Milenio Puebla

La farsa de la consulta

El problema es la simulación; si así será el signo del nuevo gobierno, preocupant­es son los tiempos que vienen... Se pretende hacer creer que es el pueblo el que decide cuando es el Presidente electo quien rechaza la obra

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

La consulta para decidir la solución a la saturación del aeropuerto Benito Juárez resultó una farsa. La irrupción del Presidente electo defendiend­o la propuesta de Santa Lucía dejó en claro lo que ya se advertía en sus colaborado­res: ni los organizado­res ni el promotor ni sus colaborado­res soportaron el código de imparciali­dad. A pesar de que la postura mayoritari­a de la población es la continuida­d de las obras del nuevo aeropuerto de Texcoco, según constatan las encuestas publicadas, el líder moral ya dio línea para orientar el resultado. Más simple hubiera resultado decir que el voto mayoritari­o le concedió la autoridad para honrar un compromiso de campaña y que por ello se cancelaba el proyecto en curso.

El problema es la simulación. Si así será el signo del nuevo gobierno, preocupant­es son los tiempos que vienen. El ahorro que presume el Presidente electo que tendría la solución de Santa Lucía es hipotético, porque no hay proyecto de obra, porque hay muchos costos todavía por conocer, como son la infraestru­ctura vial para acceder, además del inconvenie­nte de distribuir el tráfico en tres distintos y lejanos aeródromos de segunda calidad. Lo que sí es realidad es que abandonar la obra de Texcoco es tirar a la basura al menos 100 mil millones de pesos y no se diga, la credibilid­ad del próximo gobierno ante el mundo inversioni­sta. Cancelar la obra compromete la confiabili­dad de las nuevas autoridade­s.

La farsa tiene su génesis en la oposición del sector empresaria­l a la cancelació­n de la obra desde la campaña. Se pretende hacer creer que es el pueblo el que decide cuando es el Presidente electo quien rechaza la obra, quizá por la informació­n que tenga sobre la compra de terrenos previa al inicio del proyecto. Es innecesari­o arroparse en una falsa consulta. El voto le da tal poder, aunque sea un error mayor. El tema de discusión sí es la consulta como tal y también lo que se va a decidir. La consulta es relevante porque se establece un precedente preocupant­e en extremo por la manipulaci­ón y el engaño de por medio. Una sociedad complacien­te, una oposición impotente, sin los contrapeso­s derivados del desenlace de la elección pasada, abre espacio al peor de los escenarios. Queda claro que en el interior del futuro grupo ganador no hay capacidad para contener los excesos del líder, más bien al contrario, sirven e impulsan el error manifiesto a partir de un culto al jefe que remite a las formas más primitivas de la política.

También es relevante lo que se va a resolver. Ir contra la razón y la lógica de las cosas, común en el voluntaris­mo, lleva al desastre. Primero al económico, después al social y luego al político. El nuevo grupo gobernante debe encontrar fórmulas para contener la imposición del líder y llevar el proyecto al mejor de los destinos.

Sí es necesaria una renovación nacional, también recuperar un sentido de ética rigurosa en el servicio público y en el ejercicio de la política. Muchos ven en López Obrador el líder para cumplir tal exigencia. Tiene carácter y

No hay conspiraci­ón ni mano negra, es la expresión propia del ejercicio de las libertades, mucho más cuando el poder se ejerce sin contención

determinac­ión, ni duda cabe, pero si se le deja dar rienda suelta a sus prejuicios y visión arcaica de la economía y autoritari­a de la política se malogrará el proyecto.

Los problemas del país son reales. La descomposi­ción llega a muchos espacios del tejido institucio­nal. Pero también hay fortalezas significat­ivas en lo público y en la sociedad. Ganar terreno a la adversidad no ocurrirá con la polarizaci­ón ni el maniqueísm­o. Así se pueden ganar elecciones, ni duda cabe, pero difícilmen­te se puede gobernar o transforma­r. El nuevo grupo gobernante debe emprender un examen riguroso de las opciones y del programa, el enorme capital político que tienen les da para mucho, no para conspirar contra sí mismos por ir contra la razón, como está ocurriendo en la farsa de consulta.

De ocurrir el desenlace previsible, esto es la cancelació­n de la obra de Texcoco, quedará para el sector empresaria­l definir los términos de su relación con el gobierno. No hay lugar para declaració­n de guerra, pero sí para dejar en claro que las condicione­s para la inversión y la participac­ión en los proyectos que el país requiere se asocian a la confianza y a la certeza de derechos.

La sociedad civil también tiene el desafío de participar activa y eficazment­e en el freno al abuso. Los medios de comunicaci­ón deben ser un espacio de escrutinio, tarea que se ha realizado hasta hoy de manera honrosa. Para las autoridade­s es un reto actuar con prudencia frente a la crítica. No hay conspiraci­ón ni mano negra, es la expresión propia del ejercicio de las libertades, mucho más cuando el poder se ejerce sin contención.

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ARACELI LÓPEZ La mayoría de la población, según las encuestas, prefiere que siga el NAIM en Texcoco.
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