¿Innovar o perfeccionar? He ahí la cuestión
En los últimos años, cada vez que voy a la presentación de un gadget es difícil no llegar con mil datos filtrados, imágenes y uno que otro video de lo que oficialmente veremos hasta ese lanzamiento. Es como encontrar los juguetes en el clóset un día antes de Navidad.
La emoción de realmente ver algo nuevo de cada presentación tecnológica ha empezado a desaparecer poco a poco. Algunos dicen es como una estrategia de las mismas marcas que juegan a que se les filtran los detalles con la intención de crear más ruido alrededor del lanzamiento o porque en verdad alguien interno vende la información, pero sea cual sea la razón hoy en día sorprender al usuario o a la prensa es más difícil.
A pesar de esto es bueno que en algunos de estos lanzamientos aún puedas decir un “guau” con alguna característica. Hace dos días estuve en Londres, Inglaterra, en la presentación del nuevo Mate 20 Pro, un teléfono que ya estaba muy filtrado desde hace semanas, pero que logró su objetivo de sorprender con algunos detalles.
Y es que en los últimos años, Huawei ha logrado ser de los primeros que incluye en sus dispositivos tecnología que después es algo obligado en cualquier smartphone. Puede ser que la razón es que al ser chinos, y los campeones de la manufactura de prácticamente todo a escala mundial, tienen la capacidad de desarrollar e implementar rápidamente sus líneas de producción ciertas características, pero a pesar de esto creo que tiene que ver con perderle el miedo a ser el primero.
Durante algunos años, Apple se atrevió a hacer lo que nadie, a sorprender con mejoras en tecnologías existentes, nadie había hecho lo que Steve Jobs y compañía lograban. Por ejemplo, las pantallas táctiles ya existían antes del primer iPhone, pero nadie había logrado un producto tan bien diseñado y eficaz. Los reproductores MP3 eran algo común y decenas de marcas los fabricaban, pero nadie había hecho una interfaz y un modelo tan atractivo como el iPod, y de las
tablets ni hablar, las iPad revolucionaron este mercado que también ya existía, pero el marketing de Apple las hizo indispensables para millones de personas.
Hoy pareciera que muchas marcas se escudan en la frase de “no lo implementamos hasta que logramos que sea perfecto” y lo cierto es que aunque tienen razón, el aventurarse a ser el primero siempre logra hacer que el público voltee a verte. Hoy, que casi todo está visto, ser el primero es fundamental.
Regresando a Huawei, esto es justo lo que han hecho. El llamado efecto bokeh o desenfoque en el fondo de las fotografías llegó de manera masiva, primero con el P9 que con dos lentes Leica que sorprendió al mercado con esta característica. Hoy no hay un smartphone de gama alta o incluso media que no lo incluya como parte de sus funciones, pero el que pega primero pega dos veces, dicen por ahí.
Luego llegó la inteligencia artificial con el procesador Kirin 970 en el Mate 10, y las marcas empezaron a incluir chips neuronales también en sus teléfonos.
Lo que quiero decir es que tal vez algunas marcas lo logran mejor que Huawei, tal vez algunas lo hacen distinto y gusta más al público, tal vez otras deciden esperar a perfeccionarlo para ponerlo en sus productos, pero lo cierto es que Huawei es la que se ha empezado a ver como el atrevido, el innovador, el que llega antes.
Esta vez es el primero en incluir el lector de huella digital directamente en la pantalla, en poner las cámaras en un nuevo acomodo trasero en forma de cuadrado, en tener una app que escanee objetos y los convierta en versiones animadas en realidad aumentada, es el primero en tener un supermacro para tomar fotografías a objetos a una distancia de menos de tres centímetro, es simplemente el primero en atreverse a cosas que, estoy seguro, veremos en los próximos meses en otros teléfonos.
Muy probablemente marcas como Samsung o Apple mejoren mucha de esta tecnología, seguramente crearán apps más llamativas para usar esas funciones, serán sin duda innovadoras en sus públicos y clientes cautivos, pero el hecho de no ser los primeros es lo que puede inclinar la balanza en el mercado y siempre es bueno como periodista y público ver algo nuevo como si fuera la mañana de Navidad.