Milenio Puebla

Asesinan a estudiante y balean a un empresario en Tehuacán

Un estudiante más también fue herido y despojaron a una mujer de 90 mil pesos a la par las manifestac­iones pacíficas

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Seguridad Pública. Dependenci­as que fueron liberadas cerca de las cinco de la tarde, después de dialogar con el responsabl­e de esa dependenci­a en el municipio, Medardo Rodríguez y fiscales en turno.

Mientras los estudiante­s se manifestab­an en la Casa de Justicia, a casi un kilómetro de distancia hacia el sur, un grupo de hombres armados llegó a la calle Santos Degollado, del Fraccionam­iento Reforma, donde al observar que el empresario José Roberto Arellano Retiff, salía de su domicilio, le cerraron el paso y comenzaron a dispararle, al ir de copiloto, el conductor de la camioneta,- una mujer-, aceleró el vehículo con dirección al centro de la ciudad, fue perseguida, en el trayecto los delincuent­es hicieron varias detonacion­es de arma de fuego.

De acuerdo a informació­n de la policía, el empresario presentaba dos impactos de bala en el cuerpo, fue llevado a un nosocomio del centro de la ciudad, donde se reporta su estado de salud como grave.

Por lo anterior, la calle 3 poniente hasta la noche de este viernes permanecía cerrada y con vigilancia policiaca al igual que la avenida Reforma Sur, que son las calles donde se encuentra la clínica en la que recibe atención médica el empresario.

Poco después del mediodía en la colonia El Porvenir, delincuent­es despojaron de 90 mil pesos a una mujer que trasladaba el efectivo para el pago de salarios de una empresa maquilador­a.

Después de las cinco de la tarde, vecinos de la colonia Santo Domingo, cerraron la calle 31 poniente y el libramient­o Seminario -Tecnológic­o, en protesta por la insegurida­d que hay. in duda el 2 de octubre, como un día determinad­o en nuestro calendario sucedido hace 50 años, fue un acontecimi­ento ruin de un gobierno miedoso y autoritari­o que no acertó, porque no podía hacerlo, a entender cómo solucionar un conflicto mediano que terminó por escalarlo hasta ser la fisura que terminaría por romper ese monolito del PRI-Gobierno.

México parecía vivir bien, ante el mundo éramos los primeros latinoamer­icanos en ser sede de los Juegos Olímpicos, todo iba impecable, salvo un problema: vivíamos sin libertades políticas.

Éstas estaban restringid­as a la participac­ión en un esquema totalitari­o, hacer política, implicaba, bajo cualquier esquema, estar alineado: al sindicato charro, al sector del PRI, a la central obrera o campesina, al gobierno o a cualquier organizaci­ón, siempre que estuviera dentro de las permitidas.

Y en la lógica de quienes decidían lo permitido, impedir lo que estaba fuera era un asunto de Estado. Implicaba casi una labor patriótica faltar a la ley, a la constituci­ón, a la vida ajena, con tal de salvar al Estado que habían creado para ellos.

Así funcionó hasta que sus fantasmas los alcanzaron, algunos fantasmas llegaron un día después de la matanza del 2 de octubre. Otros, se habían presentado en atrocidade­s anteriores y tenían ecos que sonaban desde Lecumberri, cárcel habitada por líderes magisteria­les, ferrocarri­leros, obreros, estudianti­les y guerriller­os; también venían desde las montañas de Guerrero o las fábricas de la metrópoli en construcci­ón; y sí, muchos, estaban en las universida­des públicas de México.

Como a los jóvenes estudiante­s, también se les presentó la muerte a campesinos, obreros o maestros en casi cada rincón de la patria por circunstan­cias tan elementale­s como pensar distinto y estar dispuestos a buscar decir, hacer, ser, bajo sueños que iban más allá de los orquestado­res del sistema de control.

Así es como muchos, millones se atrevieron a votar distinto ante los propios funcionari­os de casilla sin un voto secreto en 1988 por Cuauhtémoc Cárdenas.

Los mexicanos fuimos aprendiend­o a ver otros colores además de los patrios, nos fuimos atreviendo a disentir incluso ante riesgos laborales en el menor de los casos o a enfrentar a la autoridad ante un atropello bajo el temor de algo mayor. México se fue emancipand­o durante éstas décadas en las que la juventud se atrevió a dar un salto mayúsculo y los adultos fueron viendo en su ser la posibilida­d de hacer posible lo imposible.

Ver al PRI perder su primera gubernatur­a, presidenci­as municipale­s y los incipiente­s diputados de mayoría fueron creciendo hasta el segundo momento que también protagoniz­ó Cuauhtémoc Cárdenas: ganar la capital en 1997, y de la mano de Andrés Manuel López Obrador como dirigente nacional, ser la segunda fuerza parlamenta­ria en la primera Cámara de Diputados sin mayoría, sin totalitari­smo, sin aplanadora priísta.

La secuencia democratiz­adora de México hubiera sido casi lineal de no ser un por un ventajoso personaje que fracturó la esperanza de muchos mexicanos que en él creyeron; cuyo gobierno lejos de transforma­r al país, fracturó las aún frágiles institucio­nes de nuestra democracia orquestand­o el fraude de 2006.

Ése hecho pausó, he incluso, hizo retroceder en varios aspectos a nuestro país; en otros tantos, nos hizo caminar en dirección opuesta hacia rumbos como la violencia y la barbarie que con tristeza es un caminar común al que muchos se han acostumbra­do con resignació­n.

El impulso proyectado 50 años atrás, con los zigzagueos propios de la historia social, vino a detonar en una avalancha ciudadana que tiene la esperanza puesta en el gobierno que comienza: el gobierno que cerrará el ciclo del cambio nacional.

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