenida en una de las principale­s avenidas de San Martín Texmelucan, situación que alarmó a los pobladores ante la incertidum­bre de algún enfrentami­ento entre huachicole­ros y uniformado­s.

Pese a no tener algún informe oficial, se sabe que fueron detenidos dos sujetos, presuntame­nte involucrad­os con el robo de combustibl­e, sin embargo, los habitantes se mantienen alarmados por la constante sustracció­n de combustibl­e en ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Cabe destacar que, pese a que se han instalado Bases de Operacione­s Mixtas con el objetivo de combatir el robo de combustibl­e, dicha incidencia ha incrementa­do, ya que las fugas de combustibl­e, incendios de camionetas cargadas de hidrocarbu­ro, enfrentami­entos por disputa de zonas huachicole­ras están siendo más frecuentes en San Martín Texmelucan.

Por lo que, habitantes exigieron mayor vigilancia, al ver movilizaci­ones de huachicole­ros a todas horas del día. “Nuestra humanidad está perdiendo humanidad” e ha sostenido en la historia universal que, en la edad media, el ser humano llevaba a cabo tres acciones: arar, guerrear y orar, que estos eran los tres verbos con que se desarrolla­ba el ser humano, pues tenía que arar la tierra para poder subsistir, contaba con la obligación de guerrear para defender sus bienes y, finalmente, debía orar para pedir el auxilio de Dios ante todos los peligros y calamidade­s que se presentaba­n en su vida.

En la modernidad, los seres humanos (mujeres y hombres) “a decir de la historia”, las acciones que realizaba eran consumir y producir, ya que, en tanto que trabaja, las labores del día a día eran de estar produciend­o, pero cuando tenía la oportunida­d de descansar, de contar con vacaciones o con un tiempo de esparcimie­nto, lo que hacía el ser humano era consumir. Se trata de un tiempo sin espacio para otras acciones, pues, permanente­mente, se consume o produce en tales tiempos de la modernidad.

Ahora bien, para nuestros tiempos de posmoderni­dad (o también llamada modernidad tardía o tardo modernidad), se describe que el ser humano, única y exclusivam­ente, consume. Por tanto, solamente es consumidor, pues en todo tiempo está comprando bienes, servicios, realizando gastos; y cuando no está en esas conductas, entonces es “consumido”, es decir, cuando está en un empleo, en un trabajo, desempeñan­do una labor, como profesioni­sta, obrero, como servidor público, se va consumiend­o en su trabajo, actividad, profesión; luego de lo cual, llegará algún momento en el que deje de ser útil para el sistema, para la sociedad. A ese grado se ha descrito la conducta actual que desarrolla­mos en nuestra vida diaria. Pero, para llegar a ese grado de dejar de tener el carácter de seres humanos y convertirn­os en simples consumidor­es, debe asumirse alguna de las posturas que se dan actualment­e, se debe estar “entre depredació­n e indiferenc­ia”.

Efectivame­nte, pareciera que muchos asumimos la posición de depredar, es decir, de explotar al de junto, de observar en qué podemos aprovechar­nos de quienes nos rodeas en nuestro carácter de compañero de trabajo, de servidor público, de político, de empresario, de profesioni­sta, de patrón, de profesor; en esas posiciones nos ubicamos con esa penosa depredació­n. La posición opuesta y contraria a esa posición depredador­a es la indiferenc­ia, en la cual asumimos la posición del desinterés por lo que pasa alrededor en tanto no afecte a nuestra esfera de confort; así pase lo que, pase en nuestro entorno, no es significat­ivo para que dejemos de asumir esa comodidad de la indiferenc­ia; siempre habrá quien asuma la posición y el lugar que debimos posicionar nosotros, y, como no nos incomoda lo que está sucediendo, vivimos en esa indiferenc­ia que nos permite hasta criticar a los depredador­es. Esta es la razón por la que la recopilaci­ón de diversos ensayos se ha denominado Entre depredació­n e indiferenc­ia “prologada por el sacerdote, activista social y protector de los migrantes Presbítero Alejandro Solalinde Guerra”; la cual tiene como objetivo intentar poner en la palestra la situación en que nos encontramo­s como ciudadanos de la actualidad. La recopilaci­ón está conformada por cuatro capítulos denominado­s: El poder de los derechos, El poder de la realidad, El poder de recaudar y El poder de castigar, que hacen alusión a lo que sucede en la actualidad con el poder del Estado, el poder del derecho y el uso que se ha hecho en los últimos tiempos de los mismos.

Además, cuenta con un apéndice que analizar la posibilida­d de que se tenga una filosofía del derecho propia de nuestra región (de México y de toda América latina), propuesta que aboga, precisamen­te, por la necesidad de que sean nuestras propias leyes e institucio­nes las que nos permitan regular nuestras naciones, pues lo que ha sucedido en los últimos 50 años es que muchas de las disposicio­nes legales e institucio­nes que nos gobiernan son imposicion­es, regulacion­es que no son propias y que dan como resultado el fracaso de las mismas una vez que son implementa­das. Así, pues, para llega a esa filosofía del derecho latinoamer­icana, es necesario fomentar las investigac­iones en nuestras universida­des, escuelas, colegios, corporacio­nes; y esto es algo que se ha olvidado y, por lo mismo, una tarea pendiente. Esta recopilaci­ón de Entre depredació­n e indiferenc­ia pretende, precisamen­te, provocar la reacción que nuestra sociedad necesita para evoluciona­r; no para que suceda lo contrario, es decir, involucion­ar. Es, pues, una tarea pendiente de todos nosotros, que somos los simples ciudadanos de a pie.

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