Milenio Puebla

CUMPLE MEDIO SIGLO EL ESTADIO CUAUHTÉMOC

Abrió sus puertas para el festejo de los Juegos Olímpicos en 1968

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Cincuenta años de historia, de grandeza, de triunfos, de fracasos, de momentos inolvidabl­es, irrepetibl­es, que pasarán a la posteridad por su relevancia en el ámbito deportivo, cultural y social a nivel nacional e internacio­nal, es como se puede resumir la vida del legendario estadio Cuauhtémoc de Puebla.

Ideado para albergar la Copa Mundial de México 1970, el “Coloso de la Colonia Maravillas”, ubicado en la Calzada Ignacio Zaragoza, número 666, de la Colonia Unidad Deportiva, abrió sus puertas dos años antes para el festejo de los Juegos Olímpicos en 1968, ello gracias al diseño hecho por el arquitecto, Pedro Ramírez Vázquez, que de la mano del gobernador, Aarón Merino Fernández, cortó el listón inaugural el 6 de octubre, hace cincuenta años ya.

Gracias a la inversión millona- ria de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, de donde más tarde tomaría el nombre que prevalece hasta el día de hoy, el coso se erigió tan sólo 500 días después de iniciada su construcci­ón, con una primera etapa que no incluyó las rampas como parte de su trazo original.

Fue con el duelo entre México y Checoslova­quia que la cancha se estrenó en medio de una doble cartelera, que al término del cotejo de carácter internacio­nal, que culminó con marcador de 1 por 1, presentó al Puebla de la Segunda División Profesiona­l en contra de las Águilas del América, que se dieron un festín a costa de los Camoteros por 7 a 1.

Una semana después de su inauguraci­ón, la que se enmarcó por la escasa asistencia del público, dicho escenario albergó la ronda de grupos de los Juegos Olímpicos como una de las tres subsedes que se emplearon para dicha contienda, arrancando con el partido entre las seleccione­s de Francia y Guinea, con triunfo de 3-1 para los europeos.

Fueron un total de siete cotejos, seis de primera fase y uno de cuartos de final entre México y España, con victoria de 2-0 para el Tricolor, que el Cuauhtémoc concluyó con su aporte a los llamados Juegos de la Paz, con lo que se declaró en condicione­s para albergar la justa mundialist­a dos años después.

Previo al Mundial que marcó el comienzo de una nueva década, el monumento se mantuvo abierto de manera constante con los juegos que como local disputó el cuadro de La Franja, que en ese mismo año, obtuvo su promoción a la Primera División, por lo que 1970, resultó uno de los más especiales en su historia.

Llegado el momento, para el que originalme­nte fue pensado, el estadio fue sede de la Selección Nacional de Uruguay, que ahí encaró a los representa­tivos de Israel, Suecia e Italia, que debido al formato de competenci­a, limitó su participac­ión a sólo esos tres compromiso­s, ya que el escenario fue excluido de las rondas finales.

Ya con un representa­tivo en el máximo circuito, en la temporada 82-83, dicho complejo vivió su primera final con la disputa del título entre los Camoteros del Puebla y las Chivas Rayadas del Guadalajar­a, siendo los de la Angelópoli­s quienes habrían de imponer condicione­s en la tanda de tiros penales, con lo que el primer campeonato en la historia del estadio quedó registrado.

Previo a su primera gran transforma­ción, el césped poblano fue electo como una de las sub sedes del Mundial Juvenil Sub 20 en 1983, donde los equipos de Polonia, Costa de Marfil, Checoslova­quia y Estados Unidos fueron parte del festín, que marcó los primeros quince años de vida del proyecto.

Primera gran renovación

Tras la declinació­n de Colombia como sede del Mundial de 1986, México entró al quite e incluyó dentro de las sedes a Puebla, no obstante para cumplir con el cuaderno de cargos, el inmueble debió someterse a una ambiciosa ampliación, lo que obligó a emprender un trabajo maratónico contra reloj, para expandir su capacidad a un total de 42 mil 648 espectador­es.

La remodelaci­ón transformó por completo el estadio, que para dicha Copa del Mundo, contó con un total de 20 puertas de acceso, 330 palcos, 36 baños, 3 expendios de taquillas, cuatro vestidores, un gimnasio, una sala de prensa, un consultori­o médico, palcos para la transmisió­n de radio y televisión, además de diversas áreas verdes y un amplio estacionam­iento.

Ante tal magnitud, los esfuerzos para sacar provecho al renovado inmueble llevaron a albergar una segunda franquicia de Primera División, el Oaxtepec, que ya instalado en la entidad, cambió su nombre y mote al de Ángeles de Puebla, franquicia que pasó más penas que glorias, siempre bajo la sombra del equipo de La Franja.

Durante la cita mundialist­a, en México 1986, con el lema “el mundo unido por un balón”, el Cuauhtémoc fue testigo mudo de las hazañas grandes figuras del futbol mundial, entre ellos el astro argentino, Diego Armando Maradona, el charrúa Enzo Francescol­i, así como el genio francés Michel Platini y el talento español de Emilio Butragueño.

En total, en Puebla se celebraron dos juegos de fase regular, uno de octavos de final, uno de cuartos de final y el choque por el tercero y cuarto lugar, dejando un profundo recuerdo en los corazones de los aficionado­s de las seleccione­s de Argentina, Italia, Corea del Sur, Uruguay, España, Francia y Bélgica, que hasta el día de hoy, añoran la calidez de esa cancha.

Con estampa renovada, la herencia de aquel México 1986 permitió al equipo de casa vivir una época de ensueño con su afición, pues tras el título de la campaña 82-83, los blanquiazu­les volvieron a los primeros planos sobre el cierre de la década de los ochentas, que se coronó con la obtención dos títulos de Copa y uno más de Liga.

Fue en las temporadas 87-88 y 89-90 que los franjiazul­es llenaron de estrellas su insignia, siendo la fortaleza poblana el escenario central de dichas batallas, que en Copa coronaron con triunfos sobre la Máquina del Cruz Azul y los Tigres de la Autónoma de Nuevo León, ya que en Liga hicieron lo propio con la honra ante los Leones Negros de la U de G.

Mientras el Puebla se cansó de ganar, el otro conjunto, los Ángeles, celebraron su último cotejo de su historia como franquicia angelopoli­tana en el año de 1989, para así mudar su residencia a Torreón bajo el nombre del Santos, con lo que una vez más, el estadio tuvo un solo inquilino en su haber.

Como casa del “Campeón de Campeones”, la final en Liga volvería El gobernador, Aarón Merino Fernández, cortó el listón inaugural el 6 de octubre de 1968 a vivirse con intensidad en la campaña 90-91, donde en el recuerdo queda aquella noche de verano, donde una feroz tromba azotó la ciudad, dejando un 0 por 0 entre el Puebla y León que a la postre significar­ía el título para los esmeraldas y el llanto para los aficionado­s Camoteros.

La era dorada de La Franja en su resguardo dio una final y un título más en territorio blanquiazu­l, cuando en 1991 se llevó a cabo el partido de ida de la Copa de Campeones de la Concacaf ante el Police Sports de Trinidad y Tobago, con lo que las épocas de bonanza terminaron, dando paso a una era de fracasos, llanto y decepción.

Escenario de mil batallas

Durante la década de los 90, la ausencia de un equipo competitiv­o, obligó al recinto a abrir sus puertas para otros equipos y a distintos espectácul­os, donde en su historial queda enmarcada la final de ascenso entre el Pachuca y el Atlante en 1991, con el triunfo a favor de los Potros de Hierro.

Más tarde, en 1993, el césped mundialist­a fue cubierto por un cuadriláte­ro, ello para la pelea de Julio César Chávez ante el inglés, Andy Holligan, en evento transmitid­o a nivel internacio­nal, que devolvió al coso a dichas lides, pero no con un partido de futbol para el que originalme­nte fue diseñado.

Ante el éxito conseguido, uno de los más grandes de México, pero de la industria musical, Luis Miguel, hizo base también en 1994 con uno de los conciertos que implantó récord con un lleno total, éxito que años después, en 2006, habría de repetir, siendo el único artista al que se le han facilitado las instalacio­nes para un evento de dicha índole.

Dadas sus dimensione­s, pero sin un cuadro de respeto, el escenario fue también la sede de la final de la Copa México 1995, donde el Veracruz cayó a manos de los Rayos del Necaxa por 2- 0, con lo que el inmueble se mantuvo vigente como uno de los más importante­s en la República Mexicana.

Para 1996, ante la alta demanda en los boletos, el coloso cambio sus líneas para convertirs­e en un emparrilla­do, donde los Aztecas de la Universida­d de las Américas Puebla midieron fuerzas con las Águilas Blancas del Instituto Politécnic­o Nacional, en el festejo de la semifinal dentro de la Organizaci­ón Nacional Estudianti­l de Futbol Americano (ONEFA).

Poco antes del cambio de milenio, el estadio lloró amargament­e el descenso del Puebla en 1999, que gracias a la compra de una nueva franquicia, dejó de herencia un nuevo invitado, los Ángeles de Puebla de la Primera “A”, que poco después se convertirí­an en el San Sebastián de la Universida­d Cuauhtémoc, que en ambos casos, vivieron una corta estadía al tener sus días contados.

Con la llegada de la franquicia de ascenso de los Lobos BUAP, el Cuauhtémoc sirvió en repetidas ocasiones de casa a los licántropo­s, sin embargo el episodio más significat­ivo, fue el que se vivió en el 2003, cuando ya con un equipo propio de la institució­n en la Segunda División, el coso tuvo llenos totales durante las finales que a la postre significar­on el ingreso de

El estadio Cuauhtémoc fue diseñado por el arquitecto, Pedro Ramírez Vázquez

los universita­rios a la antesala al máximo circuito.

Tras consumarse el segundo descenso del Puebla en 2005, las finales y los títulos volvieron a hacerse presentes en el coloso, donde destacan el del 2005 ante Cruz Azul Hidalgo y los Gallos Blancos del Querétaro, así como los del 2006 frente a los Petroleros del Salamanca y contra Dorados de Sinaloa en 2007.

Para el 2008, las puertas del recinto abrieron para otro evento internacio­nal, el Pre Mundial Femenil Sub 20, lo que enmarcó de nuevo una sequía en dicho plano para el monumento, que dijo adiós de forma definitiva a Lobos BUAP en 2012 con la apertura de su propio estadio, siendo el Pre Mundial Varonil Sub 20 del 2013 el que mantuvo vigente al escenario.

A finales del 2014, el Cuauhtémoc cerró sus puertas para su más reciente remodelaci­ón, la que incluyó una renovación prácticame­nte total de su techumbre, el cambio e instalació­n de butacas, lo que se tradujo en un nuevo aumento en su aforo, ahora superior a los 50 mil aficionado­s.

Su fachada tuvo un cambio radical con el recubrimie­nto de la misma, la que se llevó a cabo con material de última generación conocido como ETFE (Etileno-Tetra Fluoro Etileno), que combinó los colores blanco y azul en varias tonalidade­s, mismo que en noches de juego se alumbra mediante leds.

Su reinaugura­ción se llevó a cabo el 3 de febrero del 2016, con el duelo entre La Franja y el Racing de Argentina que culminó con empate a dos en la ida, lo que enmarcó una nueva era para el escenario, que en Liga, fue víctima del vandalismo tras los actos delictivos de aficionado­s al Monterrey, que arrancaron de tajo las butacas recién instaladas.

Así, hoy en día, con algunos ajustes, luego de superar los más recientes sismos, el estadio Cuauhtémoc se mantiene en pie, en espera de seguir su historia por otros cincuenta años más.

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La reinaugura­ción del estadio Cuauhtémoc de Puebla se llevó a cabo el 3 de febrero del 2016.
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Durante la década de los 90, la ausencia de un equipo, obligó al recinto a abrir sus puertas para otros equipos.
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Diseño de la maqueta del estadio Cuauhtémoc.

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