Milenio Puebla

NO ME IMPORTA LO QUE DIGAN, YO QUIERO SER LUCHADOR

“Payaso Retro” tuvo una infancia como la de cualquier otro niño, donde su afición por la lucha libre lo llevó al mundo del pancracio

- POR EDGAR GONZÁLEZ / PUEBLA FOTOGRAFÍA ANDRÉS LOBATO

Justo cuando todo parecía perdido, en el momento en que su panorama más sombrío lucía, una decisión cambió por completo su vida, llevándolo a conseguir el sueño que desde niño anheló, donde el ring, las llaves, los lances, los aplausos y los abucheos se convirtier­on en su pasión, transformá­ndolo en el luchador profesiona­l “Payaso Retro”.

Originario de Puebla capital, donde vio la luz por vez primera en noviembre de 1990, “Payaso Retro” tuvo una infancia como la de cualquier otro niño, donde su afición por la lucha libre lo llevó a acercarse al mundo del pancracio, siendo la Escuela del Polideport­ivo Xonaca su primera ventana al deporte de los costalazos.

“Me inicié porque mis padres me llevaban a las luchas, mi idea era subirme a un ring, en una ocasión, cuando tenía como 12 o 13 años, fui con unos primos a jugar futbol al Polideport­ivo Xonaca, ahí vimos que unos chavitos estaban entrenando, así que dije vamos a entrarle, ahí fue donde empezamos a entrenar lucha libre”.

Bajo la batuta del profesor, “Bisonte”, comenzó a forjar su sueño, entrenando con ahínco para lograr su meta de pronto subirse al cuadriláte­ro y demostrar que estaba hecho para ser un gladiador, siempre enfocado, lo que a él sirvió para recibir una oportunida­d al cabo de tres años de duro trabajo.

“Yo tenía ya tres años entrenando, primero fue con Bisonte, después con Cobra Dorada, igual en el Polideport­ivo Xonaca, hasta que un día nos dijo vamos a luchar, éramos de barrio todavía, nos subió a luchar en la primera, fue ahí donde la gente nos empezó a conocer un poco en los barrios”.

Decidido a aprovechar la oportunida­d, pronto se dio a la tarea de crear un personaje con el cual luchar, con el que protegería su identidad y buscaría escalar hasta llegar a las grandes marquesina­s de la lucha local, donde su afición al manga japonés “Dragon Ball”, lo inspiró a darle vida a “Trabura”.

“En mi primera lucha subí como Trabura, era otro personaje, no era Payaso Retro. Ese personaje me lo hizo mi primo, un día no tenía nada qué ponerme ya para luchar, iba a debutar, me dijo mi primo si quieres yo te diseño algo, se puso a dibujar en la casa y sacó el diseño de Trabura, desde ahí lo mandé a hacer, un pantalón, una playe-

ra negra, quería subir a luchar, me tuve que comprar unos tenis negros, mi mamá me ayudó a conseguir el pantalón, a mandarme a hacer la máscara, desde ahí empezamos con ese personaje, le puse Trabura porque en Dragon Ball Z salía uno que se llama Drabura, no quería ser Drabura, entonces mi primo me sugirió que le pusiéramos Trabura con el que luché hasta los 20 años”.

La naturaleza del personaje lo llevó por el camino de los rudos, de los malándros, no obstante, pese a su calidad sobre el encordado, no logró su objetivo final, llamar la atención del público, pero sobre todo de los promotores, dejándolo estancado y sin oportunida­des de luchar como tanto había deseado.

“Ese personaje siempre fue rudo, era pasadito de lanza con los novatos, les daba su bienvenida, éramos de los más recios, era más rudo que el Payaso Retro. Como que no había empatía con la gente, sentía que el personaje era del montón, no es por despreciar­lo, pero pensaba que estaba muy abajo, necesitaba un boom, alguien que la gente lo viera, que quisiera tomarse la foto, a Trabura nadie le hacía caso”.

Ante tal infortunio, viendo cómo las oportunida­des iban y venían sin considerar­lo, prefirió ponerle fin a su carrera, colgando la máscara, el traje, que aún lleno de ilusiones, le hizo ver que la vida como enmascarad­o no sería nada sencilla, razón por la que prefirió hacer un alto total y retomar su vida fuera del cuadriláte­ro. “Con Trabura no me daban trabajo, el sueño de todo luchador de pisar una arena, fue cuando dije hasta aquí, me salí de la lucha libre como un año, la dejé de practicar, seguí estudiando, a hacer mi vida normal. Me desilusion­é porque no teníamos mucho trabajo, hubo un tiempo en que ya no quería luchar porque veía las oportunida­des, pero no me llegaban a mí, la verdad sí fue un golpe duro, pensaba que esto no era para mí”.

Renacer como Payaso

Sin embargo, la espinita de ser luchador seguía en él clavada, y fue que un día viendo televisión, decidió volver, con todas las ganas, con la firme intención de cumplir a como diera lugar cada una de sus metas, razón por la que tomó la determinac­ión de regresar y dar un giro total a lo antes vivido.

“El proceso fue doloroso porque no había oportunida­des, prender la tele, ver a los compañeros luchando me llevó a decir si ellos pueden, por qué yo no puedo, yo iba a la Arena Puebla y los veía, igual lo mismo si él puede, por qué yo no puedo, esa fue mi decisión de regresar, decirle a mis papás voy a regresar a entrenar, no me importa lo que me digan, yo quiero ser luchador, van a ver cómo voy a llegar a las estrellas, yo se lo decía a mi mamá, la familia me apoyo y así fue que regresé”.

Consciente de que para triunfar debía dejar atrás a “Trabura”, comenzó su proceso de reinvenció­n, de iniciar con un nuevo personaje, uno que a la gente infundiera temor, el mismo que él sintió cuando niño, por lo que con la inspiració­n de otro de sus primos, emprendió camino como “Payaso”.

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Originario de Puebla capital, “Payaso Retro” vio la luz por vez primera en noviembre de 1990.

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