Caravana del desafío
Las imágenes del viernes en la frontera sur fueron un crudo retrato de nuestros tiempos. Las puertas de nuestro país, debiluchas por cierto, fueron abiertas a la fuerza por una multitud decidida a entrar y continuar su trayecto hacia Estados Unidos.
Aquello parecía una salida de maratón: de acuerdo con los que tienen experiencia en esas carreras, serían unas 6 mil personas las que iniciaban o creían iniciar otra etapa de su camino al norte.
La migración ha acompañado a la humanidad, es cierto, pero ahora ha alcanzado nuevos niveles de contraste, de número y de desafío. En el mundo industrializado, con población decreciente y alcances tecnológicos desenfrenados, se habla de robotización, de alargamiento de la vida, de lucha contra el dolor por enfermedad y de nuevos poderes humanos mediante herramientas de inteligencia artificial: una especie de era poshumana.
En las otras economías, las exportadoras masivas de personas con hambre y miedo, las poblaciones crecen sin trabajo ni riqueza, sin expectativas fundadas de cambio ni de crecimiento económico. Sin esperanza de participar, desde su tierra, en las promesas de aquel otro mundo. Es un tema de época que veremos cada vez más.
Situaciones que ponen desde ahora en serias disyuntivas a todos los gobiernos: aceptación o rechazo, uso de la fuerza o uso de las cada vez más ineficaces herramientas de la negociación y la política...
La brecha entre el mundo aumentado de súper poderosos y el mundo masivo de marginación es cada vez mayor. Seguiremos viendo cataratas de migrantes que no se esconden ya en los desiertos ni dentro de un tráiler ni debajo del agua.
Son multitudes en lucha que han decidido llegar a nuevas oportunidades a la vista de todos.
México tiene claro que enfrenta hoy un difícil problema humanitario. Pasaron ya unos 500 a nuestro país, con la parsimonia de este tipo de trámites. Cerca de 2 mil fueron regresados a su país, según el gobierno de Honduras que esperaba trasladar de regreso a otros 400. Y una multitud esperaba todavía su turno para continuar la caravana.
La violencia y la falta de futuro expulsan y seguirán haciéndolo aunque Trump no lo quiera. La humanidad de la humanidad entera se pone a prueba.