Milenio Puebla

Suenan por la libertad

Diseñados por internos del Reclusorio Varonil Oriente en un taller de artes, los 50 instrument­os han permitido a sus autores expresarse emocionalm­ente

- Verónica Díaz/ México

Las 50 guitarras que se exhiben en las vitrinas de la estación del Metro Chabacano dan cuenta de algunas de las rolas que el Tri de Alex Lora ha compuesto en cinco décadas de trayectori­a. Pero detrás de ellas hay otra historia, la de un grupo de personas que “en el encierro”, como dice Iván, son “capaces de tan solo alzar la vista y ver el cielo”. Todos los días, al abrirse las rejas al interior del Reclusorio Varonil Oriente, estos hombres sueñan con su libertad, condición que alcanzan no precisamen­te fuera de su encierro, sino aún más adentro en la prisión, en un sitio al que llegan desde las nueve de la mañana y del que salen casi a las ocho o nueve de la noche.

Es un pequeño espacio de no más de 25 metros cuadrados destinado originalme­nte a los sanitarios del auditorio de esta prisión. Durante más de 20 años ha sido el refugio de un grupo de internos que aquí ha aprendido a pintar o a esculpir.

Actualment­e el taller lo conduce Alberto, un hombre de 37 años de edad que desde muy joven mostró habilidade­s artísticas y ahora, convertido en un consumado creador autodidact­a, además de explorar la escultura y pintar de manera abstracta, brinda clases a casi 30 personas en su misma condición.

Alberto lleva seis años de una larga condena, y aunque dice que ahora puede valorar la libertad porque la perdió, asegura que cada vez que da un pincelazo logra alcanzar un poco de ella. “Así como la canción de Lora dice: ‘soy un esclavo del rock and roll’, yo soy esclavo de la pintura y por ahora es lo que más me interesa”, dice.

En mayo pasado Chela Lora, esposa del rockero, llegó hasta este pequeño taller tapizado de bocetos y repleto de botes de pintura, pinceles y una grabadora donde se escucha el solo de voz de Clare Torry en “The Great Gig in the Sky”, canción de Pink Floyd. “La domadora” de Alex Lora, como él suele llamarla, les entregó 50 guitarras vírgenes. “La consigna era diseñarle, a cada una, un motivo que ilustrara una de sus canciones”, dice Jacobo, que, aunque más afín a la literatura y a la música, se integró al taller para formar parte de esta comunidad. “Me gustan muchas canciones, como ‘Más allá del sol’, ‘María Sabina’, ‘Triste canción de amor’, ‘Las piedras rodantes’, ‘Perro negro y callejero’, ‘Cuando tú no estás’, ‘Más mariguana’, ‘Blues de la llanta’…son muchas”, comenta Jacobo, quien en breve podría alcanzar su libertad.

Ángel Vallarta, pintor independie­nte que ha trabajado desde hace más de una década en la red de reclusorio­s de la Ciudad de México, asegura que “está demostrado que el arte provoca un proceso cognitivo en las personas que les permite expresar sus emociones, lo cual en estos casos es muy importante para que tomen conciencia de lo que está pasando”, señala.

César Augusto es un ejemplo de ello. El más pequeño de tres hermanos, comenta que hasta los 12 años era seguidor del icono infantil Barney, después aprendió a tocar tambores africanos y a hacer malabares y “a andar en malos pasos, todas esas cosas que me trajeron hasta acá”. “Ahora lo que más me interesa es darle una buena guía a mi hija. Entre las cosas que quiero compartir con ella es la pintura y la música, claro. Ella no conocía El Tri y cuando vino Lora le pedí que me diera un autógrafo para ella… No sé, pienso que todo lo que ha pasado ya lo traemos de muy atrás en la familia y ahora me toca a mí cambiar ese destino con mi hija”, dice mientras detalla una de las libretas, también conmemorat­ivas del 50 aniversari­o de la banda mexicana.

Ángel Vallarta explica: “si lo vemos bien, este es un proceso de doble vía: las personas que vean las guitarras quizá se pregunten de quiénes son y por qué están ahí, quizá se den tiempo de pensar en los autores y su condición tras las rejas. Por otra parte, los creadores, además de seguir pintando, puede que aniden la posibilida­d de continuar con el arte y mejorar su vida”.

Por su parte Alex Lora opina que “independie­ntemente que pueden exponer su obra y llegar a un mayor número de ojos que la van a apreciar y a sentir, ellos se motivan y se olvidan de sus broncas. Ahora que su obra está en el Metro Chabacano va a ser vista por millones de personas que ni idea tienen de quiénes son. Así es la música, la pintura, el arte”.

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OMAR FRANCO

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