Milenio Puebla

Efectivos

Esos 50 mil hombres no se dedicarán al tejido y al macramé, no, esos policías y esos soldados van a empeñarse en aquello para lo cual se les ha contratado y entrenado: dispararle a los malos, helas!

- Gil Gamés gil.games@milenio.com Gils’enva

R epantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó la noticia: a partir del 1 de diciembre, el Presidente lanzará una convocator­ia a los jóvenes para contratar a 50 mil nuevos elementos de la Policía Federal, el Ejército y la Marina, como parte del plan de seguridad del nuevo gobierno para fortalecer las operacione­s. El presidente Liópez anunció esta iniciativa en el Palacio de Gobierno del Estado de México y con el gobernador Alfredo del Mazo, incapaz por cierto de detener la violencia de género. Dijo el Presidente electo: “Les adelanto que vamos a convocar a más elementos para el Ejército, para la Marina, para la Policía Federal y para todas las coordinaci­ones, alrededor de 50 mil elementos más en el país (…) Vamos a enfrentar el problema de la insegurida­d, la violencia en general y desde luego proteger a las mujeres. Se van a crear 32 coordinaci­ones territoria­les y en cada una van a trabajar de manera conjunta policías y militares de todas las corporacio­nes, van a estar trabajando en estas corporacio­nes la Policía Federal, Policía Militar, la Policía Naval, la Policía Ministeria­l. El acuerdo es que estén policías municipale­s y estatales y hay un mando único en cada coordinaci­ón”.

A Gil le da el soponcio, el patatús, las palpitacio­nes. ¿no habíamos quedado en que la balacera solo ha servido para ensangrent­ar al país? Entonces, ¿para qué queremos 50 mil efectivos entrenados y armados? ¿Tiene sentido militariza­r 32 zonas del país? Comuníquem­e con Guerrero y con Hope. Oigan, amigos, ¿este puchero de policías es el camino? Iluminen a Gilga, díganle algo, por piedad. Un grito desgarrado­r hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijos, presos en la cárcel de las ocurrencia­s. Dice Hope que esos 50 mil efectivos costarían 25 mil millones de pesos. Súmenle.

Mando único

Gilga pensaba que no se necesitaba­n más hombres armados dispuestos al tiroteo, pero al parecer, sí: la guerra va. Y Gamés, ingenuo, pensaba que el nuevo gobierno detendría de alguna forma la guerra absurda, costosa, salvaje. Gil supone que esos 50 mil hombres no se dedicarán al tejido y al macramé. No, esos policías y esos soldados van a empeñarse en aquello para lo cual se les ha contratado y entrenado: dispararle a los malos. Helas!

Por cierto y cierta, en agosto pasado, el próximo secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo esto: “Nosotros estimamos que éste no es un problema de quién manda, es un problema de qué calidad tienen los cuerpos de seguridad; puede haber un mando único sin capacitaci­ón y sin profesiona­lización sufi ciente y consecuent­emente esos cuerpos de seguridad no tendrán un desempeño efi - caz, para nosotros más que un problema de mando es un problema de calidad y en eso centraremo­s el esfuerzo sin modificar el tipo de mando que actualment­e tienen”.

Gil lo ha escrito: es de opinión cambiar de sabios, o como se diga. Desde este momento, se cambia la calidad por la cantidad, o al menos se le añade como un elemento muy importante: 50 mil nuevos efectivos. Comuníquem­e con Alfonso. ¿Poncho? ¿Cómo verías unos 50 mil efectivos sumados a la seguridad nacional bajo mando único? No jalen porque cobijan, como diría el clásico. Ji ji.

Diputados

El diputado dormilón de Morena, Manuel Huerta, le ha caído en gracia a Gilga. La cámara de un fotógrafo lo inmortaliz­ó por segunda vez bien jetón en su curul. Una reportera de W radio le preguntó por su inclinació­n onírica y él contestó esto: “Es la marea alcalina, uno come y dice ash. Es natural, fisiológic­o, el sistema digestivo capta la mayor parte de energía para la digestión. Uno se sienta y entra un soporcito así como de siesta, bien sabroso, y eso hace que ahgg”.

Puestas así las cosas, señor diputado, Gamés le propone que lleve a las sesiones una almohada y una cobija porque corre usted el peligro de un cuello despedazad­o y de unos fríos innecesari­os. “Un soporcito como de siesta”, ni que lo diga, diputado, Gilga lo ha sentido muy fuerte en unas reuniones, pero ha aprendido a dormir con los ojos abiertos, incluso a veces escribe dormido, Gil lo jura por Dios bendito. Por lo demás, esto pasa cuando ganas todo en la Cámara y subes todo al carretón del partido, en ese momento sale, como el espectro, el diputado Huerta y dice: “es la marea alcalina”. Gil canta: quiero ponerle su jardín a Pancha, ay, mamá, pero ha de ser de flores coloradas, mamá. En fon.

Todo es muy raro, caracho, como diría Quevedo: No vive el que no vive seguro.

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Alfonso Durazo, el próximo secretario de Seguridad. ARACELI LÓPEZ
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