EL MUNDO LITERARIO AÚN ES SOLO DE HOMBRES: MAILLARD
En la presentación de “Agosto”, la autora hace un recuento sobre su formación literaria, en la cual las figuras femeninas estaban ausentes; “pensándolo bien, (Sor Juana Inés de la Cruz) fue la primera autora, la primera mujer escritura que conocí, aunque a las otras que conozco las leí hace poco, muy poco”
Crecí en un mundo literario de hombres, asegura Tatiana Maillard. Parece buscar con la mirada ese momento cuando se encontró con la literatura y durante años estuvo leyendo sólo a autores: “No sabía que había autoras. Eso lo supe hace poco. Incluso quienes me recomendaban obras, y eran mujeres en quienes yo confiaba, me recomendaban libros masculinos”, asegura.
La autora trae a cuento su formación, en entrevista, porque su primera novela, “Agosto” la publicó la editorial Enjambre Literario, donde comparte publicaciones con dos mujeres más, pues la empresa se creó exclusivamente para ellas.
“Creo que es una buena idea, porque hay una saturación de autores hombres”, asegura la también periodista, quien prepara actualmente un libro de cuentos.
Su “Agosto” fue comentado así por una de las más destacadas narradoras mexicanas contemporáneas, Fernanda Melchor: “En esta brillante primera novela, Tatiana Maillard nos ofrece un evocador retrato del vacío contemporáneo. Su prosa es límpida, concisa, hersu mosamente cruel como una daga de cristal cortado”.
Además, “Agosto trata temas que nos revelan problemas actuales: turismofobia, redes sociales, identidades superfluas y esa necesidad de querer escapar de una maquinaria que se hizo sólo para el buen funcionamiento de un sistema económico que invisibiliza a las personas. El logro de Tatiana Maillard, es hablar de todo esto con una narrativa fresca y divertidamente dolorosa”, afirma Brenda Navarro.
A Tatiana Maillard le agrada el elogio y más viniendo de Melchor, pero también sabe que esto le compromete “porque ahora que estoy terminando este nuevo libro, pienso, aunque no quiera, en ese comentario. De alguna forma es un compromiso con la literatura”, afirma.
Regresa al tema del protagonista de su novela: “Es un poco misántropo. Es un misántropo. En realidad se llama Domingo, lo conocí en Praga y empecé a escribir sobre él en un cuento que fue creciendo y creciendo” hasta llegar a las 90 páginas que forman el libro.
“Es ficción y no le quise poner nombre real. Mucha gente muy querida por mí, muy importante para mí nació en agosto, así es que elegí ese nombre para el personaje. No conozco a nadie que se llame así, por lo que me gustó más el nombre para él”, reconoce.
Cuando habla de lo misántropo que es su personaje, se le pregunta qué tanto tiene ella de esa misantropía. Tatiana mira hacia un punto más allá del techo, se toma un ratito para responder y dice: “Mmmm... Un poquito”.
Libro de vapor
Tatiana es buena conversadora. Le gusta platicar y recordar. Así que retrocede hasta su niñez y revela que estudió en un colegio para niñas de monjas francesas, de las que no guarda buenos recuerdos y de quienes, asegura, no tenían “interés porque nosotras tuviéramos una formación literaria. No nos dieron a leer ni siquiera a Teresa de Ávila quien escribió en el siglo XVI”, pese a los impedimentos que le pusieron los hombres que la conocieron y tenían algún poder: “Sí llegamos a leer a Juana Inés de la Cruz, incluso, yo me aprendí de memoria algunos de sus poemas más conocidos, pero no la estudiamos en forma ni profundizamos en su obra. Pensándolo bien, fue la primera autora, la primera mujer escritura que conocí, aunque a las otras que conozco las leí hace poco, muy poco” después de los
30 años de edad.
Nacida en la Ciudad de México en octubre de 1983, la novelista que estudió periodismo en la Escuela “Carlos Septién” recuerda que el primer libro que le impactó y dejó un huella indeleble fue “Fantasma de día”, de Lucía Baquedano, publicado por la editorial católica SM (Santa María) en su serie Barco de Vapor.
“Según yo, los niños protagonistas de la historia hablaban mal de la escuela, se oponían a asistir y yo estuve tan de acuerdo con ellos que en la mesa familiar donde comíamos mis padres, mi hermana y yo, repetí los argumentos que, según yo había leído. Por supuesto, mis padres se sorprendieron y me dijeron que eso no podía estar en el libro”, recuerda.
Agrega: “Era un libro que nos hablan dado para leer a lo largo de todo el año escolar, pero yo lo leí en una tarde, pues era breve, de letra grande y con dibujitos. Durante muchos años me quedé con la impresión que me había dejado el libro y con lo que, según yo también, decía”.
Tatiana Maillard reconoce que una cosa es lo que uno recuerda y otra lo que sucedió: “Lo guardé y, de hecho, aún lo tengo en un buen lugar en mi librero. Lo volví a leer hace unos años, precisamente, para responder a esta pregunta de qué me hablas sorprendida, qué me habla influenciado y me encontré con un libro completamente diferente, lleno de moralejas, de ejemplos de lo que los niños deben ser, cómo se deben portar... Era otra cosa a la que yo recordaba. Era un libro ‘edificante’. Pero no lo tiré. Tiene el mismo lugar en el librero que tenía antes de esta nueva lectura”.
Noticias de lectura
Cuando Tatiana Maillard ya no quiere algunos libros, los reúne y va con ellos a una librería de viejo donde pregunta al dueño “¿Para qué me alcanza con estos?”. Entonces se lleva otros volúmenes. Esa es su librería preferida y ahí, con ese método, consiguió “Noticias del imperio”, de Fernando del Paso, el cual actualmente está leyendo y, asegura, la tiene “fascinada”.
“La editorial que publicó mi novela tiene dos años y se especializa en literatura de mujeres de Latinoamérica. Inició con un primer concurso de obra narrativa para autoras a partir de los 18 años, e incluía crónica periodística, por ejemplo, por el cual fueron elegidas tres obras: “Catálogo de enfermos mentales”, de la española Marina Aguilar; ‘El libro de Aisha’, Sylvia Aguilar Zéleny; y el mío, el primero en ser publicado”, recuerda la entrevistada.
“Agosto”, rememora Tatiana Maillard, fue presentado en enero de este año. Es una novela corta precisa: “Agosto puede ser un mes muy seco, muy asfixiante y, de alguna manera, sin quererlo y sin buscarlo, a los primeros lectores del libro sí les parecía adecuado, sí les cuadraba el nombre con el carácter del personaje que se siente asfixiado, que vive en el tedio y, pese a ser muy misántropo como guía de turistas, tiene que convivir con la gente”.
Al hablar de ello, vuelve a la escuela de monjas en la que estudió y asegura: “Es una experiencia que no le deseo a ningún niño. Si tuviera un hijo, que no he pensado en tenerlo, me gustaría que su educación fuera en escuelas públicas”.
“A los nueve años me di cuenta de que leer no es aburrido, no tiene que ser una tortura. Pero a esa edad la autora que conocí, Lucía Baquedano, me impresionó pero años después me daría cuenta, como las fundadoras de Enjambre Literario de que, tanto en los premios literarios cono en las librerías hay un exceso de autores. Y a mí me decían que leyera a Vila-Matas, a Borges, y entre mis deidades literarias estaba, por ejemplo, Juan Carlos Onetti”.
Explica: “A mis 20 años yo no había leído a mujeres, excepto a la primera autora que conocí en la primaria. Por supuesto, no me pasaban por la cabeza Rosario Castellanos, Josefina Vincens, Margo Glantz... Incluso en las charlas había un hacer invisibles a las mujeres autoras. Era algo increíble”.
“Juventud en éxtasis”, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, niñas, es un libro que tienen que leer, nos decían las monjas, recuerda Tatiana Maillard: “Había otro libro, supuestamente de educación sexual, llamado, creo, ‘Helga’, pero era insoportable, verdaderamente insoportable. Esas monjas querían ‘educar’ a mujeres que, según ellas, seguramente no se iban a casar y tenían que ser piadosas, temerosas del Señor y con un absoluto sentimiento de culpa”.
Tatiana Maillard está en la promoción de ésta, su primera novela, por lo que estuvo en Puebla, donde la presentaron la doctorando en literatura Diana Hernández Juárez, la maestra Flora Molina y el narrador José Sánchez Carbó.
Mallard reflexiona sobre la ausencia de las escritoras en el panorama literario nacional, “por ejemplo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, o en Minería de la UNAM. Hay quien asegura que ese panorama está cambiando, pero yo tengo mis dudas. Mientras tanto, estoy poniéndome al día en cuanto a mis lecturas de mujeres escritoras. Los cuentos de Clarice Lispector es uno de los libros que me ha volado la cabeza, que me ha llevado a leer y releer. Éste me lo regalaron. Y leí, en los últimos cuatro o cinco años a una feminista francesa, que me dejó así, fascinada”.
Maillard nos ofrece un evocador retrato del vacío contemporáneo: Fernanda Melchor
En su crítica, Navarro afirma que “Agosto’ trata temas que nos revelan problemas actuales”